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Boletín de la Academia Peruana de la Lengua

Print version ISSN 0567-6002On-line version ISSN 2708-2644

Bol. Acad. peru. leng.  no.70 Lima July/Dec. 2021  Epub Dec 02, 2021

http://dx.doi.org/10.46744/bapl.202102.018 

Notas

La literatura juvenil y la escuela: el cuento con personajes adolescentes en la educación secundaria en el Perú

Miguel Arturo Romero Azabache1 
http://orcid.org/0000-0002-6052-0361

1Senati, Lima, Perú miki2020xp@gmail.com

Entrado en el siglo XX, se ha hecho presente el personaje adolescente en el cuento peruano hasta el siglo XXI. En ese tramo de tiempo, por ejemplo, tenemos a escritores de la talla de José María Arguedas, Mario Vargas Llosa, Alfredo Bryce Echenique, Oswaldo Reynoso, Julio Ramón Ribeyro, Cronwell Jara y Óscar Colchado. Cada uno de ellos con su aporte en la literatura juvenil. Asimismo, tenemos a Juan Espejo Asturrizaga, Sergio Galarza, José Antonio Galloso, Renato Cisneros, Martín Roldán, Juan José Sandoval, Joe Iljimae, Yero Chuquicaña, entre otros.

Sin embargo, consideramos que hubo poco fomento por su divulgación en la escuela, ya que el Estado, mediante sus entes educativos, poco o nada promovía su lectura en los adolescentes y menos aún en investigaciones que abordaran el impacto de la literatura juvenil en ellos.

A ello se suma el enseñar la literatura desde el punto de vista histórico como parte de su educación literaria. Dicha práctica es anacrónica y enquistada en algunas prácticas docentes, porque no permiten que el estudiante vivencie el rol vital de la literatura según sus necesidades afectivas y sociales.

En este marco, ¿qué es literatura juvenil? ¿Por qué es importante la literatura juvenil en los adolescentes? ¿Qué cuentos propone el Ministerio de Educación (Minedu) mediante su texto Antología Literaria? ¿Qué cuentos con personajes adolescentes recordamos? ¿Solo tenemos como referente a Los cachorros del laureado escritor Mario Varga Llosa? ¿Qué otros cuentos con personajes adolescentes se pueden proponer para la escuela en la educación secundaria?

A continuación, abordaremos un esbozo de la literatura juvenil, el cuento y su aporte en la escuela. Además, analizaremos los personajes adolescentes protagonistas de cuentos escritos por autores peruanos que se incluyen en los libros propuestos por el Minedu. Asimismo, proponemos nuevas opciones de cuentos teniendo en cuenta el mismo tipo de personaje.

Definir el concepto de literatura genera debate, así como también establecer qué entendemos por literatura juvenil, ya que, el receptor adolescente lee obras destinadas para un receptor adulto y más aún si el canon literario no la oficializa o no está en su órbita. Esta última perspectiva fue abordada en la primera mitad del siglo XX por Estuardo Núñez (1943), quien asevera que «la narrativa para la juventud, [es un] género de poca fortuna a lo largo de toda la literatura del Perú» (p. 90). Sin embargo, consideramos adecuado reconocer el público juvenil, porque forma parte del circuito cultural y es parte del sistema del país. Soslayarlo sería insostenible para estudiar la literatura destinada a los adolescentes y comprender sus implicancias.

En ese sentido, se propone una definición de aquella literatura cuyo receptor es el adolescente. Desde este punto de vista, entendemos por literatura juvenil «aquellas narraciones escritas para o sobre jóvenes que reflejan los temas o conflictos que afectan a los adolescentes» (Silva-Díaz, como se cita en Santa María, 2015, p. 24). Los conflictos o vicisitudes propios del entorno adolescente están en relación con que la literatura es vida según Vargas Llosa (2001). De similar punto de vista al laureado escritor, Izquierdo Ríos (1963) manifiesta: «Escribir de manera natural y sencillo, como crece la hierba. Y que por entre lo escrito se vea la luz de la vida» (solapa del libro).

En efecto, Jara (2020) concuerda con dicha afirmación del Nobel y de Izquierdo Ríos: «El cuento es el espacio donde se contraponen las codicias y pasiones naturalmente humanas. Como es en la vida real: con pugnas, lucha, contradicciones constantes, disputa obsesiva, tensión enfermiza» (p. 36). En ese sentido, ¿por qué no zambullir a los adolescentes mediante el cuento para que se imbuyan en la vida y en su vida?

