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Boletín de la Academia Peruana de la Lengua

Print version ISSN 0567-6002On-line version ISSN 2708-2644

Bol. Acad. peru. leng.  no.70 Lima July/Dec. 2021  Epub Dec 02, 2021

http://dx.doi.org/10.46744/bapl.202102.014 

Artículos

Gioconda Belli. El Ojo de la Mujer (1974) Y Dios creó a la mujer: por fuera y por dentro

Gioconda Belli. El Ojo de la Mujer (1974) And God created woman: outwardly and inwardly

Gioconda Belli. El Ojo de la Mujer (1974) Et Dieu créa la femme: par dehors et par dedans

Antonio González Montes1 
http://orcid.org/0000-0003-2201-1344

1Universidad Nacional Mayor de San Marcos agonzalezm@unmsm.edu.pe

Resumen:

En este artículo nos acercamos a algunos poemas del libro de Gioconda Belli, El Ojo de la Mujer (1991) en los que reconoce que la creación de la mujer estuvo a cargo de Dios y que este la construyó por dentro y fuera, para que ella, a su vez, cumpliera la función de “un taller de seres humanos”. Por ello reivindica su condición de mujer y en muchos poemas reitera el rol vital que ella cumplió en la tarea de creativa. Gioconda Belli concede un especial valor a esta misión, como parte de la reivindicación de las mujeres de hoy, a través de una poesía ágil, fluida, metafórica, transparente, clara y que atrae a hombres y mujeres.

Palabras clave: Poesía nicaragüense; creación interna y externa; Gioconda Belli; permanencia

Abstract:

In this paper we approach some poems of Gioconda Belli’s book, El Ojo de la Mujer (1991), where she recognizes that the creation of woman was the responsibility of God and that God built her outwardly and inwardly so that she, in turn, could serve the function of being “a workshop of human beings”. For this reason, she vindicates her condition as a woman and, in many poems, reiterates the vital role she played in the work of creation. Gioconda Belli gives special value to this mission, as part of the vindication of women of today, using an agile, fluid, metaphorical, transparent, clear and poetry appealing to both men and women.

Key words: Nicaraguan poetry; internal and external creation; Gioconda Belli; continuity

Résumé:

Dans cet article nous nous penchons sur certains poèmes du livre de Gioconda Belli, El Ojo de la Mujer (L’œil de la femme, 1991), où elle reconnaît que Dieu a créé la femme et qu’Il l’a construite par dedans et par dehors pour qu’elle, à son tour, accomplisse la fonction d’être « un atelier d’êtres humains ». Par conséquent, elle revendique sa condition de femme et, dans plusieurs poèmes elle réaffirme le rôle vital qu’elle a accompli dans la tâche de la création. Gioconda Belli donne une valeur spéciale à cette mission, comme une partie de la revendication des femmes d’aujourd’hui, par le moyen d’une poésie agile, fluide, métaphorique, transparente, claire, et qui attire aussi bien les hommes que les femmes.

Mots clés: Poésie nicaraguayenne; création interne et externe; Gioconda Belli; permanence

Importancia de Gioconda Belli (G.B) en la poesía de Nicaragua

Para destacar el sitial que ocupa la obra lírica de Gioconda Belli (GB) en la literatura de su país centroamericano, habría que recordar, brevemente, la vida y la obra del primer gran poeta nicaragüense y de Hispanoamérica: Rubén Darío (1867-1916); el lírico mayor del Modernismo Hispanoamericano y a quien su compatriota, el reciente Premio Cervantes (2017), Sergio Ramírez (2016) quien en el artículo de presentación de la edición publicada de las obras completas de Darío por la RAE y ASALE, llama: “El Libertador” (p. XV-XLVI). Al equipararlo con el General José de San Martí y con el General Simón Bolívar, denomina, con justicia poética, a Darío el “Último Libertador de América”. RAE y ASALE (p. XLVI).

Y es que, en efecto, en el campo literario y cultural en general, el autor de Prosas Profanas y otros poemas (1896), fue reconocido en toda Hispanoamérica como el hombre que completó la libertad literaria. Y luego de presentar su volumen famoso, citado líneas antes, viajó a España en 1898 y los propios españoles lo reconocieron como el gran renovador de nuestras letras y lo equipararon con Góngora y Quevedo.

Por la grandeza humana y literaria que forjó Rubén Darío, en toda Hispanoamérica, Nicaragua es un país en el que la poesía tiene un altísimo nivel. El autor de Cantos de vida y esperanza (1905) puso la valla poética muy alta y para ingresar al Parnaso debe alcanzarse elevados laureles. En un recuento del pasado se señala que G.B. ha publicado seis libros de poemas -Sobre la grama (1974), Línea de fuego (1978), Truenos y arcoiris (1982), De la costilla de Eva (1987), El ojo de la mujer (1991), Apogeo (1997), y varias novelas más. Pero a estas alturas del Bicentenario, su producción lírica, narrativa y ensayística habrá de haber crecido, porque ella. es un prolífico e incansable taller de libros. Y sus libros se leen y estudian por todas partes.

