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Boletín de la Academia Peruana de la Lengua

versión impresa ISSN 0567-6002versión On-line ISSN 2708-2644

Bol. Acad. peru. leng.  no.72 Lima jul./dic. 2022  Epub 16-Dic-2022

http://dx.doi.org/10.46744/bapl.202202.015 

Notas

La poesía simbolista de José María Eguren como sistema emergente y lectura de «Los reyes rojos»

Camilo Rubén Fernández-Cozman1 
http://orcid.org/0000-0002-7474-8666

1Universidad de Lima, Instituto de Investigación Científica, Grupo de Investigación Retórica, Literatura y Cultura, Lima, Peru. crferna@ulima.edu.pe

La historia literaria permite situar un discurso literario en un determinado contexto. Uno de los aspectos centrales es delimitar los sistemas que entran en pugna en el ámbito de la literatura peruana. Para ello, resulta muy útil precisar el funcionamiento de sistemas sobre la base de la propuesta de Raymond Williams (2000) y Carlos García-Bedoya (2004). Existen cuatro tipos de sistema en una determinada situación histórica: el hegemónico, el emergente, el residual y el de resistencia. El primero es la opción dominante tomando en cuenta el canon de la literatura peruana. El segundo es el que entra en conflicto con el hegemónico. El tercero es aquel que se encuentra en trance de desaparecer, aunque este proceso puede ser muy lento. El cuarto constituye el sistema que manifiesta el funcionamiento de culturas marginadas por el canon literario institucionalizado. Sin duda, en una determinada situación sociocultural, puede haber más de un sistema hegemónico o emergente o residual o de resistencia.

Un caso representativo constituye el lapso en el cual el modernismo se desarrolla en el ámbito de la lírica peruana. Veamos cómo se aplica la noción de pluralidad de sistemas en el campo de nuestra poesía. Entre 1906 (año de publicación de Alma América de José Santos Chocano) y 1922 (cuando ve la luz Trilce de César Vallejo que liquida la poética modernista), el sistema hegemónico es el modernista. Hay, sin duda, dos sistemas emergentes: el simbolista (representado por Simbólicas de José María Eguren) y el vanguardista (que se manifiesta en la obra de Alberto Hidalgo, verbigracia). Asimismo, tenemos el sistema residual que se evidencia en la lírica romántica que todavía sigue influyendo en la poética modernista, por ejemplo, en Los heraldos negros. Por último, están los sistemas de resistencia conformados por la poesía en lenguas originarias. Ello se revela en Azucenas quechuas, antología de Adolfo Vienrich publicada en 1905, pero cuyo impacto se deja sentir en los años siguientes. Vienrich da a conocer, en 1906, Fábulas quechuas, relatos que muestran la cosmovisión indígena (Espino Relucé, 2004).

La opción simbolista de Eguren (2005) es absolutamente marginal y, por ello, no llega a convertirse en un sistema hegemónico. Es indudable que Eguren será revalorado por poetas vanguardistas como Emilio Adolfo Westphalen (1996), pero la poética de Simbólicas y La canción de las figuras es solo una línea insular en la literatura peruana. Sin embargo, en 1945, Jorge Eduardo Eielson (1998) publica Reinos y convierte a la poesía neosimbolista en uno de los sistemas hegemónicos; pero una de las fuentes de la lírica eielsoniana no es, en sentido estricto, la poesía de Eguren, sino la de Stéphane Mallarmé y de Rainer María Rilke.

La investigación sobre la obra de Eguren no ha cesado en el tiempo. Basadre (2003) dijo que se trataba, cronológicamente, del primer poeta difícil en el Perú. Mariátegui (1991) ubicó al poeta como descendiente del medioevo. Núñez (1932) abordó el cromatismo egureniano y dio inicio a los estudios literarios en el Perú. Ferrari (1977) examinó la función del símbolo en el discurso poético de Eguren. Silva-Santisteban (1977) no solamente es uno de los grandes editores de la obra de este último, sino que se adentró en el universo egureniano pleno de ensueño. Debarbieri (1975) clasificó los personajes de Eguren poniendo de relieve, por ejemplo, el proceso de nominalización. Paoli (1976) señaló el influjo del prerrafaelismo inglés en ciertos textos del poeta de casa barranquina. Areta (1993) estudió el influjo de lo gótico de la obra del vate, quien distinguió entre el simbolismo de la frase y el del pensamiento. Anchante (2018) estableció las diferencias entre el simbolismo francés y el de Eguren.

Uno de los aportes de Simbólicas, en el ámbito de la poesía peruana, es el empleo de la perspectiva impersonal donde se evidencia el uso del locutor no-personaje y del alocutario no representado (Fernández-Cozman, 2009, 2021a, 2021b) frente al empleo del locutor personaje hiperbolizado en Alma América (Chocano, 1906) que se manifiesta en la primera persona del singular (el yo) a la usanza romántica. Eguren (2005), en Simbólicas, utiliza en algunos textos (como «El duque», «Los reyes rojos» o «Las torres») una descripción o reflexión impersonal (ni yo ni ) frente al monólogo (yo sin ) o diálogo (yo y ) que prevalecen en Alma América. Chocano se solaza en proclamar su conocimiento con total seguridad; en cambio, Eguren duda de su saber y se complace en el misterio. En un contexto actual ya signado por la crisis de los metarrelatos (Lyotard, 1986), Eguren resulta más vigente que Chocano. Para este último, el poder se encarna, sobre todo, en el Rey de España o el virrey, y, en menor medida, en el inca; en cambio, Eguren desmitifica la figura de personajes aristocráticos como el duque en el poema del mismo nombre (Fernández-Cozman, 2014) y abre el discurso poético al libre juego de las interpretaciones sin asumir ningún dogma ni idea fija al respecto.

