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Devenir

versión impresa ISSN 2312-7562versión On-line ISSN 2616-4949

Devenir vol.9 no.17 Lima ene./jun. 2022  Epub 01-Mayo-2022

http://dx.doi.org/doi.org/10.21754/devenir.v9i17.1034 

Artículos

Orígenes de los museos universitarios del Perú. Gestiones, tensiones y motivaciones fundacionales(1)

Origins of the university museums of Peru. Foundational managements, tensions and motivations

Hernán Hurtado Castro21 
http://orcid.org/0000-0002-5317-0172

1. Universidade Federal de Minas Gerais (Brasil, Belo Horizonte)hernanivanh@gmail.com

Resumen

Las nuevas tendencias museológicas globales, como ecomuseos, museos digitales, museos comunitarios, entre otros, repercuten también en el diseño y ejecución de los museos universitarios y sus manejos de colecciones. Ello es una permanente tensión institucional, sea esta económica, de infraestructura, de gestión, de especialización, de su concepción misma y de su función en tanto corresponde al rol de la universidad en la sociedad.

Entonces, el presente texto ensaya ser un yacimiento genealógico del museo universitario en el Perú, desde una revisión de las tensiones y motivaciones fundacionales de algunos casos de museos en relación con la titularidad de sus universidades, y el tránsito hasta las instituciones museables contemporáneas. Por lo tanto, en el proceso institucional dentro de la fundación y desarrollo de la república y con la idea de nación también se van importando o prestando diseños, comportamientos e imágenes institucionales en la concepción de un museo tutelado por una institución de educación superior, esto es, dicho de otro modo, un museo universitario.

Palabras clave: Museo universitario; colecciones; instituciones museables

Abstract

The new global museological trends, such as ecomuseums, digital museums, community museums, among others, also have an impact on the design and execution of university museums and their management of collections, that is, a permanent institutional tension, be it economic, infrastructure, of management, of specialization, of its very conception and of its function as it corresponds to the role of the university in / with society.

Thus, this text tries to be a genealogical site of the university museum in Peru, from a review of the tensions and foundational motivations of some cases of museums in relation to the ownership of their universities, and the transition to contemporary museum institutions. Therefore, in the institutional process within the foundation and development of the republic and with the idea of nation, institutional designs, behaviors and images are also imported or provided in the conception of a museum supervised by an institution of higher education, this it is, in other words, a university museum.

Keywords: University museum; collections; museum institutions

Introducción

El vocablo “museo” proviene del latín musēum y este del griego μουσείον (museion) que significa templo de las musas. Se considera al Museo de Alejandría como el primero construido hacia el 280 d. C. De aquí se desprenden explicaciones cosmológicas, en este caso la mitología, para materializar recintos o templos dedicados a las musas (Fernández Moreno, 2017). Las musas (locus musis sacer) son seres divinos con la atribución de inspirar a los hombres en las artes, entonces el espacio físico o recinto refleja cargas culturales y sagradas porque es allí donde se atesoran las mejores hechuras de los hombres mejor inspirados. Además de conservar artefactos valiosos de las naciones conquistadas por Alejandro, tanto como trofeos de guerra y ofrendas. Es este símbolo del helenismo y la cultura occidental, aún en nuestros días, el primer referente de una institución museable, incluso vinculada por extensión a las escuelas atenienses y su rol educador (Alfageme y Marín, 2006, p. 266).

Del mismo modo, la palabra “universidad” deriva del latín universitas, que a su vez se compone por unus (uno), como en uno y uniforme. De aquí se asocia a otra raíz, esta vez indoeuropea, oino que refiere a unicidad. Luego el verbo vertere que significa doblar, desviar y hacer girar, y con presencia en palabras como verter, vértebra y vértice; de asociación con la raíz wer-3 que refiere a doblar y volver. El sufijo tat señala cualidad, como en cantidad, igualdad y verdad. Es decir, la construcción de la palabra universidad apunta a “cualidad de girar hacia uno” o “cualidad de desviar en uno”.

Después de la caída de Roma, el latín continuó siendo la lengua culta usada por la Iglesia católica y la academia. La palabra unus evoca un integral que no admite división. Universidad tiene la misma etimología que universo y universal. Estas palabras expresan una multitud de cosas diferentes, pero en sentido de unidad. Universitas se utilizó para comunidades orientadas hacia una meta común. Las primeras universidades de la edad media, como Bolonia, Oxford, Cambridge, Padua, París y Salamanca, fueron llamadas Universitas Magistrorum et Scholarium que significa asociación de maestros y alumnos.

Se observa, en el caso de la fundación de la república del Perú, la instauración de determinadas y determinantes instituciones motivadas por la ilustración y con el advenimiento de viajeros y expediciones científicas extranjeras (Riviale, 2000). Es decir, empieza a institucionalizarse un discurso de conservar y exponer el acervo cultural de la emergente nación peruana. Estas dos instituciones son el Museo de la Nación y la Biblioteca Nacional, ambas con funciones distintas y nunca subordinadas de ninguna forma entre sí (materia que convendría discutirse viendo las actuales universidades, y que la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria [Sunedu] debería considerar atender o recomendar mínimos estándares categóricos de museos universitarios).

