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Boletín de la Academia Peruana de la Lengua

Print version ISSN 0567-6002On-line version ISSN 2708-2644

Bol. Acad. peru. leng.  no.70 Lima July/Dec. 2021  Epub Dec 02, 2021

http://dx.doi.org/10.46744/bapl.202102.017 

Notas

Autoelegía de Ricardo Boza Sánchez

1Academia de Geografía e Historia de Nicaragua, Managua, Nicaragua alexander.soza@rcjuigalpa.uni.edu.ni

Don Ricardo Boza Sánchez (Masaya, Nicaragua 1942) permanece en constante búsqueda de su propia palabra e identidad, de su plenitud y visión de mundo enraizado en Santo Tomás de Lovigüisca, Nicaragua. Desde su poemario Mis huellas quedarán aquí (Boza, 2019), nos ha dejado un espléndido testimonio de sus vivencias de hombre enamorado, de su mundo y de quienes lo habitan. El poema «Señor», que se analiza en este estudio, es parte de la obra El poeta profundo de la sencillez (Boza, 2020), de breve contenido estructural, pero de enorme contenido humano. Con este poema, nos muestra la sensibilidad y la certeza de la muerte. En sus versos, el poeta Boza plantea que todo en la vida es parte del ciclo: un día «hacía poemas de niño», otro «me hice» y en otro estaba «en el ocaso de mi existencia». Aunque no se desvanece ante ese discernimiento, es honesto consigo: «la muerte nos persigue y nos acecha cada día». Y, la poesía será ese velero de la vida en libertad que lo mantendrá joven, una poesía sin rebuscamientos, es decir: la sencillez de la poesía como una búsqueda constante.

Me he soñado joven y me he soñado muerto y enterrado. Carente de flores, lágrimas y oraciones, mi lecho es una tumba triste y abandonada. Y la única flor que a mi tumba ha de llegar, es de mi hermana Cecilia Dolores, pero lamentablemente, ¡Señor!, esa flor marchita a mi tumba triste ha de llegar. (p. 51)

En este poema, se expresa como temática la visión dolorosa de la muerte prematura. Está compuesto de una estrofa y nueve versos libres asistidos de musicalidad por la reiteración de los vocablos. Tiene tres apartados, claramente definidos. En el primero (versos 1-2), el poeta ha tenido experiencias oníricas: se ha visto joven (lleno de vida), pero, en antítesis, se ha visto muerto y enterrado; en el segundo (versos 3-4), la tumba está abandonada y no hay flores, ni lágrimas ni oraciones; y, en el tercero (versos 5-9), evoca un lamento al Señor por la correspondencia tardía de la flor que le llega a dejar su hermana, doña Cecilia Dolores.

En los versos 1 y 2, cuando el poeta dice: «Me he soñado joven / y me he soñado muerto y enterrado», contrapone el significado de la palabra joven, ‘lleno de vida’, al del término muerto. Sin embargo, el argumento verbal del sujeto no está presente en yo, sino en el pronombre personal átono me, que el poeta utiliza para referirse a sí mismo. Luego, con el pretérito perfecto compuesto (he soñado), introduce el sustantivo joven para evocar los tiempos primaverales: «mi alegría / mi bonanza y hasta los recuerdos / de mis dulces damas». Retoma los mismos vocablos, «y me he soñado», para unirlos con los adjetivos muerto y, por último, enterrado. Nótese el ciclo que nos presenta el poeta: vida-muerte-sepulcro. En estos aparecen de manera consecutiva las expresiones con sonidos iguales: «Me he soñado joven / y me he soñado muerto y enterrado», todo premeditado por su autor, pues tiene la finalidad de embellecer los versos musicalmente.