Rubén y sus seguidores en la poesía nicaragüense ((Prólogo de Coronel Urtecho)1

Agregaremos algunas líneas que corresponden a un trabajo de investigación, ya publicado como libro, en el que se ofrece un panorama de los que siguen a la figura epónima de Rubén Darío, sin parangón, por cierto, con alguien de su misma promoción. Señala Mónica García Irles (2009) que luego de la obra incomparable del llamado “poeta niño” (p.19) en su infancia, surgieron otros notables vates que, inspirados por el “último Libertador” (p.20), asumieron el reto de tomar la posta y continuar lidiando con los versos. Entre ellos, y en orden generacional se menciona a varios representantes que, en efecto, son conocidos más allá del mundo hispanoamericano. Por ejemplo, José Coronel Urtecho, vanguardista, y autor del prólogo de El Ojo de la Mujer2 y Pablo Antonio Cuadra señalan que en la década de los cuarenta destacan Carlos Martínez Rivas, Ernesto Mejía Sánchez y Ernesto Cardenal. Este último quizá sea, después de Darío, uno de los más reconocidos líricos de su país. De hecho, influyó mucho en la formación humana y literaria de G.B. Está muy vigente hasta hoy y cuenta con muchos lectores.

En este rápido recuento de García Irles se indica que en la promoción de los cincuenta no hay figuras notables.3En cambio, en la de los sesenta menciona nombres rescatables: Francisco de Asís Fernández, Carlos Rigly, Leonel Rugama. Esa misma década surgen varias escritoras: Ligia Guillén, Ana Ilce Gómez, Michele Najli, Vidaluz Meneses. Y en los setenta se consolida el fenómeno de las mujeres escritoras y en ese grupo destacan: Yolanda Blanco, Daisy Zamora, Rosario Murillo y Gioconda Belli. Se percibe en ellas la influencia del coloquialismo exteriorista, en su vertiente femenina y guiadas por el magisterio espiritual y poético de Ernesto Cardenal eligen escribir con el ideal de la transparencia para llegar e impactar a los lectores.

Antes de ingresar al análisis de algunos textos de G.B. queremos destacar ciertos hechos históricos de la Nicaragua de fines del siglo XX y que afectan la vida y la poesía de Belli. Estos datos figuran como prólogo y postdata de la edición con la que estamos trabajando4. Comencemos por el prólogo firmado, nada menos que por el poeta José Coronel Urtecho, ya mencionado por García Irles. Al leerlo nos ha hecho recordar al prólogo que Antenor Orrego5 dedicó al gran poemario, Trilce /1922), que en el siguiente año cumple su primer centenario de existencia vital y literaria. Este libro de César Vallejo6 está considerado como uno de las más grandes logros líricos del siglo XX. Y sin duda, es un eco de la poesía de Rubén Darío.

José Coronel Urtecho (1997) tituló sus palabras prologales con estos certeros términos: “Entrada a la poesía de Gioconda Belli” (p. 9). De principio a fin estas líneas están plenas de afirmaciones convincentes acerca de Nicaragua, de la literatura, de Rubén Darío, y, por supuesto de G.B. Una de sus primeras ideas es que Belli, que ocupa un lugar visible en la poesía de Nicaragua, al igual que los demás líricos del continente adquirieron “en y por Rubén no solo su verdadera libertad americana, sino también conciencia de su universalidad. Desde entonces la mayoría de los poetas nicaragüenses pasaron del nivel provincial al universal” (p. 9).

Reitera, Urtecho (1997), su juicio de que la poesía de su país es una continuidad de la de Rubén y que consiste “en la continuidad de la novedad” (p.9). Por tanto, como podemos apreciar “No se debe olvidar que Rubén fue sobre todo el gran renovador y el gran maestro de la novedad en la poesía de la lengua” (p. 11). Por ello, Darío se convierte en el gran innovador de la poesía hispanoamericana al crear una nueva forma de poetizar. El maestro Urtecho ubica en esa transición a G.B. dice que su poesía es una “de las epifanías en la poesía del país” (p.11). La novedad de Belli poeta quien “participa de la esencial y eterna novedad de la poesía misma, nueva en todos los tiempos y cuyo tiempo existe dentro y fuera del tiempo o en la totalidad del tiempo” (p.11). Coronel Urtecho critica la superficialidad y la frivolidad en la Nicaragua actual y sostiene que

Sólo en poesía ha habido entre nosotros profundidad y seriedad” (p.12). Y agrega que la mayor novedad de los últimos tiempos ha sido el hecho de que las mujeres se han puesto a la cabeza de la poesía nicaragüense” (Urtecho, 1997, p.12).

Precisamente G.B. es una de las figuras más visibles de la lírica de su país centroamericano. Y al buscar una de las razones por la cual Belli y las de su género están a la vanguardia se debe a que “no es tanto lo que aportan por ser ellas poetas, cuanto por ser mujeres y expresarlo en sus poemas” (Urtecho, 1997, p.14). En tono polémico y asumiendo la tesis de la liberación femenina -women’s lib- sugiere que “la femineidad que conocemos fue una invención del hombre, impuesta a las mujeres por el patriarcalismo dominante y mantenida gracias al machismo o al chauvinismo femenino -male chauvinism-, puede ser que contenga su parte de verdad” (Urtecho, 1997, p.15). Esta aseveración no quita que siempre, en una u otra forma, la femineidad exista.

