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Revista Kawsaypacha: Sociedad y Medio Ambiente

Print version ISSN 2523-2894On-line version ISSN 2709-3689

Rev. Kawsaypacha  no.11 Lima Jan./Jun. 2023  Epub June 30, 2023

http://dx.doi.org/10.18800/kawsaypacha.202203.r001 

Reflexiones

Reflexiones desde el psicoanálisis a los retos ambientales de hoy. A propósito del libro Desafíos y perspectivas de la situación ambiental en el Perú

Reflections from psychoanalysis to today’s environmental challenges. About the book Challenges and perspectives of the environmental situation in Peru

Max Hernández Camarero1 

1 Sociedad Peruana de Psicoanálisis. Lima, Perú. Correo: maxhercam@gmail.com

RESUMEN

A propósito del libro Desafíos y perspectivas de la situación ambiental en el Perú: en el marco de la conmemoración de los 200 años de vida republicana, Augusto Castro y María Isabel Merino Gómez (editores), publicado por el INTE-PUCP, el artículo presenta los aportes de diversos autores que, desde el punto de vista social y psicoanalítico abordan los desafíos del cambio climático. Retomando las palabras de Sally Weintrobe, afrontar el cambio climático, no es un problema técnico o científico, es un problema humano y para abordarlo es necesario tomar en cuenta las variables psicológicas individuales y comunitarias.

Palabras clave: Cambio climático; Psicoanálisis; Estado mental ecológico

ABSTRACT

In relation to the book Challenges and Perspectives of the Environmental Situation in Peru: in the framework of the commemoration of 200 years of republican life, edited by Augusto Castro and María Isabel Merino Gómez and published by INTE-PUCP, this article presents contributions from various authors who, from a social and psychoanalytic perspective, address the challenges of climate change. Taking up Sally Weintrobe’s words, facing climate change is not a technical or scientific problem, it is a human problem, and to address it, it is necessary to take into account individual and community psychological variables.

Keywords: Climate change; Psychoanalysis; Ecological state of mind

Creo, sin embargo, que al menos existe un problema filosófico por el que se interesan todos los hombres que reflexionan: es el de la cosmología, el problema de entender el mundo... incluidos nosotros y nuestro conocimiento como parte de él. Karl Popper

Quiero agradecer a Augusto Castro y a María Isabel Merino, editores de Desafíos y perspectivas de la situación ambiental en el Perú: en el marco de la conmemoración de los 200 años de vida republicana1, publicado por el Instituto de la Naturaleza, Tierra y Energía de la Pontificia Universidad Católica del Perú, y a la vez pedir excusas a los autores de los 23 artículos que abordan un amplio espectro de temas que van desde la biodiversidad, los retos y las posibilidades del desarrollo y la sostenibilidad, la transición ecológica, las amenazas al mar y a la Amazonía, la pandemia, el heroísmo de los defensores y defensoras del medio ambiente, los conflictos de soberanía, los pueblos originarios, hasta la salud. Quiero pedir excusas, repito, porque esta presentación consistirá menos en un comentario de sus importantes trabajos -algo que excede mis conocimientos- que en una reflexión suscitada por el libro y que es producto de mi formación (o deformación) profesional.

Empiezo por señalar que pese a los esfuerzos de científicos, académicos y grupos ecologistas -reflejados en el primer pacto mundial contra el calentamiento global, el Acuerdo de París de 2015, que puso en la agenda la toma de conciencia de los límites biofísicos de nuestro planeta, planteó la necesidad de promover cambios y reclamó la máxima cooperación entre todos los países-, no hemos sido capaces de avanzar gran cosa en la prevención ni en la resolución de los problemas que acarrea el calentamiento global.

Por el contrario, como advirtió el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, en su primera intervención en la COP27:

Las emisiones de gases de efecto invernadero siguen creciendo. Las temperaturas globales siguen aumentando. Y nuestro planeta se acerca rápidamente a puntos de inflexión que harán que el caos climático sea irreversible […] Estamos en una carretera al infierno climático con el pie en el acelerador.

Tal vez baste con citar un solo ejemplo: la continua acumulación de desechos plásticos en el llamado «séptimo continente», esa enorme isla artificial de basura marina de 1.6 millones de km2 de extensión que crece cada día más en una zona del océano Pacífico convertida en vertedero.

¿Cómo hemos llegado a eso? Antes de intentar responder a esta pregunta es necesario tomar en cuenta algunos asuntos. En las primeras décadas del siglo XVI, más precisamente entre 1519 y 1522, emergieron dos grandes proyectos que habrían de dominar la historia por los siguientes siglos: la globalización y el imperialismo territorial europeo. Tal fue el inicio de la marcha inexorable hacia la intercomunicación planetaria. Una nueva realidad histórica que estaba surgiendo a escala mundial habría de culminar en un sistema único, una «economía-mundo» según la definición de Inmanuel Wallerstein, que se habría de imponer sobre diversas realidades culturales. Se había producido un cambio radical de paradigmas que haría que el mundo fuese visto bajo una luz diferente.