La primera institución, el museo, acumula y atesora artefactos prehispánicos con el fin de enfatizar que lo anterior a lo hispano fue grandioso y auténtico. La segunda institución, la biblioteca, indesligable de la primera en su fundación (Vargas Torreblanca, 2007), es la que acopia y atesora acervo documental de uso exclusivo/excluyente. Vale anotar que el artífice del Museo de la Nación fue Mariano Rivero y Ustáriz por Decreto Supremo del 2 de abril de 1822, pero recién funcionaría el recinto en 1826 (Castrillón, 1986: 91; 2000: 261; Vargas Torreblanca, 2007). Asimismo, en 1823, se crearon los museos nacionales de Bogotá y Buenos Aires, y en 1825, el Museo Nacional de México (Linares, 2008).

En este caso, el primer museo universitario -el de Cusco- cumple más de 170 años. El museo universitario, en los últimos 100 años, ha sido objeto de diversos ajustes y evoluciones en su concepción, en tanto que cada uno de los 43 museos universitarios en el Perú posee una historia particular, pero conexa de muchos modos, como sus orígenes desde colecciones científicas, sus limitaciones o problemas financieros y las tendencias museológicas, entre otros múltiples aspectos modernos como el uso, las redes sociales y la atención a ciberpúblicos, y los heroicos programas de voluntariados.

Antecedentes

Reforma y contrarreforma, influencia y concepción de instituciones de cultura

La Europa del siglo XVI es, sin ambages, cuando el mundo occidental (y católico) se desangra en cruentas guerras so pretextos de religión. Esto es, (1) Carlos V y su gestión de los conflictos políticos y militares, (2) la proclamación de la independencia del reino de Inglaterra y de la Iglesia anglicana con Roma y el papa Clemente VII, por Enrique VIII, rey de 1509 a 1547, conocidos como los protestantes calvinistas, y (3) los conflictos entre católicos y protestantes (hugonotes) que costaron y lograron la desaparición de los últimos representantes de la dinastía Valois en Francia.

Este escenario europeo tendría una peculiar repercusión que influenciaría categóricamente en las instituciones culturales, tanto en las universidades como las iglesias, y sus formas de administrar los acervos culturales. El discurso ideológico de la Iglesia tomará mayor preponderancia y simbolismos para reafirmar su predominancia y hegemonía (y superioridad) desde el Concilio de Trento.

Por otro lado, las reformas protestantes o luteranas iniciaron desde principios del siglo XVI un auténtico cisma en la Iglesia de Occidente. Ello se puede notar en la decisión, celebración y conducción del Vaticano por la reforma de la Iglesia católica, nombrada como el Concilio de Trento, entre los años 1545 y 1563.

Entonces, la Reforma Tridentina, Concilio de Trento o Contrarreforma, defendida decididamente por la Corona española liderada por Felipe II, se resolverá opuesta a cierta heterodoxia del seno de la Iglesia católica. En consecuencia, la simbólica tutela de la Iglesia católica sobre lo religioso tiene un correlato en popularizar católicamente toda fiesta donde las comunidades hicieran pública y manifiesta su creencia religiosa.

Por estas razones, en parte al menos, las universidades aparecen como centros de ciencia e investigaciones que -a pesar de que existían limitaciones en cuanto a explorar ciertos ámbitos como la medicina, biología y en general las ciencias naturales por, por ejemplo, la disección de cuerpos que atentaba contra los modos religiosos, o dicho de otra manera, por considerar algunas investigaciones como profanas y contra el status quo eclesiástico- implicaban disecciones de seres vivos como mamíferos y plantas. Recordemos las fundaciones de dos universidades en este contexto: la Universidad Nacional Mayor de San Marcos el 12 de mayo de 1551 y la Universidad Nacional Autónoma de México el 21 de septiembre de 1551.

Por lo que refiere a las universidades, dieron origen a los primeros gabinetes de estudio, gabinetes de curiosidades (Henning, 2006: 15) y excentricidades, anfiteatros de anatomía, y estos a su vez generaron las primeras colecciones que permitían explicar o graficar investigaciones, al menos como descripciones y registros. Los anfiteatros anatómicos permitieron, por vez primera y con cierto carácter institucional, reconocer cuerpos humanos reales desde la academia. Es así que los anfiteatros anatómicos exponían cuerpos humanos, mientras que los herbarios y jardines botánicos hacían lo propio con el reino vegetal. De aquí se desprende la idea de la historia natural como un continuum de los seres vivos donde está incluido el ser humano, con la intención de estudiarlos, clasificarlos y presentarlos a la sociedad científica.

Por lo tanto, no es casualidad que el primer museo universitario aparezca en Inglaterra, el principal territorio que se escindió del control de la Iglesia, para fundar la Iglesia anglicana, libre en cuanto a ciertas formas de atender las ciencias.

El primer museo universitario del que se tiene noticia es el Museo Ashmolean (Ashmolean Museum of Art and Archaeology) de la Universidad de Oxford (Allan, 2006: ix), un siglo después de la escisión de Inglaterra de Roma. Su primer edificio fue construido entre 1678 y 1683, y albergó la colección o gabinete de curiosidades de Elias Ashmole, donada a la Universidad de Oxford en 1677. La colección de Ashmole dio origen al primer museo del mismo nombre y estuvo compuesta por monedas antiguas, libros, grabados, especímenes geológicos y zoológicos.

