INTRODUCCIÓN
En la actualidad, la relevancia que han adquirido Internet y todo lo asociado con las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) ha transformado de manera drástica nuestra vida cotidiana. En particular, las redes sociales son las que presentan un crecimiento acelerado en el mundo virtual, convirtiéndose en uno de los principales medios de interacción social, sobre todo para los adolescentes, quienes conforman el grupo etario que utiliza, de forma más frecuente y común, los dispositivos digitales (Aliverdi et al., 2022; Gómez-Urrutia & Jiménez, 2022). Asimismo, si bien la utilización de las redes sociales, desde antes de la emergencia sanitaria global por el COVID-19, ya se erigía como una experiencia generalizada en los adolescentes capaz de influir en su desarrollo psicosocial (Pertegal-Vega et al., 2019); es a partir del contexto del aislamiento social obligatorio, junto con otras medidas preventivas para contener la pandemia, donde se evidenciaron con mayor notoriedad las secuelas del alto uso del Internet y las redes sociales en la salud mental de los adolescentes (Fernandes et al., 2020).
Este creciente uso intensivo de las tecnologías de la comunicación en línea revela la posibilidad de pasar del empleo frecuente no problemático de las redes sociales al surgimiento de conductas problemáticas o desadaptativas que afectan negativamente las actividades diarias, relaciones interpersonales y la salud física de los adolescentes (Díaz-Vicario et al., 2019; Becerra et al., 2021). Incluso puede derivar en trastornos del comportamiento que menoscaban la convivencia social (Medina & Regalado, 2021) y expresar indicadores similares a los de la adicción por sustancias, por ejemplo, la abstinencia o malestar que aparece cuando la conexión se suspende o restringe, y la tolerancia; es decir, la necesidad de estar cada vez más tiempo conectado (Kuss & Griffiths, 2017; Servidio, 2021).
En tal sentido, la conducta adictiva a las redes sociales se considera como un subtipo de adicción a Internet, caracterizada principalmente por el uso repetitivo, compulsivo y prolongado de estas aplicaciones virtuales, generando una incapacidad para controlar o interrumpir su consumo (Vargas-Serrudo et al., 2021). Por su parte, Escurra y Salas (2014) sostienen que este constructo posee tres factores: 1) obsesión por las redes sociales, relacionado con pensar y fantasear constantemente sobre lo que sucede en las redes sociales; 2) falta de control personal, vinculado a la carencia de control en el uso de las redes sociales y el posterior descuido de las actividades cotidianas; y 3) uso excesivo de las redes sociales, que alude a la incapacidad para terminar o disminuir el tiempo de uso de estas aplicaciones.
De igual modo, la exposición intensiva a estas tecnologías trae consecuencias negativas a nivel psicológico como dificultades de flexibilidad cognitiva, empobrecimiento afectivo, aumento del nivel de angustia y ansiedad, irritabilidad y problemas en la memoria de trabajo (Peña et al., 2019; Valencia-Ortiz et al., 2021). Estos aspectos desfavorables se intensifican en los adolescentes por ser personas en formación que aún están desarrollando los recursos personales para afrontar de forma adecuada la situación planteada y, por otra parte, debido al deseo de ser aceptados por el grupo social a través de prácticas que están en boga, muchos de ellos no son conscientes del uso compulsivo o adicción a las redes sociales virtuales e Internet, o bien admiten no poder controlarse o simplemente no desean hacerlo (Valencia-Ortiz et al., 2020).