Con coherencia y sin vacilación, Coronel Urtecho desarrolla una visión afirmativa acerca de la actual femineidad de la mujer en Nicaragua. E indica que ‘rebelión y revelación’ están muy próximas y por ello suele decirse que la mujer que se rebela se revela. Y en ese dominio G.B. ha sido una de las primeras “en descubrir con libertad y sencillez su propia intimidad por lo que su poesía revela el asombro, el gozo y la frescura de lo vivido y expresado por primera vez”. (Urtecho, 1997, p.15). Sin olvidar, como buen crítico y poeta, que en la poesía importa la forma, nuestro prologuista, refiriéndose a G.B. aclara que “sin señales particulares, ni trucos estilísticos, su poesía no puede ser más original, en el sentido de que al instante se reconoce como suya y no sólo distinta de todo lo demás” (Urtecho, 1997, p.18). Resumiendo, unas certeras reflexiones acerca del carácter, y no de la forma, como la nota esencial de la poesía, sostiene Coronel Urtecho que “su poesía- la de G.B., no sólo es de ella, sino ella misma” (1997, p.18).

El prologuista profundiza este punto de vista de la identidad de Belli y del temple de su poesía. Enfatiza que para la poeta “vida y poesía son inseparables” (Urtecho, 1997, p.18), de donde se origina que el resultado, es decir, el poema, sea todo poesía. Y esa es la impresión que genera en todo lector el placer de vivir cada uno de sus versos. Según Coronel Urtecho, cada texto poético de G-B- es simplemente una expresión -es decir, un poema- de su vida vivida tal como ella la vive. La poeta nicaragüense de modo mágico traslada verbalmente su vida al poema. Y utilizando un concepto novedoso de ‘vivema’ (1997, p.17) así vemos que el prologuista descubre la esencia del modo de hacer poemas de G.B.

Coronel Urtecho expresa con precisión que

“sus poemas, en realidad, son hechos de vivemas, dándole a esa palabra la significación de momentos de vida registrados por un sistema emocional de alta fidelidad, como evidentemente es el suyo. En su caso no cabe ni separar, ni confundir vida y poesía. Hay que tener presente a este propósito que, para el que la vive, la vida es precisamente lo que pasa, lo que por su naturaleza es pasajero, mientras que la poesía queda para siempre. Es por lo menos, lo mejor que en esta vida queda de ella” (1997, p.17)7.

Lo que explica el lúcido, profundo y transparente prologuista respecto de la relación: vida y poesía, o al revés, en la obra de G.B. resulta una propuesta válida para muchos poetas y sus respectivos textos: aunque el arte lírico es infinitamente variado en sus formas, como lo dice Octavio Paz, “). En la poesía siempre hay una fusión de lo mental con lo verbal, o como lo dice el propio Rubén Darío: “Como cada palabra tiene un alma, hay en cada verso, además de la harmonía verbal, una melodía ideal. La música es solo de la idea, muchas veces ( 2016: 9).8

El prólogo de Coronel Urtecho revela un conocimiento exhaustivo y sugerente no solo del libro El Ojo de la Mujer, sino del conjunto de la producción literaria de su compatriota y colega. Sus propuestas iluminan el mundo poético verbal belliano y llevan a preguntarse al lector del porqué de la sabiduría del crítico de los secretos de la escritora. Sus varias y fundamentadas argumentaciones abonan en favor de la calidad y profundidad de G.B. Una de ellas quizá obedezca a que leer los versos de ella ejercen una fascinación porque se percibe un contrapunto entre tiempo y eternidad.

Con solvencia y convicción, dilucida algunas cuestiones -polémicas o no- acerca del derecho de la crítica literaria de decir la última palabra acerca de la poesía, y casi siempre empleando un metalenguaje para iniciados o haciendo gala de un tecnicismo y de una erudición innecesaria. El crítico Urtecho manifiesta que en estas líneas no va a entrar en las diferencias del verso y de la prosa (G.B. emplea ambos), aunque no niega la importancia ni la tarea, clasificación de uno o de otro. Aclara que no se propone examinar sus versos “o los medios de los que se vale para dar forma a su poesía” (1997, p. 19). Su objetivo esencial es “despejar el camino a la lectura de esta” (1997, p. 19).

Pese a dicha legítima reserva, sí se anima a auscultar a fondo y con argumentos algunos recursos, partiendo de la evidencia de que

“surge (en G.B) como de ineludible necesidad. Agrega una propuesta que nos parece que es indiscutible: “Verso, lengua y poesía forman en sus poemas una unidad insuperable en la que apenas cabe distinguir el verso del movimiento natural de la lengua o la lengua de la estructura particular del verso o los dos del efecto total del poema (Urtecho, 1997, p. 20).

Su razonamiento como lector agudo y que vive la experiencia de la creación poética resulta transparente y coherente. En una de sus comparaciones muy pertinentes establece las semejanzas entre la poesía y la danza, en tanto que en ambos lenguajes entran a tallar la mente, los brazos, las piernas, el rostro, la voz, siguiendo las pautas estéticas propias. Si fuera posible una traducción, diríamos que la danza de su poesía, la de G.B., es serena y suave. Puntualiza que “sus versos en realidad no existen como versos y que a eso deben en cierto modo su funcionalidad como vehículo de poesía” (Urtecho, 1997, p. 21).

