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Discursos del sur

versión impresa ISSN 2617-2283versión On-line ISSN 2617-2291

Discursos del sur  no.10 Lima jul./dic. 2022  Epub 31-Dic-2022

http://dx.doi.org/10.15381/dds.n10.24404 

Dossier

La deriva de la representación política en el Perú. El triunfo electoral de Pedro Castillo y la cuestión de la representatividad política1

The drift of political representation in Peru. The electoral victory of Pedro Castillo and the issue of political representativeness

Jorge Luis Duárez Mendoza1 
http://orcid.org/0000-0003-0182-5744

1 Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, Perú jduarezm@unmsm.edu.pe

RESUMEN

El presente trabajo propone una interpretación de las transformaciones que viene experimentando la representación política en el Perú a partir del estudio del triunfo electoral de Pedro Castillo. Sostenemos que dicho triunfo electoral evidenciaría la preponderancia en el Perú de la representatividad como lazo político, basada en la identificación por similitud sociológica, en un contexto de desconfianza y crisis de representación política. Esta preponderancia mostraría los límites de la política representativa en el Perú. El análisis se basa en una interpretación de los sentidos que configuraron la relación entre Pedro Castillo y sus votantes durante la primera vuelta electoral de las elecciones generales del 2021.

Palabras clave: representación política; representatividad; identificación; Pedro Castillo; elecciones generales 2021

ABSTRACT

This paper proposes a study of the transformations that political representation has been experiencing in Peru from the study of the electoral victory of President Pedro Castillo in 2021. We argue that such electoral victory would show the importance in Peru of representativeness as a political tie, based on identification by sociological similarity, in a context of mistrust and crisis of political representation. This preponderance would show the limits of representative politics in Peru. The analysis is based on an interpretation of the meanings that configured the relationship between Pedro Castillo and his voters during the first electoral round of the 2021 general elections.

Keywords: political representation; representativeness; identification; Pedro Castillo; general elections 2021

Desde hace varias décadas, la sociología y la ciencia política vienen reflexionando sobre el problema de la crisis de la representación en los regímenes democráticos (Hagopian 1998, Luna 2006, Manin 1992). Desde esta perspectiva, ya sea en Europa, Norteamérica o en Latinoamérica, las democracias vienen experimentando un progresivo distanciamiento entre la “clase política” y la ciudadanía en su conjunto, generándose una situación de desafección política. En el Perú este diagnóstico se agudiza considerando que la experiencia democrática se caracteriza por un precario sistema de partidos políticos. Diferentes estudios sobre la situación de los partidos políticos en el Perú dan cuenta de la debilidad que caracteriza a estas organizaciones políticas a nivel orgánico e ideológico (Crabtree 2010, Lynch 1999, Tanaka 2005). Las identidades partidarias en el Perú resultan ser sumamente precarias, siendo esta situación una de las principales causas de la crisis de representación política que sufre el país y de la inestabilidad política que se ha agudizado en los últimos años (Aragón 2016, Barrenechea y Encinas 2022). Cabe preguntarnos entonces ¿cómo se construyen los lazos políticos en contextos en donde la representación política tiene un alcance limitado? Además de los “vehículos personalistas” (Zavaleta y Levitsky 2019), ¿qué más encontramos en la relación entre políticos y ciudadanía en contextos de crisis de representación?

La inesperada victoria de Pedro Castillo en las elecciones generales de 2021 se dio en un contexto social y político bastante complejo. La campaña electoral estuvo signada por las restricciones a la movilidad social que el Gobierno decretó debido a la pandemia de la COVID-19. Semanas antes de la primera vuelta electoral, el país se encontraba atravesando el peor momento en términos del incremento de la letalidad durante la segunda ola de la pandemia. Las brechas sociales evidenciadas por la pandemia incidieron en que la cuestión de la desigualdad social sea incluida en los discursos y en los debates electorales. El accionar parcializado de buena parte de los medios de comunicación y las resistencias de las elites a reconocer los resultados electorales generaron una sensación de polarización política (Asensio 2021). Toda esta situación se encontraba a su vez atravesada por el desprestigio generalizado de los políticos debido a los destapes de corrupción del caso Lava Jato, desprestigio que se profundizó por las incapacidades que los actores políticos del Ejecutivo y del Congreso mostraron para hacer frente a la pandemia. Esta experiencia reafirmaba la creencia instalada en el sentido común nacional de que la política es una actividad en la que siempre hay que desconfiar. En tal sentido, si bien los resultados electorales del 2021 están vinculados con la performance de los actores políticos en una coyuntura electoral específica, también lo están con causas estructurales vinculadas a la representación política.

El presente trabajo propone un análisis de las transformaciones que viene experimentando la representación política en nuestro país a partir del estudio del triunfo electoral de Pedro Castillo. Sostenemos que dicho triunfo electoral evidenciaría la preponderancia en el Perú de la representatividad como lazo político en un contexto de crisis de representación política. A partir de Giovanni Sartori (2005) planteamos una distinción conceptual entre representación y representatividad, en donde la primera se define por su capacidad de articular la heterogeneidad social y la segunda por la preponderancia de una identificación por similitud sociológica. Para el estudio de nuestra unidad de análisis nos limitamos a considerar la primera vuelta electoral, celebrada el 11 de abril del 2021, en tanto consideramos que dicha elección nos acerca con mayor precisión a los sectores sociales que se identificaron con Pedro Castillo. El artículo consta de tres apartados. En el primero nos aproximamos al perfil de los electores de Pedro Catillo; en el segundo presentamos algunas interpretaciones que desde las ciencias sociales se han ensayado para comprender el inesperado triunfo electoral de Pedro Castillo; a partir de lo anterior, en el tercer y último apartado proponemos una interpretación en torno al devenir de la representación política en el Perú contemporáneo. Cerramos nuestro trabajo con algunas conclusiones ensayando preguntas para futuras investigaciones.