El Museo Ashmolean abrió por vez primera el 6 de junio de 1683, bajo la dirección del naturalista Robert Plot. Luego, como suele suceder, diversos especímenes fueron trasladados a otros museos. A partir 1935, el viejo y primer recinto del Museo Ashmolean se convirtió en el Museo de Historia de la Ciencia, con exposiciones de los instrumentos científicos de la Universidad de Oxford, de Lewis Evans (1853-1930), con, por ejemplo, la colección más grande de astrolabios.

El conocimiento científico y su impronta en la museología

El conocimiento científico, en el marco de la Revolución francesa, influenciará en la academia de forma conceptual y práctica para generar nuevas tradiciones y tratamientos de las ya existentes colecciones y para la nueva constitución de las mismas. Metodológicamente, los registros y descripciones se esfuerzan por presentaciones y estructuras objetivas. La filosofía -digamos la epistemología- francesa a inicios del siglo XIX, con Henri Saint-Simon (1760-1825), Auguste Comte (1798-1857) y el británico John Stuart Mill (1806-1873), reconoce la experiencia histórica como construcción cultural (Urbano y Arellano 2016, 19). Se desarman viejos tabús sobre los gabinetes y colecciones, para crear nuevos tabús sobre consideraciones, por ejemplo, de la valoración de espacios públicos y el acceso a las colecciones, además del nuevo carácter científico.

La idea fuerza que es la noción del progreso y la noción de experiencia como fuente de conocimiento debe ser reflejada, mostrada por las ciencias naturales a través de sus gabinetes científicos y anfiteatros. Entonces, la noción de la experiencia acerca el positivismo al empirismo. Consideramos a uno de sus principales precursores en los siglos XVI y XVII, el filósofo inglés Francis Bacon; una alusión bastante contundente es la de los ídolos como prejuicios humanos que deben ser superados para dar paso a la experiencia sensible y la generación de nuevos conocimientos.

Esta epistemología es correlato del estudio científico naturalista y a su vez del ser humano, en su dimensión individual y colectiva. El cambio de pensamiento, o al menos los cambios estructurales, en las universidades aportó a la estructura científica donde se incluía al hombre como objeto de estudio científico. Dicho cambió se establece, por señalar una forma, en la aparición legal y formal de los primeros anfiteatros y gabinetes en las universidades del siglo XVIII en Occidente. Recién entrado el siglo XIX hasta el siglo pasado, en lo que concierne a las ciencias sociales, persisten tensiones sobre importar metodologías de las ciencias naturales para revalidar esta concepción del humano y lo humano como objeto de estudio. En consecuencia, parte de la concepción de historia natural tiene relación de origen con el discurso científico.

Respecto de las misiones extranjeras del siglo XIX, marcaron nuevas tendencias en las formas de realizar y administrar investigaciones. Es decir, el positivismo imperó, influyó y transformó en gran medida la investigación rigurosamente científica y con ello la concepción de las universidades. Estas -supuestos universos de conocimiento- transitaron a una carrera por acumular experiencias comprobadas o verificadas a través de los sentidos y el método científico. Esto se entiende como experimentos que a sazón del siglo XX debían acatar el adagio “ver para creer”.

Entonces, los museos universitarios son el reflejo de este contexto positivista en Europa. Un ejemplo de ello es Charles Darwin y los museos naturales donde proliferaron la disección y disecación de animales para exponer planteamientos darwinianos o de orden taxonómico y biológico. Esta especie de concepción del museo universitario enfatiza la parte demostrativa y declarativa de las investigaciones positivistas. Los grandes museos del siglo XIX acogen esta tendencia, por ejemplo, el Museo de Nueva York.

En el siglo XIX ya existían museos universitarios, considerando la evolución institucional de los gabinetes y colecciones de anticuarios, por ejemplo, el Peabody Museum de la Universidad de Hardvard y el Museo de Cambirdge, que se engrandecieron con las “donaciones” de viajeros y expedicionistas al Perú en 1872 (Agassiz, 2007: 246).

Los naturalistas y su historia marcan la tensión de dar a la ciencia una palestra para la comunidad científica y el público, entonces se considera que aparece la museología. A finales del siglo XIX e inicios del XX, en el Perú, investigadores como los alemanes Alexander von Humboldt (1769-1859), Ernst W. Middendorf (1830-1908), el suizo Johann Jakob von Tschudi (1808-1889), el italiano Antonio Raimondi (1824-1890) y el inglés Clements Robert Markham (1830-1916) son la mejor referencia de vehículos de las narrativas científicas asociadas a la historia natural del Perú del siglo XIX, a las universidades y también al origen o innovación de colecciones y gabinetes científicos.

Yachaywasi como preludio al museo universitario

Desde la aparición de instituciones de enseñanza y academias, estas siempre han estado vinculadas a protoideas de museo. Esto se hace visible en los casos que menciona Pérez Mateo (2001: 494) de las academias y sus colecciones, como la Academia de Lasa 2000 a. C., en Mesopotamia y la Escuela de Ur 5300 a. C., y del mismo modo otras instituciones o entidades han seguido las tendencias de formas propias de coleccionismos, como los reinos con sus jardines botánicos o sus palacios de artes y antigüedades, los bancos con galerías y colecciones de artes, entre otros.