Otra de las certezas que suscribe el crítico, “es (que) en su lengua donde el poeta es poeta y donde puede realizarse como el poeta que es él” (Urtecho, 1997, p. 22). Lo cual implica decir que un gran poeta se identifica con su lengua primera, aunque domine otras. Es el caso de Rubén y de otros modernistas que escribieron en otras lenguas, pero sus poemas más memorables y auténticos están inscritos en la tradición poética de Nicaragua. Muchos conceptos más, aporta Coronel Urtecho en su iluminador prólogo y con ello logra su objetivo de ganar más lectores, cuando son éstos, en realidad, los que ganan pues el prologuista es de polendas. Y su contribución exegética informa y orienta al lector interesado en el placer estético de gozar con la oportunidad de encontrarse con una poesía clara, transparente y enriquecedora en varios aspectos de la realidad nicaragüense, en su condición histórica y moderna.

De otro lado, el crítico fecha su prólogo en Las Brisas, febrero de 1974, año en el que Belli publicó su primer libro, Sobre la grama. Y en ese mismo año se produjo en Nicaragua la llamada Revolución Popular Sandinista, ideal por el cual varias generaciones de nicaragüenses lucharon enarbolando como símbolo la figura del héroe Augusto Sandino y el Frente Sandinista de Liberación Nacional condujo la revolución político social, que hombres y mujeres esperaban con fe y esperanza. Agrega el prologuista que muchas escritoras de su país estaban comprometidas con esa gran causa, de la que también formaba parte el movimiento de la liberación femenina. Y entre los nombres de las más destacadas poetas menciona los nombres de Ana Ylce y de G.B., “dos personas tan diferentes casi opuestas, pero insuperables” (Urtecho, 1997, p. 22).

Coronel Urtecho abunda en una comparación relevante de cada una de ellas, tanto desde el punto de vista físico como desde la óptica literaria; pero vamos a detenernos en este interesante aspecto, porque como es conocido por todos, la anhelada “Revolución Popular Sandinista” (1997, p.10) acabó mal, como muchas de las que hemos tenido en diversos países hispanoamericanos, a lo largo de diferentes décadas del siglo XX. Y varias figuras valiosas, como G.B., que llegaron a ocupar cargos importantes en los inicios de este proceso destinado a borrar de la memoria nicaragüense el recuerdo de la larga y oprobiosa dictadura somocista, tomaron distancia y rompieron con ese proyecto que terminó en frustración. Este suceso ha sido analizado con gran lucidez por una especialista, que no solo aborda la historia política del FSLN (Frente sandinista de liberación nacional), sino que también profundiza y esclarece aspectos centrales de la poesía de G.B. De ese artículo tomamos apenas unas líneas que enriquecen nuestra visión de Belli. Leamos:

La rebeldía y la insurrección de Belli encuentran otro de sus espacios favoritos en un componente que fluye en su canto poético. Se trata del erotismo que queda imbricado y subyace a cada uno de sus pensamientos, desbordando la naturaleza de sus espacios poéticos para convertirse en savia indispensable, en un imborrable latido, en imprescindible sístole y diástole de su ritmo vital. Urtecho habla del humanismo erótico de Gioconda Belli. (Aventín, 2004 p. 576).

A la mujer le dio la tarea de ser un “taller de seres humanos”

En seguida, ingresaremos a desarrollar el contenido de nuestro artículo, cuyo propósito es el de analizar algunos poemas de El ojo de la Mujer (1991, 1ª edición) en los que la voz poética de G.B. reconoce que Dios le ha otorgado un rol muy importante en la creación del ser humano: la hizo mujer, la construyó por fuera y por dentro, le encargó ser “un taller de seres humanos”. Y a los versos que reunió en ese célebre poema le puso por nombre: “Y DIOS ME HIZO MUJER” y es el que encabeza la lista de ciento y treinta cinco textos que ha juntado la autora para solaz, emoción, gozo, optimismo, placer, plenitud de sus lectores.

De alguna manera cabe afirmar que “Y Dios me hizo mujer” es una respuesta poética muy orinal a la crucial pregunta de quién creó y para qué al ser humano y cómo lo hizo. No intentaremos enumerar la diversidad de mitologías, teorías, que a lo largo de la historia y del mundo han intentado plantear y convencer acerca de este enigma. En todo caso consideramos esencial releer el texto y extraer de algunos de sus versos los enunciados que ratifican los sentidos que emanan del título mismo y que le dan coherencia y originalidad al poema. Y recordemos, con Coronel Urtecho que vida y poesía son lo mismo para la escritora.

Y DIOS ME HIZO MUJER Y dios me hizo mujer, de pelo largo, ojos nariz y boca de mujer. Con curvas y pliegues y suaves hondonadas y me cavó por dentro, me hizo un taller de seres humanos. Tejió delicadamente mis nervios y balanceó con cuidado el número de mis hormonas. Compuso mi sangre y me inyectó con ella para que irrigara todo mi cuerpo; nacieron así las ideas, los sueños, el instinto. Todo lo que creó suavemente a martillazos de soplidos y taladrazos de amor, las mil y una cosas que me hacen mujer todos los días por las que me levanto orgullosa todas las mañanas y bendigo mi sexo. (P. 37)

En cierto sentido, el poema es una respuesta optimista a la pregunta de quién creó a la mujer, cómo lo hizo y el efecto que dicho acto generó en la nueva creatura que se instaló en el mundo. El título y el primer verso, que son iguales, resaltan el carácter voluntario y generoso de la decisión divina. Sabemos que, a lo largo de la historia, las sociedades y culturas han creado mitos para explicar el surgimiento de este nuevo ser. El poema expresa que la voz de Belli ha tomado elementos de diversas cosmovisiones: la cristiana, las prehispánicas, la maya9, en especial, para agradecer este milagro. También incorpora conceptos que son producidos por el conocimiento científico que, paso a paso, ha ido descubriendo secretos del organismo humano (nervios, hormonas, sangre) y aún no concluye con su tarea.