1. Una aproximación a los y las votantes de Pedro Castillo en la primera vuelta de las elecciones generales del 2021

Luego de semanas de una campaña que despertó poco interés en la ciudadanía, el 11 de abril del 2021 se realizó la primera vuelta de las elecciones generales. Como ya hemos indicado, nuestro análisis se interesa por esta etapa del proceso electoral en tanto consideramos nos permitirá una aproximación más precisa al votante de quien fue elegido presidente de la república, pues en la segunda vuelta electoral operaron otros elementos antagónicos e incentivos en las preferencias electorales que demandarían de otro abordaje analítico.

Comentando los resultados electorales del 11 de abril, diferentes analistas llamaron la atención sobre lo desconcertante que había resultado el triunfo de Pedro Castillo. En unas pocas semanas, el electo presidente de la república pasó del rubro “otros” de las encuestas de opinión sobre intención de voto a posicionarse en el primer lugar. La información brindada por la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) nos muestra que Pedro Castillo obtuvo en primera vuelta el 15.38 % de los votos emitidos a nivel nacional, lo cual equivale a algo más de dos millones setecientos mil votos. Su más cercana perseguidora fue Keiko Fujimori, quien obtuvo el 10.90 % de votos emitidos a nivel nacional.2 Pronto se ensayaron una serie de interpretaciones de estos resultados electorales, las cuales enfatizaban en que Pedro Castillo había logrado que una importante parte de la población más pobre y excluida del país se identifique con él.3 Revisemos a continuación alguna data sobre intención de voto y resultado electoral que nos permita evidenciar el asidero de estas interpretaciones.

Una primera aproximación nos la ofrece la encuesta de opinión de intención de voto de las elecciones generales 2021, realizada por el Instituto de Estudios Peruanos (IEP) el 1 y 2 de abril, es decir, a poco más de una semana antes de la primera vuelta electoral. En esta encuesta Pedro Castillo ocupó el sexto lugar con una intención de voto del 6.6 %. Si bien el expresidente no ocupaba aún los primeros lugares, sí registraba un crecimiento sostenido de intención de voto desde el mes de febrero. La encuesta nos permite tener una primera aproximación del perfil del votante de Pedro Castillo. Los atributos que resaltaron en esta población fueron las siguientes: mayoritariamente habitaba en lo que el estudio denominó el “Perú rural”, en departamentos del centro y sur del país. De hecho, del conjunto de postulantes, Castillo era el candidato que más apoyo obtenía de estas partes del país. En términos socioeconómicos, el votante de Castillo formaba parte principalmente de los sectores socioeconómicos C y D/E, es decir, incluía a una fracción de la población del país más afectada por la pobreza económica. En síntesis, la encuesta del IEP ya revelaba los principales atributos del elector de Pedro Castillo: habitante de áreas rurales y con mucha probabilidad de encontrarse afectado por la pobreza económica.

Si observamos los resultados de la primera vuelta electoral, confirmamos los hallazgos de la encuesta de opinión del IEP en torno al perfil del elector de Pedro Castillo. Por ejemplo, si relacionamos los votos emitidos con el índice de pobreza a nivel distrital, encontramos que en los diez distritos que registraron la mayor tasa de pobreza monetaria en el año 2018, Pedro Castillo obtuvo el primer lugar. Como se puede observar en el cuadro 1, Pedro Castillo superó el 60 % de votos en seis de los diez distritos con mayor índice de pobreza monetaria a nivel nacional, incluido entre ellos el distrito cajamarquino de Anguía, localidad en donde Pedro Castillo pasó parte de su vida. En esta localidad el expresidente obtuvo el 88.2 % de votos. Una característica que comparten estas diez localidades es que sus territorios son predominantemente rurales según los estándares técnicos del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI).4

Tabla 1 Votación obtenida por Pedro Castillo en la primera vuelta electoral en los 10 distritos con mayor índice de pobreza monetaria en el Perú. 

N.° Provincia Distrito % de población en situación de pobreza % de votos de Pedro Castillo
01 Chota Anguía 78.7 % 88.2 %
02 Huanta Pucacolpa 78.2 % 75.3 %
03 San Marcos José Sabogal 77.0 % 68.0 %
04 Celendín Huasmín 76.1 % 64.7 %
05 Tayacaja Pichos 77.1 % 63.6 %
06 Celendín Oxamarca 81.0 % 62.4 %
07 Jaén Sallique 76.8 % 56.7 %
08 Huanta Uchuraccay 81.3 % 49.2 %
09 Cajabamba Cachachi 76.9 % 48.1 %
10 Cutervo Cujillo 76.6 % 43.9 %

Fuente: elaboración propia sobre la base de la ONPE y el INEI.

Nota: las cifras de pobreza son del año 2018 y provienen de INEI (2020), “Mapa de Pobreza Monetaria Provincial y Distrital 2018”. Cabe precisar que las tasas de pobreza aquí consideradas fueron calculadas antes de la pandemia de la COVID-19. Es decir, durante el proceso electoral es muy probable que los porcentajes de pobreza se habrían incrementado en estas localidades debido a los impactos de la pandemia en la economía familiar.

Comentando los resultados electorales, la politóloga Zaraí Toledo (2021, 74) sostuvo lo siguiente:

A Perú no se lo lee por filiación partidaria sino por ubicación geográfica. Mientras más lejos se esté del “milagro peruano”, menos se cree que este sea real. Consistentemente, las zonas rurales más pobres, indígenas o campesinas, que para su supervivencia dependen más de la autoorganización que del Estado, votan en las elecciones presidenciales por opciones políticas que prometan más Estado, oportunidades y reivindicaciones socioculturales.