En cuanto a los casos del mundo andino, se conoce por los registros de los cronistas del siglo XVI que en el Perú existieron los yachaywasi3 (Garcilaso de la Vega, 1609: 357; Murua, 1962: t. II: 43) o “casa del saber”, que funcionaban como instituciones educativas o como una universidad “profana” desde la óptica eclesiástica. Los yachayawasi estaban facultados de ciertas funciones de enseñanza y sentido de la conservación y exposición de la historia y artefactos suntuosos, entre ellos orfebrería, platería y otros, que a pie juntillas, el Inca Garcilaso de la Vega refiere:

Para decir los barrios que quedan, me conviene volver al barrio Huacapuncu, que es puerta del santuario, que estaba al norte de la plaza principal de la ciudad, al cual se le seguía, yendo al mediodía, otro barrio grandísimo, cuyo nombre se me ha olvidado; podrémosle llamar el barrio de las escuelas, porque en él estaban las que fundó el Rey Inca Roca, como en su vida dijimos. En indio dicen Yacha Huaci, que es casa de enseñanza. Vivían en él los sabios y maestros de aquella república, llamados amauta, que es filósofo, y haráuec, que es poeta, los cuales eran muy estimados de los Incas y de todo su Imperio. Tenían consigo muchos de sus discípulos, principalmente los que eran de la sangre real. Yendo del barrio de las escuelas al mediodía, están dos barrios, donde había dos casas reales que salían a la plaza principal. Tomaban todo el lienzo de la plaza; la una de ellas, que estaba al levante de la otra, se decía Coracora; quiere decir: herbazales, porque aquel sitio era un gran herbazal y la plaza que está delante era un tremedal o cenagal, y los Incas mandaron ponerla como está. Lo mismo dice Pedro de Cieza, capítulo noventa y dos. En aquel herbazal fundó el Rey Inca Roca su casa real, por favorecer las escuelas, yendo muchas veces a ellas a oír los maestros. (Inca Garcilaso de la Vega, 1609)

De la referencia de Garcilaso (1609) sobre el yachaywasi, se colige que atesoró colecciones de artefactos diversos con fines de educar a la nobleza cusqueña. En ese sentido, corresponde resaltar que, de los artefactos expuestos, como las grandes láminas de oro y plata con escenas míticas y representaciones de deidades, existe la predominante intención de museabilizar ciertos objetos en un espacio de diálogo (especialista-aprendiz) entre amautas y estudiantes.

El Coricancha, entendido como un artefacto de poder (Hurtado, 2020), es un espacio que no solo contenía las principales huacas del Tahuantinsuyo, sino que permitía una gran síntesis simbólica de la composición histórica andina.

El primer (no) Museo de Antropología del Perú y Martínez de Compañón

Hacia la segunda mitad del sigo XVIII, Martínez de Compañón solicita la creación del Museo de Antropología, entendido como un museo que expusiera artefactos y curiosidades prehispánicas. Dicha solicitud fue denegada por la administración española, por considerar esta propuesta contraria a las políticas de la Corona y por una cuestión ideológica; fue valorada como una iniciativa profana, opuesta a la evangelización (Vargas Torreblanca, 2007).

Martínez de Compañón es célebre por la publicación de 1,411 acuarelas en el Códice Trujillo del Perú, de escenas locales, por lo que es considerado un agente precursor de museos y ensayar una forma auténtica de colección museística y de un registro etnográfico expositivo.

¿Qué es un museo universitario?

La misión de los museos en los proyectos nación del siglo XIX fue ser instituciones científicas y educativas, para que estos espacios públicos permitan el tránsito de “la barbarie a la humanidad” (Pérez y Dujovne, 2002). Al mismo tiempo, “etnografía”, “prehistoria andina” y “sociedades primitivas” son términos construidos a partir del evolucionismo darwinista y el positivismo. Además, se fundan sociedades y academias científicas, donde las elaboraciones de taxonomías condujeron necesariamente a la creación de colecciones.

Históricamente, el museo universitario tiene un primordial carácter pedagógico en sus colecciones, incluso se le puede denominar “museo laboratorio” (Ruiz, 2018). Asimismo, un museo universitario es apreciado como la extensión de la cátedra y el laboratorio (universitario). Juan Ambrosetti, fundador del Museo Etnográfico de la Universidad de Buenos Aires en 1904, concibe el museo universitario como “un instituto de investigación y docencia superior, y, además, como un espacio público para la educación en el más amplio sentido del término” (Pérez y Dujovne, 2002, p. 197).

La creación del Comité Internacional de Museos Internacionales (ICOM-UMAC por sus siglas en inglés) en el año 2000 (ICOM-UMAC, 2017), supuso el primer escalón de la formalización e integración de este tipo de instituciones. Al 2007, por influencia de ICOM-UMAC, se configura la Red de Museos Universitarios (López, 2008), con participación de especialistas de nueve universidades (véase Tabla 1), con proyección a marcos interinstitucionales comunes. Además, la red tuvo como virtud desarrollar conceptualizaciones de aspectos o rasgos significativos del museo universitario, aunque no determinantes, sino maleables por la evidente particularidad de cada caso (UMAC, 2017).

Tabla 1 Universidades y museos que participaron en la XVI Asamblea General de la Unión de Universidades de América Latina y el Caribe (Udual 9 de noviembre del 2007) y dieron origen a la Red de Museos Universitarios. 

Nota. Adaptado de "El museo universitario: Un paradigma museológico para América Latina. Hacia la Red Latinoamericana de Museos y Patrimonio Cultural Universitarios", por López, 2008, Illapa Mana Tukukuq, 5, 95-102.