Y en cuanto al desarrollo y secuencias del poema emblemático, G.B. sigue un orden que convence y persuade al lector. Para ello se vale de recursos que recoge de la milenaria tradición lírica mundial, pero los usa con discreción, con formas verbales precisas y concisas. Así, la descripción física es austera, algunas de las partes del cuerpo (ojos / nariz y boca) están plasmadas en uno o dos versos). El crecimiento y ritmo del texto van en aumento y profundizan la imagen de la mujer, y luego de destacar la atrayente sinuosidad de la figura femenina, ingresa en su dimensión interior con dos versos claves: “y me cavó por dentro, / me hizo un taller de seres humanos”.

Menciona el proceso divino de construcción mediante la elección de verbos que indican acciones complejas: “tejió”, “balanceó, “compuso”, “me inyectó”. Y agrega la presencia de elementos intrínsecos que han hecho posible la aparición de mundos gestados por “las ideas”, “los sueños”, “el instinto”. Pero agrega la voz poética que este trabajo divino se plasmó de modo suave. Y esta suavidad se resalta mediante figuras expresivas10 que simulan ser contradictorias: “a martillazos de soplidos / y taladrazos de amor”.

Así concluye esta alabanza al dios creador y genera en la mujer un elogio por “las mil y una cosas que me hacen mujer todos los días/ por las que me levanto orgullosa/ todas las mañanas/ y bendigo mi sexo”. Sin duda, “Y Dios me hizo mujer” revalora a esta al destacar que a ella se le asignó un papel especial: el de contribuir a la construcción de los seres humanos. Y esta idea esencial se reitera en muchos de los poemas que están incluidos en este libro. Algunos de estos textos los hemos analizado para destacar los diversos aspectos o elementos que forman parte de la naturaleza humana.

El breve poema “Yo soy”, por ejemplo, está dedicado al hombre, a quien se le atribuye el rol de participar en la gestación de un nuevo ser humano. De este modo se hace posible la permanencia de nuestra especie y la poeta le revela este secreto que los une. Dada su brevedad transcribiremos el texto y luego de ello comprobaremos que sus seis versos encierran una riqueza que se percibe en el contenido y en la expresión que Belli ha juntado a fin de hacer poesía, porque como dice Octavio Paz “Un poema es una obra. La poesía se polariza, se congrega y aísla en un producto humano: cuadro, canción, tragedia. Lo poético es poesía en estado amorfo poesía, el poema es creación, poesía erguida”. (1996, p.14). En el texto que estamos leyendo se ha producido ese encuentro mágico. Comprobémoslo:

Yo soy Yo soy tu cama, tu suelo, soy tu guacal11 en el que te derramás sin perderte porque yo amo tu semilla y la guardo. (P.47)

En realidad, el lector verifica que está ante un poema que plasma una experiencia vital: el encuentro íntimo de un hombre y de una mujer. El texto está escrito desde la voz femenina y dirigida al varón. De algún modo, en esta unión, la mujer, metafóricamente, se transforma en otras formas que ayudan a la plenitud de la fusión: “Yo soy tu cama, / tu suelo,”. Y “guacal” funciona como equivalente de ‘cama’ y “suelo’, pero su presencia le agrega una connotación socio-lingüística e histórica al poema, porque dicho término procede del idioma “náhual huacalli” y significa angarillas. Por ello, un centroamericano o mexicano percibe esa particular dimensión semántica porque ‘guacal’ es de uso extendido en toda esa gran área americana. En cambio, en el Perú se comprende el significado, pero no se capta la connotación peculiar.

De otro lado, en el verso 4, el más extenso, el lector que no es nicaragüense, se sorprende por la expresión: ‘te derramás’, en la que el verbo aparece con tilde y por tanto suena como una palabra aguda. Y en ese sentido parece una entonación rioplatense; pero también en Nicaragua dicho verbo se pronuncia como aguda. Este es un pequeño detalle que indica la diversidad de nuestro español hispanoamericano. Por cierto, los versos 5 y 6 refuerzan el tono amoroso y le agregan al texto un sentido erótico, propio de la poesía de Belli: “porque yo amo tu semilla / y la guardo”.

La semilla ha germinado y eso puede constatarse leyendo los poemas “Maternidad II” y “Feto”. En el primero de ellos, la voz de la mujer testimonia que está gestando, que en su interior se está produciendo el misterio de la procreación de un nuevo ser. El título del texto sugiere que la gestante vive por segunda vez el proceso de construcción de un humano en un contexto “de agua, sangre y silencio”. El poema “Feto12” nos hace escuchar el diálogo que sostienen la mujer y ese ser que aún carece de nombre, porque está creciendo y hace extender el cuerpo de la que será su madre. A ese ‘pequeño ser’, el lenguaje le ha dado un nombre que señala su incompletud, pero para la futura mamá es un ser completo que vive y se comunica con aquella.