Si estamos de acuerdo con la lectura propuesta por Zaraí Toledo, debemos detenernos al menos brevemente en las dinámicas sociales que han caracterizado a las zonas rurales del país en los últimos años. Los estudios sociales sobre ruralidad han destacado en las últimas décadas importantes transformaciones en estos territorios, constituyéndose lo que se ha denominado una “nueva ruralidad” (Diez 2014, Gaudin 2019). Una de las características de esta nueva ruralidad es la diversificación de las actividades productivas que en la sierra peruana está relacionada con la expansión de la actividad minera a gran escala. Estas transformaciones de las áreas rurales están relacionadas con nuevas demandas y aspiraciones de las poblaciones locales en torno al cuidado del medio ambiente y a la distribución de la renta generada por actividades económicas que se han asentado en sus territorios en las últimas décadas. Si prestamos atención a un territorio “emblemático” de esta nueva ruralidad en el Perú, nos referimos al corredor minero sur andino, encontramos que ahí también Pedro Castillo obtuvo el primer lugar en la primera vuelta electoral (ver cuadro 2).5 Esto permite destacar ya no solo el rostro “pobre y rural” del elector de Pedro Castillo, sino también la identificación construida en áreas rurales que han experimentado importantes cambios generados por actividades extractivas a gran escala (nótese que cinco de los trece distritos considerados como parte del corredor minero sur andino registran índices de pobreza monetaria cercanos al promedio nacional), que han devenido en no pocos casos en conflictos ecoterritoriales que no han sido atendidos oportuna y adecuadamente por el Estado (Svampa 2019).

Cuadro 2 Votación obtenida por Pedro Castillo en primera vuelta electoral en el corredor minero sur andino 

N.° Provincia Distrito % de población en pobreza % de votos de Pedro Castillo
01 Cotabambas Haquira 45.2 % 67.3 %
02 Cotabambas Challhuahuacho 39.0 % 63.0 %
03 Grau Progreso 49.3 % 58.4 %
04 Chumbivilcas Quiñota 54.5 % 70.9 %
05 Chumbivilcas Santo Tomás 44,5 % 63.3 %
06 Chumbivilcas Llusco 50.0 % 62.2 %
07 Espinar Ocoruro 34.3 % 68.6 %
08 Espinar Coporaque 41.6 % 68.5 %
09 Espinar Pallpata 29.9 % 67.2 %
10 Espinar Condoroma 24.0 % 63.6 %
11 Espinar Espinar 25.9 % 55.9 %
12 Caylloma San Antonio de Chuca 28.9 % 70.6 %
13 Caylloma Callalli 29.6 % 69.1 %

Fuente: elaboración propia sobre la base de la ONPE y el INEI (2020)

En síntesis, los datos hasta aquí presentados confirman la caracterización del elector de Pedro Castillo que han realizado distintos analistas. Las referencias al electorado del expresidente como población habituada a lidiar con la precariedad de los servicios públicos que brinda el Estado, que viene experimentando cambios en sus estrategias de sobrevivencia debido a actividades extractivas y que muchas veces se enfrenta a la pobreza, se condicen con los resultados de la primera vuelta electoral a nivel local.

En línea con los datos hasta ahora presentados, Daniel Encinas y Alejandra Fuentes (2021) desarrollaron un análisis de la geografía política de las elecciones presidenciales del 2021. Los autores describen los patrones geográficos a nivel provincial y distrital de la votación por Pedro Castillo, específicamente conglomerados que agrupan valores altos de voto. Según este estudio, en primera vuelta los conglomerados electorales de Pedro Castillo se concentraron en parte de la sierra sur y cruzaron localidades de Puno, Apurímac, Ayacucho y Huancavelica. Estos conglomerados se presentaron también en localidades de Cajamarca, Huánuco y Áncash. Debido a la estrategia metodológica del estudio, los autores no ensayan las causas posibles de la constitución de estos conglomerados. Nosotros ensayaremos una posible explicación apelando a las formas de identificación entre Pedro Castillo y su electorado. Para ello, en el siguiente apartado presentaremos cómo distintos autores han analizado esta identificación, con la intención de caracterizar el lazo político que se forjó en el contexto de la primera vuelta electoral.

2. El triunfo electoral de Pedro Castillo explicado desde las ciencias sociales

Pasemos ahora a revisar cómo las ciencias sociales han interpretado la identificación que Pedro Castillo construyó con sus electores. Esto nos permitirá dar un siguiente paso analítico para poder caracterizar la representación política que construyó Pedro Castillo en el contexto electoral. Para ello consideraremos los trabajos de Raúl Asensio (2021), Natalia Gonzáles y Macarena Moscoso (2021), Romeo Grompone y Omayra Peña, y Ramón Pajuelo (2021). Todos ellos forman parte del libro El profe, publicado por el IEP.

2.1. Pedro Castillo y los círculos inmediatos de identificación

Romeo Grompone y Omayra Peña estudian los procesos de identificación en torno a la candidatura de Pedro Castillo, considerando los cambios que experimentaron en el mediano plazo los campos en donde el candidato había desarrollado su trayectoria político-dirigencial.6 Describen grosso modo algunos de los principales cambios que en los últimos años han experimentado el sindicalismo magisterial, las tareas y responsabilidades de las rondas campesinas, y la ruralidad. Sin dejar de reconocer la fragmentación de las organizaciones populares presentes en cada uno de estos campos, los autores destacan que las demandas de un actor social particular, en el marco de estos cambios, podían ser reivindicadas como propias por otros actores sociales, identificándose como parte de ellas. Este reconocimiento contribuiría a configurar círculos inmediatos de identificación, de los cuales -siguiendo el argumento de los autores- Pedro Castillo habría sido reconocido como parte y todo a la vez, al constituirse como “uno de los suyos”. Un símbolo que sintetiza la participación de los postergados, campesinos y maestros rurales, en la toma de decisiones sobre los asuntos públicos:

La presencia de Castillo se constituye como una referencia simbólica y discursiva que plantea una ruptura con la idea de que inevitablemente tienen que delegar sus agendas a personas por fuera de su círculo inmediato de identificación. Sus votantes, asumida esta perspectiva, pueden sentir que intervienen más activamente en las decisiones y que se abre un espacio para nuevas definiciones y alternativas (Grompone y Peña 2021, 156).