En la actualidad, la base de datos de ICOM-UMAC (2020) revela 32 resultados para museos y colecciones universitarias, detrás de Argentina, Colombia y Brasil, que cuentan con 34, 41 y 200 museos y colecciones universitarias, respectivamente. En consecuencia, es necesario anotar que, el 2012, la Dirección de Museos y Bienes Muebles del Ministerio de Cultura publica la Guía de Museos del Perú (2012), donde refiere 36 museos universitarios. También existen excepciones de usos, como los museos administrados por universidades, estos son tres: el Museo Machu Picchu en Casa Concha, que es administrado por la Universidad Nacional de San Antonio de Abad del Cusco (Unsaac); el Museo Regional Leoncio Prado, que está a cargo de la Universidad Nacional Hermilio Valdizán, y el Museo de Huacas de Moche bajo la administración compartida entre la Universidad Nacional de Trujillo y el Patronato de Moche (Ministerio de Cultura, 2012). Hasta aquí hay noticia de 39 museos universitarios4.

En el 2000, apareció el Museo Anatómico en la Universidad Nacional Federico Villarreal, y recientemente, el 2017, se fundó el Museo de Historia Natural de la Facultad de Ciencias Naturales y Matemática de la misma universidad, a partir de la colección Zoológica del Laboratorio de Ecología y Biodiversidad Animal y la colección botánica del Laboratorio de Diversidad Vegetal, entendido el museo como proyección académica de los laboratorios, y el 2018 se fundó el Museo Universitario Santiago Antúnez de Mayolo (Musam) en la ciudad de Huaraz, como consecuencia de la colección arqueológica formada por la Escuela de Arqueología que se fundó el 2006.

Por lo tanto, por ahora existen 43 museos universitarios en el Perú (véase tabla 2, tabla 3, tabla 4 y tabla 5). Un común denominador en los orígenes de los museos universitarios es el preestablecimiento de la colección para concebir un museo por motivos académicos, fortuitos, circunstanciales, entre otros.

Tabla 2 13 museos universitarios ubicados en Lima. 

Nota. Información actualizada hasta el 2020.

Tabla 3 13 museos universitarios localizados en el norte del Perú. 

Nota. Información actualizada hasta el 2020. En los casos de Lambayeque, Loreto, Cajamarca y San Martín, los museos de tipo científico-naturalista fueron promovidos por las colecciones de recursos naturales existentes como extensión de laboratorios y gabinetes en sus respectivas facultades y especialidades.

Tabla 4 Nueve museos universitarios entre regiones del sur del Perú. 

Nota. Dos connotados museos por su origen serían el de Santuarios Andinos con la Momia Juanita administrado (privado) por la UCSM (Arequipa) y la Casa o Museo Concha por albergar parte de la colección repatriada de Hiram Bingham, que en la actualidad acompaña colecciones arqueológicas de la Unsaac.

La universidad formadora de colecciones: colecciones como origen de museos universitarios

Cada museo universitario ostenta y construye su propia identidad, representa e ilustra su propia historia, concede y agrega su propio dato científico (Pérez Mateo 2001, p. 286; 2018, p. 494). En ese sentido, un museo universitario no implica necesaria y paradójicamente ser un espacio que sufra masificación, sino que mantiene cierta mirada y sentido elitista (Pérez Mateo 2001; 2018), considerando que el primer público objetivo, próximo, responsable e inmerso directamente es el académico universitario (estudiantes, docentes e investigadores en general).

Los museos universitarios son ciertamente pioneros en considerar la dimensión educativa de los objetos, más allá de sus cualidades estéticas. El sentido didáctico se acentúa con la apertura al público en el siglo XVIII, en una tendencia que continúa hasta la actualidad. Hecho que se aprecia en su trayectoria histórica, su influencia y repercusión. Se observa cómo va cambiando el carácter de los objetos y su utilidad. Para finalmente destacar que estos museos pueden tener un futuro brillante con una adecuada gestión. (Pérez Mateo, 2018)

A pesar de las conceptualizaciones y correas administrativas, es aún novedad y terreno fértil el desarrollo institucional de los museos universitarios en su dimensión y empoderamiento en relación con la universidad y la sociedad misma.

La naturaleza de las colecciones advierte tipologías (García, 2018), como la arqueológica, la botánica o la artística. Sin embargo, en la práctica las tipologías de museos universitarios se han resuelto según las convenciones científicas de la misma universidad. Véase, por ejemplo, en colecciones de historia natural, algunos objetos prehispánicos que podrían también ser admitidos en colecciones etnográficas, arqueológicas y hasta artísticas.

El primer museo universitario del Perú en Cusco (1848)

Se tiene referencia de que la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco (Unsaac) fue la pionera con su museo universitario, denominado Museo Inka (véase Tabla 4), que custodiaba originalmente los materiales de gabinete de curiosidades y artefactos que se sospecha provenían de colecciones informales del Colegio de Caciques (Real Colegio de Caciques San Francisco de Borja).

De aquí que tendría cierto correlato con la metodología pedagógica de finales del siglo XVIII e inicios del siglo XIX. Estas colecciones, en su mayoría compuestas por piezas incas, son parte de las primeras exposiciones de gabinete de la universidad, y quizá las primeras en la historia de su género en este hemisferio del mundo.