Conocer el fragor de la existencia es un camino preparatorio para que los adolescentes usen en el apogeo de sus facultades, propia de la etapa de su desarrollo psicológico, su capacidad de cuestionamiento sobre su entorno y sobre ellos mismos. De esta forma, comprenderán y vivenciarán los procesos culturales y sociales que ellos atraviesan.

Con respecto al ámbito cultural, ellos podrán conocer a través del cuento las actividades y situaciones que otros adolescentes experimentan en esa etapa. Verbigracia, cómo afecta el fútbol, las redes sociales, la música, el cine y la televisión a su grupo etario en la construcción de sus conocimientos sobre su entorno.

En relación con el ámbito social, aprenderán de manera literaria cuáles son los roles que asume un adolescente en la construcción de su identidad. Ello implica identificar cuáles son las normas usadas en su familia, en su barrio, con su grupo de amigos -dentro y fuera de la escuela-, y con los adultos. Todo ello supone parte de su proceso de integración en la sociedad; evidentemente, también, como futuro ciudadano.

¿Y por qué elegimos el cuento? ¿Qué aporte tiene el cuento para los alumnos de educación secundaria en el Perú? En la actualidad, los adolescentes son más consumidores de productos culturales y tienen más accesibilidad a ellos. En dicho ámbito, tenemos el cine, las series televisivas u otras plataformas virtuales que se asemejan a ellas y que circulan en Internet. Con respecto a este punto, tienen en común que capturan, o si se puede decir «secuestran», inmediatamente la atención de su público joven. La inmediatez podría ser un rasgo con que conviven los adolescentes.

En ese sentido, sugerimos educar desde el ámbito de la literatura a los adolescentes en un proceso reposado para que ellos se formen de manera reflexiva y estética. De esta manera, conllevaría, con la suma de otros factores, la formación del lector literario. Dicho de otro modo, conocer sus intereses por la lectura de textos literarios, como sostiene Colomer (1998).

El cuento coadyuvaría a la transformación progresiva y paulatina de un proceso llamado inmediatez a la construcción del horizonte de expectativas, es decir, como docentes u otro profesional, podríamos «describir los criterios utilizados por los lectores para juzgar textos literarios en cualquier periodo dado» (Selden et al., 2010, p. 72). De esa forma, nuestros alumnos podrían conocer los valores estéticos de la literatura y a educarse con ella.

Orientar, reorientar y cuestionar la inmediatez a que están expuestos los adolescentes sería un proceso pedagógico relevante para que no sean presas de las banalidades del consumismo, y ser autónomos. Por eso, cobra sentido el rol protagónico de la literatura en la escuela. Más aún cuando la población peruana tiene poco acercamiento a la lectura. Verbigracia, en el 2019, en una encuesta realizada a 480 personas, todas mayores de edad, en Lima Metropolitana y el Callao, el 50.4% declaró no leer obras literarias (Instituto de Opinión Pública, 2019)1.

Para la formación del lector literario, tendremos que considerar el compromiso lector, es decir, «el acto frecuente de escoger leer por una variedad de motivos buscando comprender de manera apropiada en el contexto de la situación lectora» (Cano, 2009, p. 30). Por eso, para motivar en el adolescente su interés por la lectura de textos literarios, en general, y cuentos, en específico, estos deberían responder a una inquietud del adolescente: la búsqueda de su identidad. Y, como complemento, aunque no necesariamente, podrían ser divertidas, lo cual no se opone a su formación, pues podrían tratarse de textos literarios que tengan hondura.

Sobre la identidad del adolescente en la literatura, coincidimos con Cassany (1995), como se cita en Actis (2002), cuando asevera que leer es placentero para el adolescente mientras la lectura sea de su interés y trate de sus problemas. En efecto, coadyuvaría a cimentar desde el campo literario su personalidad. Además, propiciaría que prosiga en la senda de su camino lector por iniciativa propia o con guía del maestro.