Ser reconocido como parte de los círculos inmediatos de identificación en los campos del magisterio, de las rondas campesinas y de las áreas rurales, habría permitido a Pedro Castillo ganar en credibilidad ante sus electores, en un contexto de reinante desafección política. El análisis de nuestros autores nos permite destacar la relevancia del criterio de semejanza en los procesos de identificación política que generó la candidatura de Pedro Castillo, mediado por las demandas que organizan las arenas de disputa en el magisterio, en las rondas campesinas y en las áreas rurales. Es decir, el carácter sociológico de la identificación con Pedro Castillo estaba investido de sentido reivindicativo.

2.2. Palabra de maestro

Natalia Gonzáles y Macarena Moscoso (2021) nos permiten profundizar particularmente en la identificación que Pedro Castillo construyó con los maestros, especialmente rurales. Las autoras destacan el reconocimiento público que los maestros ganaron durante la pandemia al tener que continuar con su labor en condiciones bastante adversas. Este contexto habría resultado favorable para Pedro Castillo, sobre todo en aquellas localidades del “interior del país” (término utilizado por las autoras) en donde veían la posibilidad de tener un presidente provinciano y maestro rural. Y es que, siguiendo con el argumento de nuestras autoras, la figura del maestro puede vincularse en las zonas rurales con el sacrificio, con el trabajo denodado en condiciones laborales y sociales precarias, lo que los acerca a poblaciones que experimentan el abandono del Estado. Las autoras destacan que, con el devenir de la campaña electoral, en el diálogo que entablaron con docentes de distintas regiones del país:

Se fue haciendo más claro que la fuerte identificación de los docentes por el candidato Castillo no estaba directamente relacionada con sus propuestas de Gobierno, sus cualidades de orador o su experiencia como político. Más bien tenía que ver con lo que él representaba: era un paisano y colega (Gonzáles y Moscoso 2021, 98).

Pedro Castillo antes de ser elegido presidente era docente de la escuela del centro poblado de Puña, Cajamarca, y dirigente de la Federación Nacional de Trabajadores en la Educación del Perú (FENATE).7 Las autoras destacan el hecho de que los profesores rurales cumplen el rol de representantes de la comunidad fuera de ella y se les suele reconocer como autoridades en los centros poblados. Es decir, los maestros suelen ocupar un “lugar de respeto y reconocimiento” en estos ámbitos rurales -especialmente en el sur andino según las autoras-, aspectos no menores en una sociedad como la peruana en donde más bien lo preponderante es la desconfianza. Tengamos en consideración que, según el Barómetro de las Américas (2020), el Perú registra uno de los niveles de confianza interpersonal más bajos de América ocupando el puesto 19 de 20 países, superando solo a Brasil. Solo el 42 % de peruanos y peruanas encuestadas afirmó que la gente es muy o algo confiable. Como podemos deducir, esta situación tiene un impacto en la cultura política. Es decir, en una sociedad de la desconfianza, la “palabra de maestro” se presenta como uno de los escasos lugares de enunciación que generaría respeto y confianza. Un dato no menor, y que es destacado por Natalia Gonzales y Macarena Moscoso, es que en las últimas décadas los profesores rurales han dejado de ser foráneos. El prestigio del maestro rural ahora se relaciona también con la pertenencia a la localidad. En tal sentido, los lazos de respeto y confianza que genera el o la docente pueden desarrollarse con alguien que forma parte de la misma comunidad.

El análisis de nuestras autoras nos permite subrayar la relevancia de determinados atributos, como el ser “paisano y colega”, para generar procesos de identificación en contextos de alta desconfianza. A su vez, si vinculamos el análisis de nuestras autoras con el realizado por Romeo Grompone y Omayra Peña, cabe plantearnos que la expansión de las áreas de los círculos inmediatos de identificación se verá limitada por las escasas fuentes de confianza interpersonal con las que cuenta la sociedad peruana.

2.3. El discurso del descontento

Según Ramón Pajuelo, en las elecciones generales del 2021 se fueron progresivamente decantando dos narrativas enfrentadas: un discurso del miedo y un discurso del descontento, narrativas que expresaban sentidos de pertenencia, perspectivas de futuro y representaciones de la historia contrapuestos. Según nuestro autor, estas narrativas empezaron a moldearse aún con poca claridad durante una primera vuelta electoral signada por un alto número de candidaturas (dieciocho postulantes). El componente ideológico de estas narrativas habría sido el primero que se habría moldeado a partir de una distinción entre, por un lado, alternativas conservadoras, de continuidad o modernización del modelo económico; y, por otro lado, el cuestionamiento al modelo económico, la eliminación de la desigualdad y la necesidad de una nueva constitución. Esta segunda orilla fue progresivamente ganada por Pedro Castillo, desplazando a Verónika Mendoza. A diferencia de Natalia Gonzáles y Macarena Moscoso que destacan lo que representó la figura de Pedro Castillo, nuestro autor presta atención a cómo los planteamientos y propuestas de campaña fueron configurando el campo político electoral.