También se estaba marcando el inicio de una época geológica, el Antropoceno -para algunos científicos, la última del periodo Cuaternario de la era Cenozoica-, que marcaría la crisis terminal del Holoceno, cuyo doloroso nacimiento estaríamos viviendo. En esta época los humanos -cabe decirlo en términos impersonales- están dando forma a su destino y al de todo el planeta. Pero se trata de nuestra época y en ella la actividad humana está dando lugar a una radical transformación de los ecosistemas terrestres. Los humanos estamos entrando en una nueva época de la que somos, al mismo tiempo, creadores, protagonistas y, para los más pesimistas, víctimas. Como dice Jeremy Davies en The Birth of the Anthropocene (2018), si queremos preservar los derechos y los placeres civilizados, de los que no todos hemos estado disfrutando, será necesario adaptarlos a unas condiciones ecológicas radicalmente alteradas.

A la vez que se empezaba a pensar en escalas planetarias, la Europa del Renacimiento «descubría» la antigüedad greco-latina y cobraba fuerza el individualismo de Pico della Mirandola. Así se fue decantando una visión antropocéntrica y definiendo un antropocentrismo que, visto en un contexto moderno, conjuga aquellas doctrinas o perspectivas intelectuales que toman como base para sus juicios las peculiaridades de la especie humana. Dado que el entorno desde el cual se enuncian dichas ideas es solamente el que es apto para la existencia humana, pretender ampliar las condiciones propias de su (nuestra) existencia a todos los seres inteligentes posibles implica una mirada sistemáticamente sesgada.

Situados en una época geológica así determinada y premunidos de una visión antropocéntrica, no nos es fácil asimilar que se trata apenas de un momento en la geohistoria y tampoco nos es fácil cambiar una visión tan arraigada en nuestra cultura contemporánea. Aceptar que la Tierra no es propiedad privada de los humanos y establecer una relación responsable con la naturaleza, en especial con la biósfera, implica asumir que somos una especie más del planeta y comenzar a aprender a relacionarnos mejor con él.

Para ello tropezamos con serias dificultades. Establecer una nueva relación con la naturaleza requiere ensanchar nuestra capacidad de empatía más allá de las coordenadas del racionalismo cartesiano. Si se busca tener una «conciencia planetaria» es necesario ampliar el rango de nuestra percepción y nuestra capacidad de pensar en escalas temporales y espaciales que desbordan los límites de nuestra inteligencia. Sin ello, la posibilidad de llegar a tener una «conciencia ecológica» -de la que habré de ensayar más adelante un esbozo- será poco menos que imposible.

Si nos enfocamos en los desafíos y perspectivas de la situación ambiental, es evidente que se trata de un asunto complejo y difícil de entender. Las consecuencias del cambio climático pueden parecer demasiado lejanas dado que sus efectos más graves tomarán tiempo en ocurrir. Por ello hay dificultad para reconocer y actuar en el presente. Además, muchas personas manifiestan sentirse cansadas de recibir noticias preocupantes o piensan que reciben demasiada información y que no la pueden procesar, a lo que se añade la erosión de la confianza en su veracidad, una de las consecuencias de la posverdad. Los datos acerca de la crisis climática, de suyo una realidad dolorosa e incómoda que despierta incertidumbre y angustia, se transmiten a menudo a través de discursos que producen miedo. Todo ello estimula la aparición de mecanismos de defensa.

El libro Engaging with Climate Change, editado por Sally Weintrobe (2013), reúne una serie de ensayos que articulan las perspectivas sociocultural, psicoanalítica y ambientalista para explorar la convergencia de los condicionantes históricos, políticos, económicos y psicológicos de la crisis climática. No se trata, concluye Weintrobe, de un problema técnico o científico, es un problema humano y para abordarlo es necesario tomar en cuenta las variables psicológicas individuales y comunitarias.

Ello implica tomar en cuenta la dimensión inconsciente del psiquismo para entender la atracción de los idola specus, de la que nos previno Francis Bacon en su Novum organum. Esos ídolos de la cueva, derivados de las propias experiencias condensadas en imágenes deformadas y nociones erróneas que toman posesión del entendimiento, se enraízan en la mente y la ocupan de tal manera que impiden que la verdad pueda tener acceso. Es tal su poder que se entrometen incluso cuando esta logra asomarse.

Dicho en términos más prosaicos y más actuales, para entender nuestra intuición ideoafectiva del medioambiente es necesario conocer los mecanismos de defensa individuales y colectivos que nos impiden tomar conciencia de la gravedad de la crisis ambiental, reconocer el valor intrínseco de los ecosistemas de la naturaleza y actuar con responsabilidad y consecuencia. Asumir la gravedad del cambio climático exige superar y renunciar a la negación y modificar nuestras creencias y el sistema de pensamientos, sentimientos, actitudes y prácticas en que se sustentan. En suma, un «cambio psíquico» y una nueva postura ética.