Con respecto a la captación de la atención del lector, sobre todo para aquel que se inicia en la lectura en su adolescencia, es importante considerar el goce estético mediante el relato, ya que su efecto bulliría sus emociones y, por tanto, calaría en su mente y en su corazón. Para cumplir tal fin, el cuento es imprescindible, porque es trepidante. En esta consideración, Cortázar (1963), como se cita en Pacheco y Barrera (1993), sostiene: «Un escritor argentino, muy amigo del boxeo, me decía que en ese combate que se entabla entre un texto apasionante y su lector, la novela gana siempre por puntos, mientras que el cuento debe ganar por knockout» (p. 385).

Es un camino que encauzaría la atención del estudiante de secundaria por el mundo de las letras mediante el cuento. Como parte de este proceso, para estremecer el corazón de los adolescentes por la literatura, procuremos tener presente, durante la selección de los textos, que «el cuento debe entretener, conmover, intrigar o sorprender, si todo ello juntos mejor» (Ribeyro, 2010, p. 11).

Finalmente, consideramos que si el cuento tiene el efecto del knockout, es entretenido, o cautiva su atención emocional y racional, y tiene hondura humana, entonces, permitirá sentar las bases para que el lector literario se convierta progresivamente en una persona cuestionadora, creativa, independiente y con amplitud de criterio. Por tanto, el cuento permitirá que el alumno viva la historia ficcional, puesto que, según Jara (2020), «su dramatismo funciona en todo su espinazo, es suma de conflictos y problemas humanos, apunta a una visión distinta, original, hacia algo nunca dicho de este modo(...); de ahí que conlleve una visión y filosofía de vida» (p. 37).

Después de exponer los argumentos a favor del aporte del cuento en la secundaria, proseguiremos sobre cuáles son los cuentos con personajes adolescentes que propone el Ministerio de Educación2 (Minedu) mediante sus textos llamados Antología Literaria. Para tal efecto, consideramos dos criterios de selección: según el receptor, elegimos cuentos dirigidos a estudiantes de secundaria (de 11 a 17 años aproximadamente); y, según el autor, seleccionamos los cuentos con personajes adolescentes creados por peruanos.

En la Antología Literaria 13 (Bassino y Velásquez, 2017a), se propone los cuentos «El duende de la tormenta»4 (1956), de Carlota Carvallo de Núñez; «Warma Kuyay»5, de José María Arguedas (1933); y «La botella de chicha»6, de Julio Ramón Ribeyro (1958). El primero trata sobre la gratitud del hijo adoptivo por su madrastra; el segundo, sobre el amor de un adolescente; y, el tercero, sobre la travesura en esta edad para obtener dinero.

En la Antología Literaria 27 (Bassino y Velásquez, 2017b), tenemos «El demonio de la música»8, un testimonio de Máximo Damián Huamaní. En este texto, se representa la vicisitud de ser artista.

En la Antología Literaria 39 (Bassino y Velásquez, 2017c), se presentan los cuentos «Una mano en las cuerdas (páginas de un diario)», de Alfredo Bryce Echenique10 (1968); «El retorno de Eliseo»11, de Edgardo Rivera Martínez; y «Los cachorros» de Mario Vargas Llosa. En los textos en mención, se presenta el amor adolescente, el ciclo de la vida (en parte testimoniada por un adolescente ficcional), y la turbulencia por deconstruir la identidad.

En la Antología Literaria 412 (Bassino y Velásquez, 2017d), se encuentran los textos «La tela de araña»13, de Julio Ramón Ribeyro; «Colorete», de Oswaldo Reynoso; y «El lenguado», de Mariella Sala (1984). En el primer cuento, se identifica el tema de la opresión social y su abuso de poder contra una mujer adolescente. En el segundo, se plantea la desazón que produce el amor en el varón adolescente; y, en él último, la envidia en los roles de amistad entre las mujeres adolescentes.

Finalmente, en la Antología Literaria 514, no hay evidencia del personaje adolescente15.

En el corpus de los cuentos mencionados y pertenecientes a la Antología Literaria, se destaca su carácter canónico; pero no se evidencia, en la selección, el carácter rebelde y cuestionador del personaje adolescente, salvo en «Los cachorros». Por eso, proponemos los cuentos Los jefes, de Vargas Llosa (1995)15 16; Que te coma el tigre, de Higa (1977); y No podemos jalar, de Cisneros (2012).

En los últimos cuentos mencionados, es el personaje varón adolescente quien asume su rol protagónico como agente de cambio en favor de su entorno, cuestionándolo. Sin embargo, esto no se evidencia de la misma manera en el protagonismo del personaje masculino y femenino adolescente en los textos de Antología literaria, salvo en «Los cachorros».