Para dar una idea al lector de la forma en que Pedro Castillo logró posicionarse como el principal enunciador del discurso del descontento, Pajuelo nos brinda una breve descripción de la campaña del candidato de Perú Libre durante las semanas previas al 11 de abril. El autor destaca que la campaña del expresidente durante aquellas semanas fue particularmente intensa gracias al apoyo de las redes magisteriales que le eran afines y al trabajo territorial del partido Perú Libre, el cual le permitió un contacto directo con grupos de votantes principalmente rurales. En estas visitas, Ramón Pajuelo destaca la identificación que Pedro Castillo logró particularmente con dos poblaciones ya destacadas en los anteriores trabajos aquí citados: maestros y campesinos a través de un discurso beligerante. El autor transcribe las siguientes palabras que Pedro Castillo enunció en un mitin en la localidad de Santa Cruz, Cajamarca:

Nuestra solidaridad con todos los movimientos populares, nuestra solidaridad con los que salen a la calle a mendigar un derecho, como lo hemos hecho los maestros, como hoy lo hacen los campesinos, como hoy lo hace la juventud, como lo hacen las madres, como hoy lo hace el pueblo oprimido. Queridos compatriotas, estamos acá para decirles más que una campaña política. Estamos haciendo un recorrido por el Perú diciéndole al país que hoy en este escenario político es el momento que tenemos de ponernos de pie para gestar nuestra propia base legal ante esta Constitución hecha a medida, a peso y talla de la gran oligarquía, del gran capitalismo, del neoliberalismo (Pajuelo 2021, 196).

Ramón Pajuelo enfatiza en que el reconocimiento que hacen maestros y campesinos del candidato Pedro Catillo como “uno de ellos” se encuentra mediado por un discurso beligerante de cambio que canaliza el descontento de quienes son identificados como los “pobres y olvidados”. Como hemos visto, este es un elemento también referido por Romeo Grompone y Omayra Peña, pero nuestro autor le imprime una densidad histórica a su análisis destacando que el discurso del descontento enunciado por Pedro Castillo proviene de dos fuentes, la primera la lógica radical y de reivindicación campesina y popular, proveniente de las luchas del siglo XX; y la segunda de una interpretación crítica de la historia y las injusticias de la sociedad peruana. El análisis de Ramón Pajuelo permite situarnos en los sentidos sedimentados vinculados a lo político que operaron en la identificación entre Pedro Castillo y sus electores. Es decir, esta aproximación nos permite considerar los elementos estructurantes de este lazo político.

2.4. El provinciano redentor

El trabajo de Raúl Asensio nos permite continuar con la lógica estructurante del análisis de Ramón Pajuelo. Paradójicamente el análisis de nuestro autor se inicia apelando al azar para explicar el triunfo de Pedro Castillo en la primera vuelta electoral. La extrema volatilidad de la intención de voto, expresada en el contaste cambio del candidato o candidata que lideraba las encuestas en las semanas previas a la elección, habría permitido la coincidencia del crecimiento de la intención de voto de Pedro Castillo con el día de las elecciones. Según nuestro autor, la fortuna -a la que refiere Maquiavelo en su célebre El príncipe- acompañó a Pedro Castillo.8 Pero ¿cómo explica Raúl Asensio la otra parte que está implicada en el triunfo del candidato de Perú Libre, es decir, el crecimiento que experimentó su candidatura? Aquí aparece el argumento del autor que buscamos destacar: la identificación por similitud como base de la representatividad que logró construir Pedro Castillo:

Su conocimiento directo de los lenguajes políticos y de las preocupaciones de la población rural hizo posible que su candidatura fuera exitosa allí donde otros políticos de izquierda fracasaron. Se unía a ello su imagen como profesor y rondero, dos funciones con fuerte prestigio en el mundo rural peruano, como vectores de mejora social, de orgullo y defensa de lo propio frente al desinterés de las autoridades y de las elites urbanas (Asencio 2021, 49).

Siguiendo el argumento del autor, la conexión emocional de Pedro Castillo con sus votantes de la primera vuelta electoral se explicaría por la cercanía con la realidad rural, en la idea de ser “un peruano como ellos”. Esta identificación enraizada en lo rural incorpora a su vez esta crítica a las elites urbanas como las responsables de la postergación de la población andina, que en el Perú se traduce en un histórico clivaje entre centralismo y regionalismo. Para nuestro autor estas características del candidato Pedro Castillo habilitan a reconocerlo como aquel arquetipo presente en los imaginarios políticos peruanos que denomina el “provinciano redentor”. Entidad del imaginario de vieja data, este arquetipo -especialmente fuerte en la sierra sur, según Asencio- se basaría en una distinción socioeconómica y moral entre la capital y el resto del Perú, en donde el habitante del resto del país, es decir el “provinciano”, aparece como honrado, trabajador, orgulloso de su identidad, mientras que el habitante de Lima resultaría ser egoísta, rapaz y alienado.

Dos aspectos del estudio de Raúl Asencio quisiéramos destacar para un análisis de la representación política. El primero de ellos está relacionado con la dimensión de la representación que nos habilita reflexionar: los imaginarios políticos. Esta aproximación se diferencia de los habituales análisis de la representación política que prestan atención a los procedimientos y los arreglos institucionales del régimen político, permitiéndonos identificar los sentidos de cohesión política que operan en contextos de precaria identidad partidaria. El segundo, que está vinculado al anterior, nos plantea un análisis que va más allá de la performance de Pedro Castillo en el proceso electoral, considerando las condiciones de reconocimiento que operaron en la construcción de la representación política del candidato de Perú Libre. Nos referimos a la vigencia del clivaje centralismo/regionalismo como elemento constitutivo de lo que Raúl Asencio denomina el provinciano redentor.9

***

Los cuatro estudios aquí comentados destacan el hecho de que ser provinciano, campesino y profesor posibilitaron a Pedro Castillo establecer una identificación por similitud con su electorado, que estaría relacionada con la alta desconfianza que genera la política. Adicionalmente, algunos de estos estudios enfatizan en que esta identificación estuvo mediada por el histórico clivaje centralismo/regionalismo actualizado por el descontento de los “pobres y olvidados” en un contexto de pandemia. Como podemos reconocer, los argumentos de los autores y autoras aquí presentados nos brindan indicios sobre determinados cambios que ha experimentado la representación política en el Perú durante las últimas décadas. Nuestros autores y autoras no problematizan esta cuestión de manera sistemática, por lo que nosotros propondremos una interpretación en esta línea en el siguiente apartado.