Además, todos los seres humanos hemos sido un “feto”, aunque no lo recordemos, pero debe estar grabada en nuestra memoria la ocurrencia del parto, como una experiencia traumática que concluye con ese llanto primero que significa el ingreso del recién nacido al mundo, y por tanto ha dejado de ser feto. El texto que Belli le dedica es una forma plenamente poética que nos acerca a la vivencia de ese tiempo mágico que guardamos en nuestra humanidad, con todo aquello que traemos y nos llevaremos cuando culmine la vida de cada uno.

El proceso de gestación dura, por lo general, unos nueve meses (tres tercios de un año), tiempo durante el cual la madre, con el feto dentro de su cuerpo sigue haciendo su vida cotidiana, de modo individual, como experiencia suya. Lo interesante del texto es que la voz poética de G.B., gracias a la técnica de hablarle, de conversar con su futuro hijo, logra hacer que cada uno de los lectores de aquél, oiga lo que le dice la gestante a su feto. Y se comunica con él en un tono afectuoso, agradeciéndole porque su presencia le otorga “una nueva dimensión”. Le confiesa los cambios que ha experimentado su cuerpo y le hace saber que su feto también maneja su propio lenguaje, el de sus movimientos que son percibidos por la madre.

En todo caso, es evidente que esta gestante vive su embarazo con felicidad y se la transmite a “su pequeño ser” porque es una aventura compartida y gratificada por ella. Leamos estos versos: “Platicamos sin palabras / y luego te arrullo/ con el correr de mi sangre/ y los latidos de mi corazón”, p. 64.

La autora del poema en insuperable en el modo en que construye cada una de las estrofas, con un léxico idóneo y con imágenes que aluden a diferentes elementos del mundo exterior (las aves) y no duda en pulir su don poético al máximo para expresar su amor a ese ser que ella alberga en su “saco amniótico” como lo dice en la penúltima estrofa de “Feto”, donde una vez más ha creado una forma poética plena que alude a todos nosotros.

Así como Gioconda Belli dialoga amorosa y esperanzada con el ser que está gestando, otro escritor hispanoamericano, el peruano Carlos E. Zavaleta (1927-2011), valioso integrante la generación peruana de los cincuenta13, en un cuento de su amplia y variada producción narrativa, publicó un relato, en primera persona, denominado “La guerra del niño” (2009, p. 155-163) en el que también se produce un diálogo entre un feto y una madre que lo gesta en condiciones muy diferentes a las que viven los protagonistas de “Feto”. Zavaleta utiliza una técnica novedosa e impactante para contarnos una historia conflictiva en la que el feto, desde ese mar en el que se va desarrollando, es co-protagonista de sucesos que ponen en riesgo su vida y la de su madre, porque Alfonso, el hombre que ha procreado al pequeño ser, no quiere que este nazca y obliga varias veces a Lidia, la madre gestante, a que se decida a abortar a ese ser que ella sí quiere que complete su desarrollo y llegue a la vida. Pese a las amenazas y propósitos nefastos del que se niega a ser padre, el niño logra nacer, después de habernos narrado los hechos violentos de los que fueron víctimas él y su madre. “La guerra del niño” merece leerse.

En varios poemas de El Ojo de la Mujer se reúnen algunos textos que se inspiran, también, en la condición de “taller de seres humanos” propia de la mujer. La tarea de hacer crecer a los hijos y de acompañarlos en los primeros años de la vida, aunque el vínculo madre- hijo o hija es indisoluble, pero va cambiando con el paso de los años. Entre ellos figuran: “Parto”, “Dando el Pecho”, “La muchachita”, “A Melissa, mi hija”. Hemos elegido compartir con los lectores las emociones e ideas que han provocado en nuestro ánimo, el poema “Dando el Pecho”, p. 67. Lo transcribiremos completo:

DANDO EL PECHO Al cogerla tengo que tener cuidado. Es como tratar de cargar un montoncito de agua sin que se derrame. Me siento en la mecedora la acuno, y al primer quejido, empiezo a dar leche como vaca tranquila. Ella vuelve a ser mía, pegadita a mí, dependiendo de mi como cuando sólo yo la conocía y vivía en mi vientre. (P. 67)

Todo

es claro y transparente en el texto antes reproducido, que tiene un total de 12 versos, divididos en 4 estrofas: la primera apenas cuenta con un verso; las más extensas son la cuarta y la quinta estrofas, con 4 y 5 versos, respectivamente. Está construido en primera persona y se dirige a un alocutor14 cualquiera; es decir, como la poesía es un tipo de comunicación especial, no por ello deja de regirse por los elementos que hacen posible que el texto llegue y convenza al destinatario del poema, como en este sencillo texto o en cualquier otro. La madre que está “Dando el pecho” transmite en sencillas aseveraciones la diligencia con la que amamanta a su criatura. Y recurre a la comparación que sugiera el riesgo de la acción materna que cumple en relación con su pequeño: “Es como tratar de cargar un montoncito de agua / sin que se derrame”. Es de destacar la eficacia de utilizar el diminutivo: “montoncito”.