Ahora bien, en cuanto al contexto empírico sobre el tema de interés, Huamani (2022) analizó diversas referencias, de los últimos cuatro años, respecto a la incidencia de las Redes Sociales Virtuales (RSV) sobre la salud mental de adolescentes latinoamericanos. De los resultados relevantes hallados, evidenció que el uso de estas tecnologías se incrementó en el transcurso de la pandemia por la COVID-19, tanto en los entornos académicos como sociales. Además, reveló diversos efectos del uso recurrente de las RSV en la salud mental, tales como la depresión, ansiedad, irritabilidad, bajo rendimiento académico y trastornos del comportamiento. A su vez, Huamán-Moya et al. (2022) realizaron una revisión sistemática de artículos elaborados entre el 2012 y 2021, para analizar los efectos más relevantes de la adicción a las redes sociales en adolescentes, principalmente latinoamericanos. En los resultados, constataron la presencia de un alto porcentaje (44%) de jóvenes con problemas de uso excesivo de las RSV, los cuales presentaban una diversidad de consecuencias psicológicas y sociales relacionadas con esta adicción. Por último, Troya et al. (2022) analizaron el impacto de las redes sociales en la salud mental de los adolescentes españoles, mediante la revisión bibliográfica de la evidencia científica producida en los años 2021 y 2022. Los artículos estudiados revelaron que el uso excesivo de las redes sociales agravó diversos trastornos mentales, tanto los preexistentes como los surgidos en la pandemia del COVID-19. Asimismo, concluyeron que el impacto de las RSV es más negativo que positivo, por lo que recomiendan centrar en la prevención y promoción para minimizar sus efectos en el bienestar psicológico.
Por otro lado, a nivel mundial, como repercusión de la pandemia, los adolescentes han modificado las formas tradicionales de hacer sus cosas, dedicando gran parte de su tiempo a utilizar los medios virtuales, ya sea para estudiar, jugar en línea, ver películas, realizar actividades comerciales, establecer comunicación e intercambiar contenido digital (Amador-Ortiz, 2021; Dong et al., 2020; Klimenko et al., 2021). Entre las redes sociales virtuales más usadas por la llamada generación digital, colectivo conformado por personas entre los 12 y 25 años (Gómez-Urrutia & Jiménez, 2022), se encuentran TikTok, considerada como la de mayor crecimiento en usuarios, y otras más consolidadas en Internet como Instagram, WhatsApp, YouTube, Snapchat, Facebook, Telegram y Twitter (González-Martínez & Villamar, 2022; Ochoa & Barragán, 2022).
La presente realidad postpandemia nos muestra que los medios tecnológicos son herramientas útiles en el quehacer cotidiano y pueden aportar diversos beneficios para el desarrollo vital de los adolescentes como el acceso a información variada y oportuna, la mejora de las comunicaciones e interacción con los demás, la participación en actividades colaborativas, el fomento de la creatividad y la ayuda en los procesos de aprendizaje (Rojas-Jara, 2018; Ramírez-Gil et al.,2021). Otro rasgo positivo de las TIC es que ayudan a satisfacer las necesidades de autonomía de los adolescentes, influyendo en la construcción de su identidad y fortaleciendo su confianza y autoestima al obtener apoyo emocional de un determinado grupo (Moro et al., 2022).
No obstante, aún no se vislumbran, en su totalidad, los efectos producidos en la salud mental de los adolescentes por motivo de las medidas de emergencia adoptadas para contrarrestar la pandemia (Fegert et al.,2020). En ese sentido, debido a las consecuencias negativas de la situación impuesta por la COVID-19, se hace necesario abordar los problemas relacionados con el uso excesivo de las redes virtuales y prestar mayor atención a las dificultades que surgen al adoptar estilos de vida centrados en el mundo digital, por parte de los adolescentes (Medina & Regalado, 2021; Moro et al., 2022).
Así pues, desde un punto de vista conceptual, esta revisión sistemática cubrirá la necesidad de estudios teóricos que examinen y sistematicen los hallazgos de investigaciones empíricas sobre el tema de interés en población adolescente y considerando el contexto de la pandemia. También, a nivel metodológico, constituirá un punto de partida confiable y aportará información para futuros estudios sobre el tema. Finalmente, las contribuciones tendrán relevancia social al servir de insumo para acciones de prevención en beneficio de la salud mental y la calidad de vida de los adolescentes.