3. La deriva de la representación política

En el primer apartado de este trabajo dimos cuenta de las principales características socioeconómicas de los y las votantes de Pedro Castillo en la primera vuelta de las elecciones generales del 2021. En el segundo apartado presentamos un conjunto de interpretaciones ensayadas desde las ciencias sociales sobre la relación que Pedro Castillo entabló con sus votantes, identificando como esta relación estuvo mediada por el clivaje centralismo/regionalismo y por una identificación por similitud sociológica. En este tercer aparato desarrollaremos una interpretación sobre el devenir de la representación política en el Perú contemporáneo, considerando lo presentado en los aparatos anteriores.

Resulta indispensable iniciar este tercer apartado planteando una definición de la representación política, un concepto que ha devenido en central en la teoría política moderna. Las contribuciones de la ciencia política nos pueden ayudar a alcanzar una definición útil para los fines de nuestro análisis. En un estudio sobre la situación de la representación política en los países andinos, Jorge Aragón (2016) presenta las contribuciones de Hanna Pitkin, Bernard Manin y Juan Pablo Luna para definir este tipo de relación política. Para Jorge Aragón, los aportes de estos estudiosos permiten identificar una definición básica de la representación política democrática, la cual alude a una relación entablada entre ciudadanos, ciudadanas y gobernantes basada en los intereses y preferencias de los primeros. La representación política democrática operaría adecuadamente en la medida en que los gobernantes tomen sus decisiones considerando los intereses de quienes buscan representar. En tal sentido, el régimen político democrático deberá basarse en arreglos institucionales y procedimientos (un proceso electoral, por ejemplo) que habiliten la representación política. En su argumentación, Jorge Aragón coincide con Bernard Manin, quien sostiene que las experiencias de las democracias contemporáneas estarían evidenciando más que una crisis de representación una transformación de los contextos sociopolíticos desde los cuales se busca construir el lazo representativo. Estas transformaciones incluirían los comportamientos electorales, en donde la personalidad del candidato adquiere mayor relevancia en detrimento del partido y del programa político. En breve, estaríamos frente a un tránsito de una democracia de masas hacia una democracia de lo público, que involucra una nueva forma de representación basada en la “personalización” de la política.

Coincidimos con Jorge Aragón con buena parte de su propuesta de definición básica de la representación política. Nos parece pertinente tener como punto de partida para su caracterización la interacción entre ciudadanos, ciudadanas y gobernantes (o posibles gobernantes cuando esta interacción se va construyendo en un contexto electoral, como es el caso que aquí analizamos). Enfatizar en esta interacción nos evita caer en una concepción de la representación política que supondría exclusivamente un vínculo unidireccional del ciudadano que expresa sus intereses y preferencias hacia el gobernante que las acoge y promueve, avanzando más bien hacia un estudio de las formas en que el representante influye en cómo dichos intereses y preferencias son enunciados. A su vez, nos parece relevante considerar la influencia de las transformaciones sociopolíticas en el ejercicio de la representación. Sin embargo, nos resulta insuficiente para poder profundizar en el análisis de la agencia de los gobernantes (para seguir con los términos utilizados por Jorge Aragón) al momento de construir el lazo representativo.

Para avanzar en el análisis de la influencia de los gobernantes o candidatos en la construcción del lazo representativo, podemos traer a colación los argumentos de Giovanni Sartori (2005) en su defensa de la representación política. Para nuestro autor, la representación política se define por “a) una sustitución en la que una persona habla y actúa en nombre de otra; y b) bajo la condición de hacerlo en interés del representado” (Sartori 2005, 2). Como podemos notar, la característica “b” se encuentra considerada de forma enfática en la definición básica que plantea Jorge Aragón. La característica “a”, si bien no del todo ausente como hemos indicado, se encuentra menos desarrollada en dicha definición básica. Esta sustitución que opera en la representación política, destacada por Giovanni Sartori, nos brinda una pista muy útil para el análisis del proceso de construcción de este lazo político. La representación supondría hacer presente algo ausente en términos empíricos, pero que opera en el terreno de los imaginarios políticos. Esta es la dimensión de la representación que consideramos relevante para comprender cómo viene operando este lazo político en el Perú contemporáneo. En tal sentido, nuestro análisis no se detendrá en identificar los límites de los arreglos institucionales y los procedimientos para garantizar la representación política en el Perú de hoy.10 Se interesa, más bien, en cómo opera dicha sustitución en el plano de la producción de sentidos que orientan la acción colectiva. Para avanzar en esta línea de investigación, nos ayudarán los aportes ya no solo de Giovanni Sartori, sino también los de Ernesto Laclau.

En La razón populista, Ernesto Laclau (2005, 199-216) desarrolla un apartado sobre la representación política ahondando en el rol de los representantes en la construcción de este lazo político. Afirmando el carácter bidireccional de la representación, el teórico argentino destaca la agencia que tiene el representante en la construcción de esta relación al inscribir las demandas y expectativas de los ciudadanos y ciudadanas en discursos políticos que habilitan que el carácter particular de aquellas sea reconocido como propio del interés general de la sociedad. El representante le imprime un plus de sentido a las demandas y expectativas planteadas por un sector particular de la sociedad (campesinos o docentes, por ejemplo), buscando que estas sean reconocidas como expresiones del “bien común” de la nación. Los discursos políticos que permiten inscribir determinadas demandas particulares en el interés general varían en su capacidad de articular intereses y preferencias socialmente heterogéneas. Desde esta lógica de la representación, nos encontraremos en algunos casos con discursos políticos con una alta capacidad para articular en torno a sentidos compartidos una heterogeneidad de demandas; y en otros casos con discursos políticos con una menor capacidad de articulación.