Museo Universitario de San Marcos (1918)

El Museo de Historia Natural de la UNMSM fue fundado el 28 de febrero de 1918. Desde su fundación hasta 1934 funcionó en la segunda planta de la Facultad de Letras de San Marcos, en la casona del Parque Universitario.

En este primer caso, la motivación de la Decana de América surge de la acumulación de materiales de investigaciones del profesor Antonio Raimondi. En general, el museo se concebía como la refuncionalización de un espacio -digamos el de los altos de la casona- que aproveche las veces de ser un gabinete, almacén y exposición.

Antonio Raimondi vivió cerca de 25 años en el Perú y se casó con la carhuazina Adela Loli en el Callejón de Huaylas (Raimondi, 1873). Se presume que en 1850 Raimondi, por encargo de Cayetano Heredia, realiza los trabajos de clasificación de las colecciones mineralógicas y petrográficas de San Marcos (Ettore, 1995, p. 14), y permanecería como catedrático y a cargo del gabinete científico hasta sus últimos días. Por ejemplo, la famosa Estela de Chavín -encontrada por Timoteo Espinosa en 1840 (Carlson, 2009, p. 27) a pocos años de la visita de Raimondi- fue parte de estas colecciones.

Luego de la guerra con Chile, habida cuenta del “museicidio” (1881-1883) perpetrado por los soldados chilenos al Palacio de la Exposición que albergaba buena parte de las colecciones de Antonio Raimondi, pervive una anécdota respecto de la Estela de Chavín, que en el forcejeo al Palacio de la Exposición -donde hoy se encuenra el Museo de Arte de Lima del Parque de la Exposición- tumbaron el portón de uno de los ingresos que estaban soportados por la estela (la estela no fue víctima de saqueo porque estaba enterrada en uno de los patios del Palacio de la Exposición), que pareció imperceptible al tránsito de los soldados o quizá solo vieron una lámina de piedra que no proyectaba mayor ciencia que ser un desorden del suelo del recinto.

Luego de la ocupación chilena, se guarecieron las restantes colecciones y piezas, entre estas las colecciones de Raimondi, en el Museo de Pueblo Libre y en el gabinete de ciencias naturales de San Marcos, es decir, las colecciones especializadas de Antonio Raimondi dieron origen a un nutrido gabinete en la Casona de San Marcos.

Dicho gabinete, dirigido por Carlos Rospigliosi desde 1913, se convirtió en la antesala al Museo de Historia Natural. Para 1918, por promoción y gestiones del mismo Carlos Rospigliosi, como prestigioso catedrático, y del decano de la Facultad de Ciencias, Hernando Lavalle, tuvieron a bien la recepción de la idea de formar un Museo de Historia Natural con el acervo especializado de Antonio Raimondi, por parte del rector sanmarquino Javier Prado.

Julio César Tello, fundador del Museo Universitario de Arqueología y Etnología5

Mientras estudió en Estados Unidos, el interés de Tello continuó orientándose hacia el estudio de restos óseos humanos, la lingüística y los museos. Viajó por el país; asistió a certámenes académicos; visitó museos, en especial los que tenían colecciones de material óseo provenientes del Perú. (Astuhuamán, 2013, p. 488)

Por otro lado, en el mismo lugar y momento, pero en el mismo sentido de convertir la acumulación de colecciones en explicaciones de investigaciones y muestras educacionales, Julio César Tello -inspirado en Harvard, incluso en su mismo museo universitario (véase Figura 2) por teorías positivistas y postulados de vanguardia de antropólogos como Franz Boas y sus discípulos Robert Lowie, Alfred Louis Kroeber y Ruth Benedict- promueve la creación del museo universitario de San Marcos.

Debemos considerar que la idea de un museo universitario se explica en las dimensiones de modernidad que Tello observó en Estados Unidos y en Europa. Mientras Julio C. Tello cursaba la maestría en Antropología en Harvard, entre 1909 y 1911, exploró y fue testigo de los trabajos de Federico Ward Putnam, director de la Sección de Antropología del Museo de Historia Natural de Nueva York; de Franz Boas, curador asistente del Museo Americano de Historia Natural de Nueva York (Pérez y Dujovne 2002: 206), y de Alex Hrdlicka, miembro del Museo Americano de Historia Natural (Bueno 2010: 18-19 citado por Astuhuamán, 2013), tres notables investigadores de dos modernos museos que influenciarían en el huarochirano sobre sus consideraciones conceptuales sobre los museos.

En 1912, Tello, como delegado peruano del XVIII Congreso Internacional de Americanistas en Londres, junto a Clemente Palma (hijo de Ricardo Palma) y Clements Markham, ocupó tiempo para estudiar y observar técnicas de organización en museos y bibliotecas (Astuhuamán, 2013: 489-490). Esto es, Tello estaba preocupado y atento a las novedades que significaban los principales museos (arqueológicos) y su correlato con las expediciones científicas, la investigación misma y su discusión.