Por lo tanto, el presente trabajo tiene el propósito de analizar el fenómeno de la adicción a las redes sociales en adolescentes dentro del escenario latinoamericano y en el periodo del 2020 al 2022, haciendo hincapié en el nivel de presencia de conductas adictivas y en la identificación de las variables asociadas con el consumo excesivo de estas tecnologías.
MÉTODO
Diseño
El tipo de estudio desarrollado fue de investigación sustantiva, pues se orientó a describir el fenómeno e identificar las características de su estado actual, con el propósito de llegar a una comprensión general (Sánchez et al.,2018); así como, se implementó un diseño teórico de revisión sistemática de la literatura, en la que se analizaron e interpretaron las evidencias de estudios primarios de un tema determinado, con base en criterios de inclusión y exclusión predefinidos, para lograr el objetivo propuesto de forma rigurosa, imparcial y replicable (Galvão & Ricarte, 2019).
Criterios de inclusión y exclusión
Se establecieron criterios para delimitar la elección de la literatura científica y asegurar la pertinencia de los estudios hallados. De esta forma, en base a la estrategia PICO (por sus siglas en inglés), se tomaron en consideración aspectos como la población, el fenómeno de interés, el contexto y el diseño del estudio para aplicar los criterios de inclusión y exclusión (Aromataris, 2020). En primer lugar, fueron seleccionados solamente artículos científicos, pues estos pasan por una evaluación más exhaustiva antes de ser publicados; por lo general, son revisados por al menos dos evaluadores ad hoc en el formato de revisión ciega (Pertegal-Vega et al., 2019). En cuanto a la población, se consideraron los estudios que especificaron una muestra de participantes pertenecientes a la educación secundaria o superior, cuyas edades fluctuaban entre los 11 y 20 años, excluyendo aquellos que abarcaban un rango de edad mayor o cuyo grupo poblacional tenía alguna patología diagnosticada. Respecto al fenómeno de interés, se seleccionaron los estudios empíricos que exploraban la presencia de conductas adictivas por el uso problemático a las redes sociales en adolescentes, descartando aquellos que analizaban de manera independiente el uso excesivo de Internet o del teléfono móvil. En relación al contexto, se incluyeron producciones de América Latina realizadas entre los años 2020 y 2022. Finalmente, sobre el diseño, se incorporaron artículos cuantitativos vinculados con el tema, separando las investigaciones secundarias, teóricas, cualitativas, instrumentales, revisiones y metaanálisis.
Procedimiento
Para garantizar la objetividad en la revisión de las publicaciones científicas se utilizaron estándares del modelo PRISMA en cuanto a protocolo, proceso de búsqueda, selección y síntesis de resultados (Page et al., 2021). En ese sentido, se realizó una primera búsqueda en plataformas de investigación especializadas en las disciplinas de Psicología, Educación, Medicina y Salud, se revisaron las Bases de Datos electrónicas: Redalyc, SciELO, Dialnet, APA PsycInfo, Scopus, Web of Science, World Wide Science y PubMed. Se establecieron términos de búsqueda que combinaron palabras claves, en español e inglés, como “adicción a redes sociales” AND “adolescentes” y “adicción a redes sociales” AND “estudiantes secundarios”. Durante el filtro se consideró la relevancia de las fuentes primarias respecto a la presencia de los descriptores dentro de los elementos de indexación como el título, resumen y tema. En la segunda etapa, se procedió a la revisión completa de los artículos que cumplieron con los criterios de inclusión y exclusión previamente establecidos. Luego, se sintetizó la información principal de cada uno de ellos en una tabla, según los objetivos trazados, para el análisis descriptivo e interpretativo de los hallazgos.