En la cuarta estrofa, la madre nos ofrece una visión de sí misma que busca una mayor comodidad para su labor y está atenta a la sensación de hambre del niño a fin de iniciar de inmediato su acción de “dar leche como vaca tranquila”. He ahí, una vez, más el uso de una comparación sugeridora. Y en la última estrofa, al concluir la lactancia, la madre siente que su bebé “vuelve a ser mía” y se reanuda la dependencia emocional “como cuando sólo yo la conocía / y vivía en mi vientre”.

El poema como creación inevitable

El gran libro de G.B. que estamos leyendo y releyendo y no quisiéramos dejar de recorrer sus poemas pletóricos de poesía, de vida, de diversidad, de erotismo, de diálogo con la naturaleza, con el tiempo en sus tres o más dimensiones, con el cambio, con el lenguaje y demás temas del mundo, nos hace reparar en la predilección que expresa la escritora por la acción de dar, de escribir para que se haga realidad el poema y con él la poesía que es el arte que llena de sentido de su vida. De ahí, que, en varios de sus inolvidables creaciones, reta al poema a que nazca como el hijo que ella gesta y que trae e impone para emoción de sus lectores. Por ello es que el propio verbo ‘dar’ figura como título, en sus diversas formas verbales, como “Dando el pecho” (ya analizado), “Dándose”, “Dáteme poema”. En este último, el verbo se torna imperativo, reflexivo, apelativo, exigente y es el arma verbal con el que el poema se va desarrollando. Por eso cabe considerarlo como alguna de sus muchas y logradas versiones de su ‘arte poética’.

Ello indica que vamos a interrumpir, por ahora, estas páginas de El Ojo de la Mujer con la relectura de este poema que aviva nuestras ganas de volver una y otra vez al libro. Sea, pues, este cierre, un breve paréntesis para extraer algunas conclusiones; y retornar, en otra ocasión, a embeberme, en las aguas, en los aires, en los fuegos eróticos, en las tierras de estas memorables formas, en cada una de las cuales se ha encarnado la poesía del modo más comunicativo posible. Trascribiremos el poema elegido, porque es un privilegio releerlo y dialogar. Helo ahí.

DÁTEME POEMA Dáteme poema No te me niegues como el niño juguetón de mis sueños, como el hijo que existe en el ambiente interior de mis entrañas, envuelto en un pequeño óvulo en las trompas de Falopio. Dátame sin pasado obsesivo anatómico o erótico. Dáteme sencillo, dáteme desde afuera, desde la piedra de algún camino o desde el silencio de un ascensor que lleva dos o tres personas desconocidas, calladas en el silencio embarazoso de la indiferencia. Dáteme desde el agua, desde la nieve inexistente de los trópicos, dáteme rojo o azul, confuso o transparente, pero girarme el alma, volteame la mirada a otra parte, haceme ver los pies sucios del pueblo, el estómago grande del pueblo. No me dejés tranquila, poema: asaltame, violame, rebalsame los bordes, los pliegues, los pechos inundame de maravilloso asombro, llename entera con el semen vital de la palabra, con el milagro de un descubrimiento, dáteme poema dátame poema. (P. 72)

Desde el punto de vista de la comunicación, el texto establece una relación estrecha y reiterativa entre la poeta en tanto emisora y el poema como receptor y producto de ese intenso trabajo verbal que se estructura mediante un uso de las estrofas constituidas con número variable de versos, algunos breves y otros algo extensos. La primera estrofa (de seis versos) está antecedida por una breve expresión que no es sino el título mismo; recurso usual en el arte de G.B. Igualmente este procedimiento retórico se repite en la segunda estrofa (de siete versos), la cual es precedida por un enunciado que abarca la extensión de un verso. Las estrofas tercera y cuarta carecen del agregado que el lector percibe en las dos primeras.

Podríamos señalar que el texto implica una lucha verbal y una victoria poética para ambos: el poema y su gestora. Esta, en tono apelativo, exhortativo, persuasivo y argumentativo va logrando, verso a verso; estrofa a estrofa que se plasme en un poema15. Y ello se consigue plenamente y el lector puede dar fe de ello porque constata que cada una de las estrofas recrea un espacio, una atmósfera, situados en diversas partes del territorio (rurales y urbanas) y en ese recorrido la forma lírica se hace más intensa e imperativa. Hasta llegar a la cuarta estrofa, con un tono plenamente erótico, explicitado en el empleo de verbos en modo imperativo: “asaltame, violame, rebalsame los pechos, inundame de maravilloso asombro”, “llename16 entera con el semen vital de la palabra”.

Y como suele constatarse en varios textos ya examinados, la emisora reitera el título del poema y con ello le otorga una forma circular, con un ritmo creciente que se percibe en el proceso de la lectura que cada uno de nosotros realiza.

Conclusiones

Gioconda Belli es una de las escritoras nicaragüenses más importantes de estas primeras décadas del siglo XIX, aunque su producción literaria comenzó en las décadas finales del siglo XX y no ha dejado de publicar varios libros de poemas y de novelas, con mucho éxito de lectoría. Su libro El Ojo de la Mujer (1991). es una vasta y lograda colección de textos en los que se plasman, con calidad y su inconfundible estilo personal, la diversidad de temas que ella aborda como optimistas expresiones de su visión del mundo y de su reconocida vitalidad.