Respecto al destino de los materiales recuperados durante la expedición de 1913, una parte de los restos óseos recolectados fue exhibida y estudiada en California, integrando después el Museo del Hombre, en San Diego. Otra parte permaneció en Washington D. C., en el Smithsonian Institution, y el Museo Nacional (Lothrop, 1948: 51; Rogers, citado en Daggett, 1992: 12). Pero la mayor parte se quedó en el Perú, y fueron la base para la posterior creación del Museo de Arqueología de la Universidad de San Marcos, destacando los cráneos trepanados y los huesos largos con huellas de enfermedades (Carrión, 1947: 5). (Astuhuamán, 2013, p. 493)

Asimismo, “como diputado, Tello presentó un proyecto de ley acerca del control técnico y administrativo del Museo de Arqueología de la Universidad de San Marcos (Jave, 1981: 16)” (Astuhuamán, 2013: 500), aunque la primera denominación de este museo universitario fue Museo de Arqueología y Etnología. Observamos que “etnología”, con su carga semántica y concepción científica en su contexto (tiempo-espacio), se extiende para referir a una institución donde confluyan investigaciones arqueológicas e históricas como parte de la antropología. Aunque la máxima “la arqueología americana o es antropología o no es nada” (Willey y Phillips, 1958) es posterior a Tello, es en realidad la tendencia de la antropología norteamericana la que influenciará en el desarrollo de la arqueología en gran parte del mundo y, en consecuencia, también en los museos universitarios y su gestión de colecciones.

Específicamente, la idea boaziana de interpelar sociedades tradicionales a través del registro y análisis de aspectos como ceremonias, creencias, valoraciones sociales, vestimenta, etc., para configurar explicaciones modélicas o hipótesis respecto del presente con el pasado. Por esta razón, “gran parte de los materiales reunidos por Tello durante las expediciones de 1913, 1914, 1915 y 1916, también integraron el Museo de Arqueología de la Universidad de San Marcos (Carrión, 1947: 5; Mejía, 1948: 19; Daggett, 1992: 11, 16)” (Astuhuamán 2013, p. 498). Es decir, las colecciones ya existían y darían origen a la formalidad del museo universitario desde 1919.

Entonces, las colecciones de Tello, de cierto modo, coincidían con algunos especímenes chavín de Raimondi, que permitieron un puente explicativo entre los dos emergentes museos que funcionaron en los altos de la Facultad de Ciencias de San Marcos, que por aquel entonces se ubicaban en la casona del Parque Universitario. Véase, a manera de recurrencia, que la intención y tensión fundacional de estos dos primeros museos universitarios responde a un punto de quiebre sobre cómo administrar lo coleccionado, qué hacer con la colección, y qué mejor que proyectar y explotar su valencia educacional (Pérez Mateo 2000, 286-290). Otro punto que se distingue, un tanto en superación a la idea hermética y exclusiva de los gabinetes científicos decimonónicos, es la necesidad académica del uso de las colecciones.

Museo UNT (1939)

La arquitecta Catalina Velásquez, en diálogo con el programa Museos Puertas Abiertas, refiere que

por la visión institucional de la academia son espacios donde el desarrollo creativo del patrimonio está a la orden del día, donde vivenciamos y vivimos permanente esta construcción del patrimonio, este desarrollo del patrimonio y además fácilmente puede entender en el museo universitario que este patrimonio está vivo. Se renueva, cambia, esta dinámica propia de la investigación de la universidad que encuentra su escenario de exhibición, de visibilización de sus exposiciones. (Repetto, 2018).

La museógrafa Flor Vega sostiene que

teniendo en cuenta que los fondos museográficos es contenido netamente arqueológico, materiales arqueológicos, se pensó en realizar este museo de arqueología diseñado exclusivamente en los ambientes de esta casa solariega Risco, pensando en el público universitario. Luego en un público infantil-escolar donde la mayoría ingresa a este museo. (Repetto, 2018)

Museo UNFV (1977)

Aunque Ravines (1996, p.180) señala que el Museo Central de la Universidad Nacional Federico Villarreal tiene como fecha de creación 1980, es necesario consultar las fuentes y documentos que ubican su fundación en una resolución que el 30 de noviembre de 1976 (véase Figura 1) encarga a una comisión la creación del museo en 1977 y dicha creación se celebra en 1978 (véase Figura 2). El Museo de Antropología y Arqueología de la Universidad Nacional Federico Villarreal, denominado así a partir del 22 de abril de 1997, fue creado el 23 de octubre de 1986 y reconocido el 27 de marzo de 1989 como entidad científico-cultural e integrante del Sistema Nacional de Museos por el entonces Instituto Nacional de Cultura (INC).

Hasta entrada en vigencia de la Ley Universitaria fue parte del Centro Cultural de la universidad, pero a la fecha está en transferencia como dependencia del Vicerrectorado de Investigación. Cuenta con 20,000 piezas arqueológicas, ceramios de diversas culturas, textiles, hachas líticas, instrumentos musicales, cabezas trofeo, etc.

Nota. Tomado de Tras los pasos perdidos de Julio C. Tello, 1909-1919, por Astuhuamán, 2013, en H. Tantaleán, y C. Astuhuamán (Eds.), Historia de la arqueología en el Perú del siglo xx (colección Actes & Mémoires, vol. 34). l’Institut Français d’Études.

Figura 1 Plano del Museo Universitario de Harvard dentro del campus. 

Nota. Tomado de Archivo de la Jefatura del Museo UNFV (1976).

Figura 2 Resolución que da pionera noticia sobre el Museo UNFV. 

Discusión

Los museos universitarios en el Perú son consecuencia de elevar las colecciones académicas a un espacio especializado mucho más que un laboratorio y gabinete, es decir, la mayoría de museos universitarios fueron concebidos en el camino de investigaciones y acopio de acervo especializado (arqueológico, minerológico, entomológico, documentario, paleontológico, entre otros) como espacios refuncionalizados o adaptados como museo.