Análisis de datos
Referente a la calidad de los artículos seleccionados, esta se determinó mediante la Scale to Evaluate Scientific Articles in Social and Human Sciences (SSAHS) de López-López et al. (2019). Este instrumento consta de 19 ítems y 8 secciones (resumen: 3 ítems, introducción: 2 ítems, metodología: 4 ítems, resultados: 3 ítems, discusión: 3 ítems, referencias: 1 ítem, apéndices: 1 ítem, estilo y formato: 2 ítems); cuenta con una validez de contenido cuantificada por un coeficiente V de Aiken superior a 0.80 y con un valor de Alfa de Cronbach, para medir la confiabilidad, de 0.937. La calificación mínima de un artículo es de 19 puntos (20%) y la máxima es de 95 puntos (100%), siguiendo una escala de valoración del 1 (nivel muy bajo) al 5 (nivel muy alto). Además, en dicha herramienta se establece la siguiente categorización: calidad alta (87,4% a 100%), puede incluir artículos sin recomendaciones y con discusión limitada; calidad media (68,4% a 83,1%), incorpora contribuciones con una metodología regular y resultados que se deben complementar con tablas o figuras; y calidad baja (53,7% a 62,1%), cuando los estudios presentan una discusión muy limitada, introducción regular y escaso aporte al conocimiento del tema de interés (Prieto, 2022). Para esta revisión se consideraron solo las publicaciones calificadas con una calidad alta.
Consideraciones éticas
El trabajo respetó los estándares de ética en investigación y las normativas peruanas relacionadas con las buenas prácticas y la integridad científica, para garantizar que todos los aspectos del proceso investigativo se realicen de manera precisa, honesta y responsable (Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica [CONCYTEC], 2019).
RESULTADOS
A continuación, se presentan los resultados más importantes de la revisión realizada, comenzando con una descripción del proceso de búsqueda y selección bibliográfica, para luego presentar las características generales de los artículos, sus particularidades metodológicas y los datos relevantes relacionados con el propósito del presente estudio.
La localización de artículos científicos sobre el tema se realizó entre los meses de setiembre y noviembre del 2022. Se indagó en ocho Bases de Datos electrónicas, dando el siguiente resultado: Redalyc (n=38), SciELO (n=12), Dialnet (n=35), APA PsycInfo (n=8), Scopus (n=18), Web of Science (n=17), World Wide Web (n=67) y PubMed (n=35); sumando un total de 230 documentos encontrados, de los cuales 153 fueron descartados por ser duplicados. Después de revisar el título y resúmenes de los registros restantes, se descartaron 39 publicaciones por tratarse de estudios no empíricos, quedando 38 para examinarlos según los criterios de elegibilidad; posteriormente a este proceso, se excluyeron 21 artículos que no concordaban con los criterios de inclusión, por lo que se identificaron 17 documentos para el análisis de calidad mediante el SSAHS. Aplicada esta escala, siete estudios también fueron excluidos, totalizando diez investigaciones que fueron incluidas para el desarrollo de la revisión. La Figura 1 muestra el flujograma del proceso descrito.
Si bien la búsqueda de los artículos consideró el período del 2020 al 2022, el número de producciones sobre el tema fue variable en ese lapso, siendo los años 2021 y 2022 los que poseyeron una mayor cantidad (n=8). En cuanto al país de origen de las investigaciones, estas se realizaron en su mayoría en Perú (Chiza et al., 2021; Estrada & Gallegos, 2020; Roque et al., 2022; Solís & Quispe, 2021; Villalba et al., 2021; Yana-Salluca et al., 2022), seguido por Colombia (Acosta et al., 2022; Klimenko et al., 2021) y México (Rendón et al., 2022; Valencia-Ortiz et al., 2021). La Tabla 1 presenta las localizaciones y características generales de los estudios analizados.
Los artículos fueron publicados en nueve revistas diferentes, distribuidos en cuatro áreas temáticas: Psicología, Ciencias de la Salud y Educación, con énfasis en Psicología y Ciencias de la Salud (70%). En cuanto al tamaño de la muestra, variaron entre 117 y 17.600 participantes, poseyendo el 30% de las investigaciones revisadas una muestra mayor a 1000 personas. Por lo que se refiere al rango de edades de los participantes, este osciló entre los 11 y 20 años, con una mayor concentración entre los 15 y 17 años (90%); periodo de edad correspondiente a la etapa denominada adolescencia media (Hidalgo-Vicario & Ceñal, 2014). Asimismo, casi todos los estudios analizados incluyeron a estudiantes secundarios (n=9). Solo un estudio se realizó con la participación de universitarios de los primeros ciclos (Villalba et al., 2021). Por otro lado, fueron más frecuentes las publicaciones con participantes de ambos sexos (n=8), siendo mayoritaria la población femenina en el 60% de los estudios. Solo dos artículos no especificaron el sexo de los colaboradores (Solís & Quispe, 2021; Rendón et al., 2022).