También, cabe citar a la mujer adolescente como personaje en la literatura peruana, ya que forma parte de nuestra cultura y es agente de cambio. Por eso, es insoslayable su presencia en el mundo de las letras. En ese sentido, proponemos algunos cuentos para el caso citado.

Tenemos el cuento «Perros desnudos», de Galarza (1997). En él, una mujer adolescente de trece años cuestiona su rol para con su mismo género y los roles que se cumplen en un grupo de adolescentes varones (pandilla). Asimismo, subvierte los valores de la pandilla para ser parte de ella. En efecto, ella es consciente de su protagonismo y es decidida. Todo ello tiene como espacio la ciudad.

Opuesto a la ciudad, presentamos el cuento «Portola», de Juan Espejo Asturrizaga17, y «La mujer», de Cronwell Jara (2002).

En el caso de Portola, la zona de acción es Inambari. Portola es una muchacha de la tribu de Tunguraca. Ella tiene conciencia de su proceder; es lúcida y decidida; tiene temple y liderazgo; es de espíritu indómito; presenta una rebeldía tenaz como osadía. Ella aprende y asimila la cultura occidental como mecanismo de aculturación sin perder su identidad étnica, porque los fusiona en favor de su comunidad y empoderarlo. En efecto, la mujer tiene posicionamiento social y cultural de modo que trasciende como agente de cambio.

Por otro lado, la zona andina es el ambiente donde transcurren los hechos del cuento «La mujer». En el texto, la muchacha de dieciséis años cautiva con su belleza a dos bandoleros enfrentados entre sí. Su arma de seducción es la ternura de su mirada y su talle sublime.

Después de presentar el personaje adolescente femenino no ubicado en Lima, continuamos con el personaje adolescente masculino cuyo campo de acción no sea la capital. Entre ellos, tenemos los cuentos «Rumiyacu»18, de Francisco Izquierdos Ríos (1963); «Isla blanca», de Óscar Colchado (1979); y «Flaca»19, de Chuquicaña Saldaña (2018).

En «Rumiyacu»20, el personaje principal es Juberio Lunayta, de 11 años, quien vive en la selva. Por una parte, Jubeiro representa el amor por la naturaleza. Por eso, construye su vínculo con ella mediante su protección y su juego noble. Y, por otra parte, el río es representado como riqueza de la naturaleza. Ambos tienen un vínculo estrecho, porque forman parte de su vitalidad.

Con respecto a «Isla blanca», a través del argumento: el enamoramiento de Maguiña a Hercilia Lazarte, se propone el cambio social. El adolescente Maguiña representa la rebeldía, porque es un agente de cambio que batalla contra el sistema. Él se caracteriza por ser decidido y por tener vocación de servicio. Procura no ser avasallado por el sistema. Además, es promotor de la reivindicación cultural de su pueblo.

Prosiguiendo con la línea del personaje adolescente varón no ubicado en Lima, tenemos el cuento «Flaca». El personaje principal es Palomo. Él se desvive de amor por Chelita.

Por otra parte, es oportuno que los adolescentes exploren literariamente el tema del amor, su identidad y los roles que la adolescencia implica como parte de su trayecto de vida. En efecto, se requeriría que los estudiantes adolescentes también vivencien el carácter disidente de la literatura mediante sus personajes literarios masculinos y femeninos. Ello coadyuvaría a gestionar y fraguar su carácter rebelde, a construir su pensamiento y el hacer frente a los avatares de la vida. Evidentemente, como señala Vargas Llosa, aprenderán ficcionalmente que «la literatura es un arma de combate, una manera de resistir» (Peschel, 2020, párrafo 5)21.