Luego, en los versos 3 y 4, nos transporta a una imagen decadente, pues describe el espacio donde descansan sus restos mediante una acumulación de términos que se complementan semánticamente con el primer apartado: la tumba está sin «flores, lágrimas y oraciones». Todos son introducidos por el adjetivo carente, y ordenados en forma ascendente. Esta misma imagen la usó en el poema «El último adiós», donde inserta el verso «lágrimas, rostros tristes y muchas flores». Como podrá leerse, el término que difiere en los dos versos es oraciones, pues su ángel no las necesita; en cambio, él sí, por su condición mortal. Agrega, posteriormente, en una relación de semejanza: «mi lecho es una tumba», pero no cualquier tumba; recurre a la adjetivación para sostener en un solo aliento: «es una tumba triste y abandonada», figura que también utiliza en el último verso, «flor marchita», para aludir a la tardanza con que su hermana se la entregó. Por otro lado, en su construcción poética, los adjetivos triste y abandonada denotan cualidades humanas; con las cuales, el poeta convierte una experiencia privada sobre la muerte en testimonio de todos.

En el último apartado, compuesto de los versos 5-9, el sujeto lírico llega al clímax con versos encabalgados: la gradualidad del proceso ante la muerte; pero esta, ante la soledad. Utiliza los cambios de los accidentes gramaticales en los tiempos verbales para introducir el verso precedido por la figura más solemne del poema: su hermana Cecilia Dolores. Ella, en virtud a la deferencia, es quién le deja «la única flor» sobre su lecho, en respuesta a su petición emplazada en los dos últimos versos del poema «Mi ciudad natal»: «y sobre mi tumba pido que pongan / una flor, y nada más». Ese conocimiento pos morten permite que el poeta haga énfasis en la expresión «pero lamentablemente, ¡Señor!», en una interrupción casi prediseñada. ¡No es un amigo, un hijo/a, es doña Cecilia de los Dolores, de los pesares y de las tristezas! Es un suplicio vehemente puesto al Arquitecto del Universo. Y continúa con el verso «esa flor marchita», que podría referirse a la ancianidad de su estimada hermana o al estado físico de la flor, por la parsimonia de su llegada. Los dos casos son fundamentales para que asuma la pertenencia de la tumba y la realidad que le acecha, lo cual que se revela en el uso del pronombre posesivo mi. Y reiterativamente sostiene: «ha de llegar» (versos 6 y 9), como una expresión intencionada o de conocimiento previo: «Y la única flor que a mi tumba / ha de llegar, es de mi hermana Cecilia Dolores».

Hemos sostenido, estimados lectores, en un solo aliento, un recorrido breve de la muerte, pero que es constante en la poesía de don Ricardo Boza Sánchez. Tanto en «El último adiós», «Cuerpo y alma», «Deseo imposible», «Triste realidad» y otros registros poéticos de Mis huellas quedarán aquí (2019), como en el poema analizado, «Señor», el tema de la muerte es recurrente. Se hace gala, también, de los siguientes recursos literarios: la personificación, la metáfora, la adjetivación, la aliteración, la reiteración, el sinatroísmo, la enálage, y el clímax, todos coordinados para matizar la estrofa y expresar con naturalidad poética una de las etapas del individuo: la extinción corporal. En este poemario, El poeta profundo de la sencillez (2020), don Ricardo Boza Sánchez descubre que la sencillez no es un privilegio de muchos. Seguramente él está dando vida a las palabras de Ernest Hemingway, como se cita en Roberto Sánchez Gómez (2015): «El hombre que ha empezado a vivir más seriamente por dentro, empieza a vivir más sencillamente por fuera» (p. 117).

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Boza, R. (2019). Mis huellas quedarán aquí. Editorial Huellas. [ Links ]

Boza, R. (2020). El poeta profundo de la sencillez. Editorial Huellas. [ Links ]

Sánchez, R. (2005). Acción y reflexión: Cómo desarrollar el pensamiento y las habilidades directivas. ESIC Editorial. [ Links ]

Recibido: 04 de Noviembre de 2020; Aprobado: 03 de Julio de 2021

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