De igual forma, cabe señalar que, solo en dos estudios de esta revisión, se analizó el fenómeno de la adicción a las redes sociales según el género de los participantes (Klimenko et al., 2021; Yana-Salluca et al., 2022). Aunque no se evidenciaron diferencias significativas entre los géneros, en una investigación se identificó, para algunas dimensiones, mayores niveles de riesgo de adicción a las redes sociales e Internet en las mujeres (Klimenko et al., 2021). Asimismo, en el otro estudio se registró una diferencia de 0.5%, a favor del género femenino, en relación a la presencia de conductas adictivas a las redes sociales (Yana-Salluca et al., 2022).
Con respecto a la valoración de la calidad de los estudios, se comprobó que todos cumplieran con los ítems de la lista de verificación SSAHS, alcanzando, en el total de artículos, el 95.8% del puntaje máximo, por lo que fueron catalogados como de alta calidad.
En la Tabla 2 se muestran las características metodológicas de cada estudio analizado en la revisión. Todos los artículos optaron por un diseño no experimental de corte transversal, pues no se manipularon las variables, sino que se analizaron tal como se expresaron en su entorno, y se recogieron los datos en un solo momento. Además, la mayoría fue de alcance correlacional (80%), es decir, buscaron conocer la relación entre variables, siendo los restantes de tipo descriptivo (Acosta et al., 2022; Valencia-Ortiz et al., 2021). En lo relativo a los instrumentos empleados, todos los estudios realizaron análisis para obtener evidencias de validez (de contenido o constructo) y confiabilidad en sus respectivas muestras, obteniendo valores satisfactorios para ambos índices. Asimismo, el 50% de las investigaciones aplicaron cuestionarios y/o escalas adaptadas a sus contextos nacionales. De igual manera, el 40% realizó la recolección colectiva de información a través de formularios virtuales.
Concerniente a los objetivos de los artículos revisados, predominaron (80%) los que se propusieron medir el grado de relación entre la adicción a las redes sociales con otras variables, dentro de un contexto particular; de los cuales, solo dos presentan resultados con correlaciones interpretadas como altas y significativas (Estrada & Gallegos, 2020; Yana-Salluca et al., 2022). Por otra parte, se evidenció la presencia de niveles altos de adicción a las redes sociales en las muestras, yendo desde el 11% al 75% del total de participantes. Se resalta que el 70% de las investigaciones reporta los porcentajes de prevalencia, mencionando la estrategia utilizada; mientras que el resto, no reportó ningún porcentaje (Acosta et al., 2022) o hizo uso de puntajes predefinidos para categorizar, como de nivel medio o moderado, la prevalencia de adicción a las redes sociales en sus respectivas muestras (Klimenko et al., 2021; Valencia-Ortiz et al., 2021).
En la Tabla 3, se sintetiza los aspectos mencionados, abarcando también los principales resultados y conclusiones de las investigaciones analizadas en la presente revisión.