¿Qué sucedería si los adolescentes no leen literariamente sobre las vicisitudes de la vida? Es decir, cómo se produce ella. ¿Qué sucedería si los adolescentes no leen cuentos en donde se muestre las diferentes aristas que tiene la vida? ¿Qué sucedería si los adolescentes no tienen contactos con textos literarios disidentes? ¿Qué sucedería si los adolescentes leen textos literarios con la jerga que ellos usan? ¿Qué sucedería si los adolescentes perciben que sus padres o la escuela se puedan oponer a ese tipo de lecturas? ¿Por qué no hay textos literarios disidentes en el libro Antología literaria, tales como Los jefes, Que te coma el tigre, No podemos jalar? ¿Por qué no hay personajes femeninos adolescentes disidentes o que sean agente de cambio en el libro Antología literaria? ¿Por qué no incluir en la escuela cuentos que aborden el fenómeno de las pandillas, como se ve en la obra Este amor no es para cobardes de Martín Roldán, o Barrunto, de Juan José Sandoval? ¿Por qué no incluir cuentos con personajes adolescentes cuyo desarrollo se produzca en las provincias? Y si se quiere conocer cómo podrían ser las relaciones de los adolescentes con su grupo etario en su barrio, ¿por qué no incluir los cuentos de la obra llamada Los Buguis de Joe Iljimae? Son cuestiones que nos inquietan y nos invitan a la reflexión.

Continuando con nuestras disquisiciones, ¿por qué no realizar una investigación cualitativa en el aula para conocer el horizonte de expectativa de nuestros alumnos para elaborar el Plan Lector? ¿Por qué se puede «suponer» lo que les podría «gustar» a nuestros estudiantes? ¿Por qué no permitirles que propongan sus propias lecturas literarias de relato breve para su mismo grupo etario? ¿Por qué es importante una investigación cualitativa, por ejemplo, sobre el impacto de la literatura juvenil en las aulas?

Esta necesidad psicológica y social del alumno, propia de su edad, amerita ser abordada desde el punto de vista educativo y literario. Con ello, de acuerdo con Santa María (2015), es «entonces, cuando la escuela se pregunta por qué clase de textos seleccionar, [y] en realidad se adelanta a hacerse la pregunta fundamental, que es qué clase de experiencias transmitir» (p. 58). Naturalmente, se refiere al canon literario; en el colegio, se conformaría el canon pedagógico22 hecho por alumnos y docentes, o simplemente por el estudiante para sus propios fines, o el canon literario del profesor manifestado en el Plan Lector.

No es el fin tratar el canon literario y la escuela en el presente documento. Sin embargo, sí se ha hecho mención a ella en parte, puesto que se ha hecho una selección de cuentos institucionalizados por el Estado mediante el Minedu.

En este contexto, consideramos que los cuentos con personajes adolescentes escritos por autores peruanos no deben centrarse en la capital y, sin ánimo chauvinista, sí considerarse a los creados en las provincias, puesto que, como sostiene Chuquicaña, ellos tienen voz y sus voces están presentes en cada parte del Perú (Villar, 2017). Por ello, hay que estar atentos a ellas y oírlas. En ese sentido, sugerimos como criterio para la elaboración del canon literario, como lo es una antología literaria para escolares hecha por el Minedu, la pluriculturalidad y multilingüismo del Perú.

Por lo tanto, hasta la presente investigación, se ha hecho mención de escritores peruanos cuyos personajes adolescentes están centrados en Lima. Sin embargo, es necesario incluir cuentos donde los escenarios sean las provincias, y que sean escritos no solo por hombres, sino también por mujeres.

En esta línea, es imprescindible ahondar más en el tema, lo cual se dificulta por la pandemia. Ello no es justificación. Por ello, consideramos este trabajo un punto de partida para continuar investigando, porque es relevante conocer cómo es representado el personaje femenino y masculino adolescente en el Perú y no solo centrado en la capital. Evidentemente, es diferente la óptica de un personaje situado en Lima en relación con la de un personaje situado en otras partes del Perú. Ello ofrecería un mayor panorama cultural que ayude en la construcción de su identidad nacional.

Finalmente, desde la literatura juvenil, proponemos que no se debe soslayar el aporte social y cultural del personaje adolescente, porque renueva la visión generacional del ayer, del hoy y del mañana. Asimismo, propone nuevos fenómenos para ser abordados desde la literatura, que implique, en ese sentido, un diálogo generacional, cultural e intergeneracional, como se aborda en el Proyecto Educativo Nacional al 2036, elaborado por el Consejo Nacional de Educación (2020).