La trayectoria literaria de Belli, en especial, sus libros poéticos, se inscriben dentro de la tradición lírica que tiene su punto de referencia más importante en la gran revolución hispanoamericana que realizó Rubén Darío (1867-1916), y que modificó no solo el quehacer poético de su país, sino el de todo el vasto mundo de las letras de Hispanoamericana, incluida la propia España, que reconoció el magisterio de Darío.

La autora de El Ojo de la Mujer siguió el impulso de Darío, de Ernesto Cardenal, de Coronel Urtecho y de otros colegas (hombres y mujeres). Además, se vinculó con la vida política de su país, marcada por la sucesión de las tiranías encabezadas por el trío de los Somoza; y participó a través del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en la caída del somocismo y asumió altas responsabilidades en el nuevo régimen.

Se ha señalado que en la poesía de G.B., el erotismo, la indispensable liberación femenina, su identificación con los sectores populares, la vitalidad de la mujer, la intensidad de la relación amorosa, su compromiso político revolucionario, su participación en el proceso de gestación de los nuevos niños y niñas en su calidad de “taller de seres humanos”, papel asignado por Dios, son algunos de los temas que ocupan sus más de ciento treinta y tres que textos que integran el poemario que hemos analizado.

También es evidente que la poeta sigue produciendo y en sus nuevos libros (cuentos y novelas) incorpora mitos de su cultura prehispánica, como asimismo lo hace con personajes de la mitología griega y latina e incluye problemas de su entorno social. Describe el proceso de gestación de un nuevo ser y es el eje temático que hemos resaltado en estas páginas.

La originalidad, vitalidad, fluidez, metaforización y otros valores de su producción internacional hacen que los lectores siempre queramos releerla siempre. Por ello, un compromiso personal nuestro es el de seguir recorriendo las páginas de sus libros (cuentos y novela). Ha sido un privilegio dedicar horas y días a dialogar con la singular voz poética de Gioconda Belli.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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1 Se publicó después de la primera edición de los Ojos de Mujer (1991), con una posdata.

2Este prólogo está firmado en 1974, año de la primera edición de El Ojo de la Mujer, junto con una posdata de 1983.

3Caso contrario ocurrió en el Perú, en el cual la llamada “Generación del Cincuenta” vio surgir a muchos grandes escritores; Alejandro Romualdo, Jorge Eielson, Washington Delgado, Pablo Guevara, Carlos E. Zavaleta, Julio Ramón Ribeyro, Leopoldo Chariarse, entre otros. Mario Vargas Llosa es considerado el “benjamín” de ese grupo. Él nació en 1936. La mayoría lo hizo en años diversos de la década anterior.

4La primera edición es de 1991 y la que tenemos es tercera, de 1997. Citaremos los versos de esta edición. Por cierto, existen ediciones posteriores y traducciones.

5Orrego, Antenor (2018: 73).

6Como hay muchas ediciones de la poesía de Vallejo, recomendamos la que editó Ricardo González Vigil (1991), uno de los más reconocidos vallejistas. Tiene varias ediciones de la poesía completa y así actualiza datos. La última es 2020.

7El término “vivema” no figura en el DELE (2014), pero debe entenderse en relación con vivencia. Y un vivema sería una unidad de expresión de una vivencia, por ejemplo, un verso. Además ‘vivema’ alude a lo interior que se plasma en lo exterior, en lo perceptible, mediante la palabra oral o escrita.

8Las expresiones de Rubén Darío son parte de las Palabras liminares de su poemario Prosas profanas y otros poemas [1896-1901].

9Un estudioso peruano ofrece una versión narrativa de la cultura maya. Huárag Álvarez, Eduardo (2011: 45).

10Estas figuras son ejemplos de la antítesis. Cf. Fernández Cozman, Camilo (2005: 99).

11La palabra “guacal” tiene varias acepciones: “Especie de cesta o jaula formada de varillas de madera, que se utiliza para el transporte de loza, cristal, frutas, etc. DELE (2014: 1128. Tomo 1).

12Feto es el “embrión de los mamíferos placentarios y marsupiales, desde que se implanta en el útero hasta el momento del parto”. DELE (2014: 1022. Tomo 1).

13El escritor peruano Carlos E. Zavaleta es considerado, junto con Julio Ramón Ribeyro, como dos de los mejores narradores de esa generación. Mario Vargas Llosa ha declarado que fue Zavaleta quien le hizo conocer la gran obra narrativa de William Faulkner, Premio Nobel de Literatura (1949).

14 “En el esquema de la comunicación, el alocutor es la persona a quien se dirige el enunciado: es el receptor o destinatario del mensaje”. Marchese, Angelo y Joaquín Forradelas (1994: 22). 4ª. Edición.

15Estos matices de diverso tipo confluyen en la llamada función apelativa del lenguaje, que es muy eficaz también en el lenguaje cotidiano general y en muchos discursos (el Derecho, la publicidad, la retórica política, etc). Fue Roman Jakobson quien aportó esta acertada y útil perspectiva.

16Llama la atención al lector no nicaragüense la pronunciación de los verbos señalados como graves. En el Perú, se las pronuncia como esdrújulas, con sus respectivas tildes.

Recibido: 21 de Junio de 2021; Aprobado: 03 de Julio de 2021

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