A la fecha, ningún museo universitario ha sido diseñado y edificado arquitectónicamente como tal, sino adaptado o refuncionalizado para ser museo. Del mismo modo, no existe una vinculación real y efectiva de las especialidades con sus museos, sino iniciativas desconexas, salvo contadas excepciones. Veamos el caso del Museo de Arqueología de la Universidad de Huacho: durante la ampliación del campus universitario, en 1987 (véase Tabla 5), apareció un contexto funerario disturbado debido a los huaqueos, esto es una momia despojada de su ajuar, pero esta momia llamó poderosamente la atención porque estaba tatuada. Entonces, en aquel tiempo Arturo Ruiz Estrada, profesor de dicha universidad, convencido de que debía detener los huaqueos en aquella área que denominó Cementerio II por ser una proyección de un cementerio prehispánico, rescató al individuo para conservarlo en un improvisado espacio que daría origen, junto a otros especímenes rescatados con otros hallazgos de excavaciones arqueológicas, al Museo Universitario (Falcón, 2015).

Tabla 5 Seis museos universitarios en el área central del Perú. 

Nota. Vale destacar que el Museo Regional Leoncio Prado de Huánuco es considerado como museo desde la fundación de la universidad en 1961, como filial de la Universidad del Centro, porque dicho edificio fue propiedad del héroe Leoncio Prado. De los museos de Pasco se registra su existencia como sus colecciones de uso pedagógico, sin embargo, no hay referencias de las fundaciones.

Hoy se estiman criterios técnicos que permiten la formalidad nominal de “museos” ante el Ministerio de Cultura. Por lo tanto, existen estándares desarrollados y vanguardistas para la documentación de bienes culturales y su digitalización. Es decir, existen inventarios y catálogos que son un punto de partida sustancial para ideas generales de todas las colecciones públicas y privadas de museos universitarios del Perú.

No obstante, es necesario traer a colación la promoción de buenas prácticas digitales (Ruiz 2018, 41). Por un lado, la métrica de alcances y públicos, o ciberpúblico, permite mejorar y desarrollar servicios o funciones académicas y culturales. En relación con la tendencia globalista sobre digitalización de los contenidos de los museos, se advierte el carácter poliédrico del ciberpúblico donde los nativos digitales, quienes conocen y usan redes sociales desde su educación secundaria, conciben una mayor autonomía y control sobre sus experiencias museísticas. Por lo tanto, los museos universitarios vuelven a ser un laboratorio y extensión de cátedra, donde el carácter pedagógico se torna poliédrico para crear casos modélicos en gran amplitud: desde conocer las colecciones hasta incluirlas en una investigación.

Los museos universitarios, cada vez más, deberán acercarse en criterios, experiencias y cooperación institucional, que por su mismo ejercicio generarán convenciones desde curatoriales hasta de semántica metodológica.

A modo de crítica, nótese la cuestión de afecto y respeto por los museos desde las autoridades universitarias. Por extensión, se intuye que es proporcional el afecto y respeto que la actual Sunedu tiene por los estándares de las universidades, incluidos sus (in)visibles museos universitarios.

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11. Esta investigación responde a una iniciativa personal sobre la genealogía de los museos públicos y, especialmente, los orígenes de las colecciones arqueológicas del Perú. Esta investigación empezó el 2016 como parte de apuntar los inicios de gestión del patrimonio arqueológico desde las colecciones de los museos nacionales del siglo XIX vinculado a universidades.

22. Candidato a PhD en Arqueología por la Universidad Federal de Minas Gerais (Brasil). Magister en Humanidades por la Universidad de Zhejiang (China). Licenciado en Arqueología por la Universidad Nacional Federico Villarreal. Candidato a Magister en Gestión del Patrimonio Cultural por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Colaborador del Museo Universitario de Arqueología y Antropología de la Universidad Nacional Federico Villarreal, gestor de patrimonio cultural. Participante en las temporadas de investigaciones arqueológicas (2014 y 2015) del Centre de Recherche Sur L’Amerique Prehispanique de la Universidad Sorbona de Paris. Becario al Seminario de Herencia Cultural y Arqueología de China en 2016. Recientemente coordinador del Museo de Acho y autor del montaje museográfico de Acho (2018) y coordinador del Complejo Arqueológico Huaca Huantille (2019-2020) promoviendo la formación y creación del Museo de Sitio Huaca Huantille a partir de la colección del material de excavaciones arqueológicas.

33. La analogía, para fines explicativos, es aludir a la escuela Ateniense fundada por Platón en el año 387 a. C. por su rol educador con la nobleza ateniense.

44. García (2011) da cuenta de 10 museos universitarios en Lima.

55. La dirección de Tello destacó por sus méritos y prestigio, a pie juntillas Rebeca Carrión Cachot (1947) dice “Como complemento indispensable de las investigaciones y de la enseñanza de las Ciencias Antropológicas propone durante el rectorado del Dr. Javier Prado, la creación del Museo de Arqueología y Etnología de nuestra Universidad. Fundado en octubre de 1919, su dirección es encomendada por Acuerdo del Consejo Universitario al Dr. Tello a mérito de su competencia científica hasta su fallecimiento el año de 1947”.

Recibido: 14 de Octubre de 2020; Aprobado: 21 de Junio de 2021

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