DISCUSIÓN
El objetivo de la presente revisión fue analizar el fenómeno de la adicción a las redes sociales en adolescentes latinoamericanos según la literatura científica entre el 2020 y 2022. Al respecto, se detallaron los hallazgos obtenidos, de acuerdo a la sistematización de los principales resultados y conclusiones. En primer lugar, se ha encontrado que, en el periodo señalado, la mayoría de los estudios reportaron altos niveles de adicción a las redes sociales en más de la tercera parte de la población adolescente (Acosta et al., 2022; Chiza et al., 2021; Estrada & Gallegos, 2020; Klimenko et al., 2021; Solís & Quispe, 2021; Yana-Salluca et al., 2022). Esta situación guarda relación con lo planteado por Dong et al. (2020) y Fernandes et al. (2020), quienes evidenciaron la influencia de la pandemia de COVID-19, específicamente de las medidas de aislamiento social obligatorio, en el aumento de la frecuencia y duración del uso de las redes sociales e Internet por parte, principalmente, de niños y adolescentes; lo cual generaría consecuencias negativas en la salud mental, expresadas en el desarrollo de conductas adictivas. También coincide con los que sostuvieron Aliverdi et al. (2022) respecto a que, en la actualidad, las redes sociales virtuales presentan un crecimiento acelerado y son el principal medio a través del cual interactúan los adolescentes.
Ahora bien, más allá de la frecuencia de comportamientos adictivos, se destacan los posibles efectos en la salud mental de los adolescentes. En tal sentido, los estudios analizados han reportado una serie de consecuencias negativas relacionadas con la aparición de conductas violentas, descuido de las actividades cotidianas y la presencia de distorsiones cognitivas que impiden percibir el uso problemático de las redes sociales (Chiza et al., 2021; Roque et al., 2022; Valencia-Ortiz et al., 2021; Villalba et al., 2021; Yana-Salluca et al., 2022). Estos hallazgos son coherentes con lo encontrado por Becerra et al. (2021), Valencia-Ortiz et al. (2021) y Medina & Regalado (2021), sobre la presencia de problemas psicosomáticos derivados del uso desadaptativo de las tecnologías de comunicación en línea, que afectan de forma negativa las actividades cotidianas, las relaciones sociales, la salud física (mala calidad del sueño, obesidad, deterioro de la visión) y el ajuste psicológico de los adolescentes. Dichos aspectos desfavorables se intensifican en esa etapa evolutiva por la vulnerabilidad que implica, pues las personas aún no son totalmente autónomas y están expuestas a diversas situaciones de riesgo (Valencia-Ortiz et al., 2020).
Por otro lado, con relación a los principales resultados, los niveles de apoyo social percibido se relacionaron de forma indirecta con el riesgo de adicción a las redes sociales, es decir, la percepción que tienen los adolescentes de un adecuado apoyo, atención y consideración, principalmente por parte de sus familias, actúa como un factor protector ante las distintas situaciones problemáticas, como la adicción a las redes sociales (Solís & Quispe, 2021). Este aporte sugiere la importancia de considerar los factores de protección en la adolescencia, teniendo en cuenta lo encontrado por Huamani (2022) y Troya et al. (2022), respecto a que la pandemia por COVID-19 empeoró diversos problemas psicológicos, por lo que, en general, el impacto del uso de las redes sociales, en la población juvenil, fue negativo.
Asimismo, las denominadas habilidades blandas se relacionaron, de forma negativa y mediana, con el riesgo de adicción a las redes sociales; por lo tanto, el desarrollo de las habilidades socioemocionales y habilidades para la vida permitiría prevenir el riesgo de adicción en el uso de estos medios (Klimenko et al., 2021). En esa línea Acosta et al. (2022), señalaron que las condiciones individuales, sociales y familiares influyen en los estilos de afrontamiento y en la formación de recursos personales de protección ante eventos adversos.
También se evidenció una correlación alta y positiva entre la procrastinación académica y la adicción a las redes sociales, con mayor prevalencia de esta última variable en el sexo femenino (Yana-Salluca et al., 2022). Estos resultados pueden ser comparados con las conclusiones de Amador-Ortíz (2021) en referencia a la asociación significativa entre la reprobación escolar y la adicción a las redes sociales, por lo que es más probable una repercusión negativa en el rendimiento académico en estudiantes con alto uso de las redes sociales. Además, con respecto a las diferencias en el riesgo de adicción a las redes sociales según el género, los resultados de Klimenko et al. (2021) confirmaron una tendencia más alta, en las mujeres adolescentes, para desarrollar conductas adictivas relacionadas al uso de las redes sociales.