Integrando lo hasta aquí planteado, podemos sostener que la representación política es una relación basada en la interacción entre ciudadanos y ciudadanas (representados), por un lado, y gobernantes o candidatos (representantes), por otro, en donde los intereses y preferencias de los primeros son resignificados y articulados por la enunciación política de los segundos. En regímenes democrático, la efectividad de la representación política pasaría por el hecho de que los representados reconozcan en el quehacer de sus re- presentantes la defensa y la promoción de sus intereses y preferencias; y que, por tanto, los representantes cuenten con la capacidad de producir sentidos en torno al bien común que integren estos intereses y preferencias, articulando con ello la heterogeneidad social.

Considerando la definición de la representación política arriba esbozada, sostenemos que la campaña de Pedro Castillo y los resultados que obtuvo en la primera vuelta electoral evidencian el debilitamiento de la capacidad articulatoria del lazo representativo. Pero este debilitamiento no se explicaría únicamente por el “estilo de campaña” de Pedro Castillo, sino más bien tendría un trasfondo de carácter estructural. El triunfo electoral del candidato de Perú Libre, una figura que resultaba ser poco conocida en el escenario político nacional, estaría relacionada con las variaciones que en el Perú ha experimentado la representación política. Consideramos que nos encontramos ante una deriva de la política representativa, basada en un desplazamiento de la representación hacia la representatividad, generándose así un desbalance en detrimento de lógicas articulatorias. Para esclarecer estas últimas líneas volveremos a apelar a Giovanni Sartori. En el texto antes citado, nuestro autor plantea una distinción muy útil para los fines de nuestro análisis entre representación y representatividad. Ya hicimos referencia a la forma en que el politólogo italiano entiende la representación (las dos características que la definen), entonces centrémonos ahora en la representatividad:

Pero existe también un uso sociológico (o existencial) del término [representación política] que no puede dejarse aparte sin más como una acepción diferente. Cuando decimos que alguien o algo es “representativo de algo” estamos expresando una idea de similitud, de identificación, de características compartidas. […] Y el voto a “alguien como yo” (un trabajador para los trabajadores, un negro para los negros) es la base del voto de clase, étnico, religioso y, en general, del voto por categorías. Por tanto, aunque representación y representatividad aluden a cuestiones diferentes y son conceptos distintos, la comprensión de la política representativa depende de ambos (Sartori 2005, 2).

En diálogo con lo que plantea el politólogo italiano, desde nuestra perspectiva la representatividad se basa en lo que denominamos una identificación “isomorfa”. A diferencia del principio de isonomía que habilita una identificación de los sujetos como pertenecientes a una misma comunidad política a través del derecho (Bovero 2002), el isomorfismo supone una identificación basada en la forma en que los sujetos se posicionan en la estructura social al reconocer características sociológicas compartidas. Este reconocimiento se ve reforzado por la desconfianza frente a un otro diferente que se identifica como una amenaza. En tal sentido, la representatividad entendida como identificación isomorfa nos lleva a platear que los elementos programáticos de los discursos políticos quedan en un segundo plano (más no desaparecen) frente al criterio de similitud entre representante y representado como generadora de confianza, esto a costa de limitar la capacidad articulatoria de la heterogeneidad social.

Para comprender lo planteado líneas arriba, debemos precisas que la posición que los sujetos reconocen ocupar en la estructura social (de subalternidad o de elite, por ejemplo) está mediada por las articulaciones que generan los discursos políticos. Es decir, dicha forma implica una configuración de sentido sobre las relaciones de poder que organizan lo social. En nuestro caso de estudio, el histórico clivaje centralismo/regionalismo -presente en el discurso político de Pedro Castillo- habilitó que buena parte de sus electores (en primera vuelta) se reconozcan en un lugar de subalternidad que generaba des- contento; y a su vez, dicho reconocimiento se basó en características sociológicas de similitud: ser maestro y campesino como garantías de honestidad en un contexto de alta desconfianza interpersonal, lo cual restringió la capacidad articuladora de dicho clivaje.

Lo hasta aquí planteado ¿nos habilita a afirmar como lo han hecho autores como Rodrigo Barrenechea y Daniel Encinas (2022) que Pedro Castillo expresó la condición de un líder populista en las elecciones del 2021? De nuestra parte estamos en desacuerdo con esta caracterización. Consideramos que esta inadecuada caracterización parte de una concepción insuficiente del populismo. Basados en Cas Mudde, los autores sostienen que el populismo es una “ideología delgada” que se sostiene en la diferencia política elite corrupta/pueblo víctima y en la apelación al interés general. Desde esta lógica bastará identificar en los discursos de Pedro Castillo la recurrente apelación al “pueblo” y la ambigüedad ideológica de sus planteamientos para concluir que él representa un liderazgo populista. Esta aproximación pierde de vista que, como lo señala Gerardo Aboy Carlés (2013), el populismo se caracteriza por su capacidad de articular una heterogeneidad de demandas en una permanente definición y redefinición de la frontera política. En Pedro Castillo identificamos algo distinto, en donde la representación política con capacidad articuladora es reemplazada en buena parte por la representatividad de la similitud como respuesta a la desconfianza que generan los actores políticos. Lo que tenemos es esa permanente compenetración entre política y sociología que define la política de nuestro país animada por la desconfianza, tal como lo destaca las siguientes líneas:

Es difícil en estos países que la política se emancipe de la sociología, asociada aquella con desconfianzas ancladas en la estructura de clase. Las divisiones entre las provincias y la capital, lo andino-rural y lo quechua frente a lo castellano son importantes. La oposición política es también cultural, racista, jerárquica. No es solo un asunto de posiciones políticas (Goldstein 2022, 122).