REFERENCIAS BIBLOGRÁFICAS

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1 Pertenece a la Pontificia Universidad Católica del Perú. En dicha encuesta, ejecutada a 480 personas mayores de 18 años, se quiere decir que, aproximadamente, de un grupo de 100 personas, 50 no tienen interés por leer obras de carácter literario. Si ello los extrapolamos a la escuela, es imperioso e imprescindible revertir una problemática álgida que cala hondamente en el futuro ciudadano, porque implica la construcción de su pensamiento y personalidad. De este modo, se podría evitar hechos lamentables que empañen la riqueza cultural y social de un país y de su unidad.

2Desde el 2015, se difunde su distribución a nivel nacional en las escuelas públicas del Perú. Su tercera reimpresión es del 2017, que es la que consultamos en este trabajo

3Comprende 37 textos literarios. Solo tres de ellos fueron escritos por autores peruanos y tienen como personaje principal a un adolescente. Ello representa el 8.1%.

4Se observa una contradicción entre la fecha de la primera publicación de los cuentos y las que se consignan en el libro del Ministerio de Educación. En la Antología Literaria 1, se indica que «El duende de la tormenta» fue publicado en 1956; sin embargo, este fue publicado por Carvallo en 1947, en la obra Rustí, el pequeño alucinado, como se muestra en el portal de la Biblioteca del Ministerio de Cultura. En 1943, Rustí, el pequeño alucinado ganó el II Concurso Literario Latinoamericano de la editorial Farrar & Rinehart de Nueva York, según manifiesta Carrillo (2019).

5El cuento forma parte de la obra Agua. En la Antología Literaria 1, se menciona que fue publicada en 1933. En cambio, Delgado (1980) manifiesta que la publicación corresponde a 1935.

6La fecha de publicación del cuento que se indica en Antología Literaria 1 es 1958. Dicha fecha no coincide con lo que manifiesta Ribeyro (2010), quien señala que su libro data de 1955.

7Presenta 32 textos literarios. Solo uno de ellos tiene como personaje a un adolescente, el cual es escrito por un autor peruano. Ello representa el 3%.

8Véase las referencias bibliográficas de la Antología Literaria 2. El cuento en mención fue editado por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

9Dicha antología tiene 30 textos literarios. Tres tratan sobre adolescentes, cuyos autores son escritores peruanos.

101968 es la fecha que nos proporciona el libro del Minedu; sin embargo, el cuento, que está en la obra Huerto cerrado, se publicó en 1972.

11Véase las referencias bibliográficas de la Antología Literaria 3. El cuento fue editado por la editorial Alfaguara.

12Se muestra 31 textos literarios. De ellos, solo tres presentan personajes adolescentes, y son escritos por un autor peruano. En otras palabras, representa el 9.6%.

13Véase las referencias bibliográficas de la Antología Literaria 4. La fecha de publicación que se le atribuye al cuento es 1955; no obstante, de acuerdo con Ribeyro (2010), el cuento se publicó en 1953.

14Hay 36 textos literarios sin presencia del personaje adolescente escrito por un autor peruano.

15Si sumamos la selección presente en los cuatro libros, tenemos en total 166 textos literarios. De dicho corpus, solo 10 tienen como personaje principal a un adolescente, y son escritos por un autor peruano, es decir, representa el 8.1%. Ello implicaría, aproximadamente, distribuir dos cuentos con personajes adolescentes y escrito por un autor peruano en cada libro desde primero a quinto de secundaria.

16En la edición de Peisa de 1995, se consigna que se publicó en 1959. Se menciona la fecha con fines de construir o reconstruir la historia bibliográfica del cuento.

17Dicho texto fue antologado por Bravo (2001).

18Se publicó en el libro llamado El árbol blanco en 1963.

19El cuento «Flaca» está en la obra Falsos cuentos: Taca-Taca, publicada en el 2018. La primera edición corresponde al 2015. En el 2017, la obra ganó el Premio Nacional de Literatura en la categoría Cuento Infantil-Juvenil organizado por el Ministerio de Cultura de Perú.

20Según Ríos (1963), rumi significa ‘piedra’ y yacu, ‘agua’; entonces, ramiyacu significa ‘río con muchas piedras’.

21Es una afirmación hecha en la inauguración del XX edición del Festival Internacional de Literatura de Berlín en el 2020. La nota estuvo a cargo de Sabine Peschel.

22Según Fowler, como se cita en Santa María (2015), significa nombrar textos literarios y autores que son más leídos en la escuela.

Recibido: 03 de Junio de 2021; Aprobado: 03 de Julio de 2021

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