La aceptación de la severidad de la crisis climática y ecológica requiere que aquella parte de nosotros más abierta al mundo y a los demás -en mi jerga profesional, la parte no narcisista- pueda contener la ansiedad y tolerar los sentimientos de culpa, pérdida y vergüenza que produce reconocer la condición en que se encuentra nuestro planeta y, al mismo tiempo, mantener la confianza en que podemos hacer algo para cambiarla.

La comprensión de las estructuras psicológicas y sociales subyacentes y de las ansiedades y defensas que despierta la crisis climática que impiden tomar conciencia de su magnitud puede ayudar a estimular un cambio interno en nuestras representaciones, emociones, teorías, prioridades y actitudes y a recuperar el vínculo con el mundo natural del que nos hemos ido desconectando sin darnos cuenta. Solo así se podrá dar el cambio psíquico que nos lleve a un nuevo estado mental.

Ese sería el primer paso que podría llevarnos a lo que Sally Weintrobe denomina «estado mental ecológico». Es como si una gran parte de la humanidad se hubiese situado colectivamente en el mundo a partir de una visión antropocéntrica narcisista que condiciona la manera de relacionarnos con la biósfera. La tarea es promover una transformación desde una posición narcisista antropocéntrica hacia un «estado mental ecológico» que incluya la aceptación de la realidad, el amor a la naturaleza y una ética medioambiental.

La imagen que tenemos del entorno se desprende de la representación que tenemos en nuestro interior (cf. Schinaia, 2020). Sally Weintrobe denomina «paisaje psíquico interno» a la representación de la naturaleza en nuestra mente. En las circunstancias actuales de hiperurbanización, esta parece haberse reducido a un paisaje único, asunto que contribuye a hacernos sentir superiores y con derecho a explotar a los otros y a la naturaleza. Para muchos habitantes de las zonas urbanas el conocimiento de los aspectos físicos de su hábitat tiene muy poca importancia. «En el mundo actual nos hemos separado más que nunca de la naturaleza» (Sala, 2021).

El gran tema del cambio climático ha generado la aparición de grupos negacionistas y otros que difunden información falsa que es presentada utilizando un lenguaje científico y con una retórica académica. El negacionismo oscila entre la negación monda y lironda del cambio climático y lo que se podría llamar «desmentida»: el rechazo de lo que se sabe precisamente porque se lo sabe; la curiosa paradoja de saber y no saber.

Quienes piensan en estos temas parecen estar situados grosso modo en dos subgrupos: uno formado por aquellos que comparten una visión racional humanitaria y llaman la atención sobre las injusticias que los humanos cometemos hacia la naturaleza y los ecosistemas; y otro, constituido por quienes defienden la necesidad de un cambio radical en nuestra manera de ver la naturaleza, de que se reconozca el valor intrínseco de todos los seres naturales, los ecosistemas y la naturaleza en general.

Ahora bien, pienso que quienes no «se han comprado el pleito», de una u otra forma pueden dar crédito a argumentos negacionistas y racionalizaciones o permanecer impasibles por quedar atrapados en sus contradicciones. O también refugiarse en burbujas autocomplacientes, exquisitas, místicas o acríticas que no son -como señala Schinaia- sino formas de huir de la tremenda realidad del cambio climático.

REFERENCIAS

Davies, J. (2018). The Birth of the Anthropocene. University of California. [ Links ]

Guterres, A. (2022). Discurso de Apertura de Alto Nivel de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27). Naciones Unidas México. https://mexico.un.org/es/206362-observaciones-del-secretario-general-en-la-apertura-de-alto-nivel-de-la-conferencia-de-las. [ Links ]

Sala, J. (2021). Emergencia climática. Del trauma a la negación, de la integración a la acción. Temas de Psicoanálisis, (21). Sociedad Española de Psicoanálisis. [ Links ]

Schinaia, C. (2020). Inconsciente y emergencia ambiental: Reflexiones para una agenda común entre psicoanálisis y ecología. Biebel. [ Links ]

Weintrobe, S. (2013). Engaging with Climate Change. Psychoanalytic and Interdisciplinary Perspectives. Routledge. [ Links ]

12

Max Hernández Camarero. Doctor en Medicina por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y diplomado en Psicología Médica por el Real Colegio Médico de Londres. Es vicepresidente de la Asociación Psicoanalítica Internacional y presidente de la Sociedad Peruana de Psicoanálisis, de la que es miembro fundador. Ha sido distinguido por el Estado Peruano con la Orden El Sol del Perú en el grado de Gran Oficial y con las Palmas Magisteriales en el grado de Amauta, así como por la Corona Española con la Orden de Isabel la Católica en el grado de Comendador. También ha recibido el Premio Internacional de Psicoanálisis Mary S. Sigourney y la Medalla al Mérito Extraordinario del Colegio Médico del Perú, entre otros reconocimientos. Actualmente es secretario técnico del Acuerdo Nacional. Es autor de Memoria del bien perdido: conflicto, identidad y nostalgia en el inca Garcilaso (1992), ¿Es otro el rostro del Perú? (2000), En los márgenes de nuestra memoria histórica (2011), Doce años del Acuerdo Nacional (2015), entre otras publicaciones. Correo: maxhercam@gmail.com.

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