La representatividad, por más basamento sociológico que tenga, no pierde su potencia política, mas esta ve seriamente limitada su capacidad articulatoria cuando refuerza las lógicas de la desconfianza.

Conclusiones

El presente trabajo ha propuesto una interpretación de las transformaciones que viene experimentando la política representativa en el Perú a partir de la campaña y resultados de la primera vuelta de las elecciones generales del 2021, donde resultó ganador el expresidente de la república Pedro Castillo. Nuestro análisis plantea que dicho contexto electoral manifiesta la preponderancia de una lógica de la representatividad basada en la identificación por similitud sociológica, que hemos denominado representatividad isomorfa, en detrimento de una lógica de la representación que se caracteriza por su vocación de amplia articulación de la heterogeneidad social. Hemos sostenido que esta preponderancia estaría relacionada con la desconfianza que generan los actores políticos. En el caso de Pedro Castillo, esta representación isomorfa estuvo mediada por una distinción política de larga data en el Perú: centralismo/regionalismo.

Desde una perspectiva crítica, hemos utilizado aquí la palabra “deriva” para describir la preponderancia de la representatividad en detrimento de la representación. Como sabemos, una deriva supone caracterizar el devenir de un proceso como negativo. Ahora bien, para nuestro caso de estudio ¿negativo con respecto a qué? Consideramos que la preponderancia de la representatividad evidencia los límites de la política en el Perú para construir consensos convocantes e incluyentes. Su énfasis en articular la similitud sociológica, antes que articular la heterogeneidad social, manifiesta la incapacidad de los actores políticos de construir proyectos políticos con vocación hegemónica.

La deriva de la representación política en el Perú pone en cuestión la construcción de una comunidad política democrática. ¿Qué espacio queda para el pluralismo político bajo la lógica de la representatividad isomorfa? ¿Cuáles son los límites de una comunidad política basada en una sociabilidad de la desconfianza? Estas son algunas preguntas que nos permitirían ahondar en las consecuencias de la preponderancia de la representatividad frente a la representación política.

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NOTAS

11 El presente artículo fue elaborado en el marco del proyecto “Coyunturas críticas en la historia de la república peruana”, financiado por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, código: E22150011, período de duración: 2022. Una versión preliminar de este trabajo fue presentada en el seminario binacional: “Elecciones críticas, partidos políticos y movimientos sociales: Chile y Perú en perspectiva comparada”, organizado en junio de 2021 por el Instituto de Historia de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Si bien escrito antes del intento de golpe de estado del pasado 07 de diciembre, consideramos que el presente trabajo contribuye a comprender la intensidad de las protestas sociales generadas particularmente en el sur andino una vez vacado el expresidente Pedro Castillo.

22 En estricto sensu, el primer lugar lo obtuvo el voto “blanco y viciado”, que llegó a ser el 18.7 % de los votos emitidos. En el caso del Congreso de la República, los partidos que lograron representación congresal sumaron únicamente el 59.5 % de los votos emitidos. Cabe mencionar que la elección del 11 de abril marcó un récord de ausentismo electoral desde el retorno a la democracia del año 2001 (Barrenecha y Encinas 2022).

33 Algunos análisis utilizaron también el término outsider para caracterizar la participación de Pedro Castillo en el proceso electoral (Goldstein 2022). Si tenemos en consideración que la apelación a la figura del outsider guarda relación con la existencia de una clase política o de un sistema de partidos más o menos institucionalizado, en el escenario político peruano contemporáneo ¿es preciso hablar de outsiders? Tenemos nuestras dudas.

44 Para el INEI, un área rural se define por centros poblados con menos de dos mil habitantes y con presencia dispersa de las viviendas. Véase https://sdmr.inei.gob.pe/cms/multimedia/home/menuSect-2-23.

55 El corredor minero sur andino integra en términos socioeconómicos a distintos territorios de los departamentos de Apurímac, Cusco y Arequipa en torno a la actividad extractiva de minería de cobre a gran escala.

66 Los autores incluyen en su estudio un análisis de la forma en que se fue configurando la disputa electoral, aspecto que vale la pena no perder de vista para entender el triunfo de Pedro Castillo en primera vuelta. Con relación a las candidaturas, los autores destacan que la derecha se presentó dividida a través de las candidaturas de Rafael López Aliaga, Hernando De Soto y Keiko Fujimori; mientras que el centro y la centro izquierda, representada por el Partido Morado y Juntos por el Perú respectivamente, evidenciaron limitaciones en su capacidad de convocatoria. En lo referido a lo programático, Grompone y Peña subrayan el cuestionamiento al modelo económico a partir de las brechas sociales que puso en evidencia la pandemia.

77 Como sabemos, Pedro Castillo encabezó la huelga docente del 2017, la cual logró movilizar hacia Lima a una gran cantidad de maestros de todo el país. El grupo liderado por Pedro Castillo demandó la derogación de la Ley de Carrera Pública Magisterial, objetivo que no fue conseguido.

88 Rodrigo Barrenechea y Daniel Encinas (2022, 422) coinciden con Asensio en esta apelación a la contingencia para explicar el pase a segunda vuelta de Pedro Castillo.

99 Hemos trabajado el concepto de condiciones de reconocimiento en Duárez (2021).

1010 Para este fin, sugerimos el informe titulado “Hacia la democracia del bicentenario”, elaborado por la Comisión de Alto Nivel para la Reforma Política.

Recibido: 03 de Septiembre de 2022; Aprobado: 19 de Octubre de 2022

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