Valles Calatrava (2011) realiza un estado de la cuestión respecto de las distintas lecturas que ha motivado «Los reyes rojos»; asimismo, plantea que Eguren desarrolla allí el tema del rey de diamantes de la llamada baraja inglesa. Oviedo (1997) subraya la pugna incesante entre las fuerzas de la muerte y las de la vida en el mencionado poema. Silva-Santisteban (Eguren, 2005) evidencia la conciencia mítica en el poema en cuestión, pues «el argumento del poema parece un residuo arquetípico en la gran memoria de la especie» (p. XLI).

Ahora analicemos «Los reyes rojos» (Eguren, 2005, p. 29) como poema alegórico:

Desde la aurora combaten los reyes rojos, con lanza de oro. Por verde bosque y en los purpurinos cerros vibra su ceño. Falcones reyes batallan en lejanías de oro azulinas. Por la luz cadmio, airadas se ven pequeñas sus formas negras. Viene la noche y firmes combaten foscos los reyes rojos.

La alegoría (Beristáin, 1995) es una metáfora continuada, constituye un grupo de componentes figurativos empleados con valores translaticios y establece una correlación con un sistema conceptual determinado. En otras palabras, los elementos de un Mundo 1 guardan correlación con elementos del Mundo 2, como, por ejemplo, en El gran teatro del mundo de Pedro Calderón de la Barca, donde Dios es el autor; el mundo, un teatro; cada persona, un actor en dicho teatro, etc.

En el poema de Eguren antes citado se establece una correspondencia entre un Mundo 1 y el Mundo 2:

Tabla 1 La estructura alegórica de «Los reyes rojos» 

Mundo 1 Mundo 2
Los reyes Los seres humanos que luchan
El color rojo Pasión y persistencia en la lucha
Lanza de oro Instrumento de lucha (proyecto de vida)
Verde bosque Contexto de lucha: la naturaleza humanizada
Aurora Primera etapa de la vida
Noche Última etapa de la vida

En este caso, los reyes se encuentran desprovistos de su halo aristocrático y representan al ser humano que lucha cotidianamente. Asimismo, el color rojo se asocia con la tenacidad vital, mientras que la lanza de oro se vincula con el hacer del luchador y la orientación que este le da a su existencia. En lo que concierne al espacio donde se produce la lucha constante, tenemos el verde bosque como el lugar de la puesta en escena. A dicha espacialización se le agrega el transcurrir del tiempo: todos los actos humanos se extienden desde el alba (la infancia) hasta la noche (el último estadio de la vida).

Mientras que Chocano se dirige al Rey de España en Alma América y se autodefine como «el virrey galante de peluca empolvada» (1906, p. 259), Eguren crea un mundo paralelo de carácter alegórico y toma distancia del parnasianismo de Chocano para abrazar la poética simbolista. Ello se puede observar en «Los reyes rojos». Por ejemplo, el cromatismo es fundamental en el mencionado poema, pues se desarrolla tanto el color (el rojo o el verde) como el matiz («purpurinas», «azulinas») al estilo de Paul Verlaine o Stéphane Mallarmé. Asimismo, las figuras de los reyes se focalizan de cierta manera: a veces sus perfiles son visibles y, en otras ocasiones, se empequeñecen. Se trata de la visión de un pintor que juega con la perspectiva y el cromatismo. En tal sentido, la visión del poeta transfigura la realidad porque ubica al objeto en un lugar ostensible hasta que dicha figura se torna borrosa y algo inasible.

Por su parte, Valles Calatrava (2011) plantea una interpretación distinta y basada en el aspecto lúdico del juego de las cartas. Considera que «el objeto visual promotor del acto de habla lírico de Eguren no es una partida de cartas sino la visión de un solo naipe» (p. 305), es decir, no existen varios reyes, ni tampoco otros personajes que luchan en el poema, sino que hay dos «reyes rojos, / con lanza de oro».

Un aspecto digno de relieve del poema es la coherencia entre el plano de la expresión y el del contenido. En la última etapa (asociada al final de la existencia), se habla de firmeza asociada a la experiencia acumulada con los años, pero también se emplea el arcaísmo «foscos»; es decir, la noche de la vida humana se asocia con la vejez desde el punto de vista semántico, y es en esa precisa estrofa donde se utiliza una voz arcaica. Eguren habla del transcurrir de la vida que va desde el alba (primera etapa de la existencia) hasta la noche (último período de la vida) y lo hace adecuando el nivel de la expresión al del contenido. En otras palabras, en el signo literario hay una relación motivada (y no arbitraria) entre el significado y el significante.

Coda

La poesía de Eguren significó una revolución literaria en la poesía peruana. Simbólicas fue un hito insoslayable, porque evidenció el trabajo magistral con el lenguaje del cual hace gala Eguren. Resulta imprescindible releer esta obra inagotable que constituye uno de los pilares indiscutibles de la lírica hispanoamericana.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Recibido: 26 de Mayo de 2022; Aprobado: 20 de Junio de 2022

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