De la misma manera, se encontraron correlaciones de tipo positivo débil entre la adicción a las redes sociales con el cyberbullying (Chiza et al., 2021), el comportamiento agresivo (Roque et al., 2022) y la aceptación de dispositivos tecnológicos (Villalba et al., 2021); lo cual se vincula con los hallazgos de Moro et al. (2022) sobre la correlación, con puntuaciones altas, entre el uso abusivo de las redes sociales y videojuegos con el comportamiento antisocial y el bullying.
Además, en uno de los artículos, se señaló que, en el caso de adolescentes entre 15 y 19 años, el comportamiento sexual y el uso adictivo de las redes sociales son independientes uno de otro (Rendón et al., 2022); resultados que contrastan con Peña et al. (2019), los cuales sostienen que la referida adicción también se vincula con navegar e interactuar sobre preocupaciones o temas sexuales, pues estas plataformas audiovisuales al ser espacios de Internet, permiten acceder a todo tipo de información, al margen de si es adecuada o no, lo cual influye en los conocimientos y actitudes de los usuarios.
Por otra parte, se ha encontrado que, en el análisis de las conclusiones, los estudios descriptivos-transversales enfatizan la importancia de establecer acciones psicoeducativas que permitan a los estudiantes desarrollar las competencias digitales y la autorregulación emocional necesarias para hacer un uso funcional de las redes sociales y puedan prevenir conductas de riesgo asociadas con la exposición a las tecnologías; puesto que registraron niveles medios y altos de adicción a las redes sociales en las muestras evaluadas (Acosta et al., 2022; Valencia-Ortiz et al., 2021). En ese sentido, guarda relación con lo señalado por Medina y Regalado (2021), Huamani (2022) y Troya et al. (2022), referente a que la pandemia de la COVID-19 y las medidas del aislamiento social, han agravado la dependencia de las redes sociales e Internet, sobre todo en los adolescentes y jóvenes; por lo que propusieron implementar estrategias que contribuyan al uso responsable de las tecnologías de la comunicación e información.
En cuanto a las conclusiones de los estudios de tipo correlacional, se ha demostrado coherencia con sus objetivos propuestos (ver Tabla 3), respecto a encontrar relación entre la adicción a las redes sociales con otras variables, aunque con distinto grado asociación entre ellos. Estos hallazgos respaldan lo indicado por Fegert et al. (2020), con relación a que se necesita una mayor investigación para evaluar las implicaciones de las políticas promulgadas para contener la pandemia por COVID-19, en la salud mental de niños y adolescentes, e identificar los factores de riesgo asociados con la adicción a las redes sociales, a fin de prevenir las futuras consecuencias negativas.
Finalmente, durante la revisión de los estudios seleccionados se han presentado algunas limitaciones, como es el caso de la data, pues solo se consideraron artículos publicados en español e inglés, ya que este último idioma tiene mayor visibilidad internacional, dejando de lado publicaciones en portugués, lengua hablada principalmente en Brasil, país que también pertenece al ámbito latinoamericano. De igual manera, se presentaron dificultades en el proceso de depuración de la bibliografía para obtener un número adecuado de artículos, según los criterios de elegibilidad. Asimismo, otra limitación manifestada en el presente trabajo tiene relación con el tipo de estudio realizado, dado que no permite extrapolar a la población general, mediante técnicas estadísticas, los resultados extraídos de la muestra analizada, como sí se daría en el caso de un metaanálisis (Escrig et al., 2021). No obstante, los resultados hallados permiten resaltar la importancia de analizar y atender las secuelas del fenómeno de la adicción a las redes sociales en los adolescentes, desde una perspectiva peri-post pandemia.
CONCLUSIONES
Con base a las evidencias encontradas y según el objetivo de analizar el fenómeno de la adicción a las redes sociales en adolescentes, dentro del ámbito latinoamericano y en el contexto del COVID-19, la presente revisión ha encontrado que la mayoría de los estudios se realizaron entre los años 2021 y 2022, son procedentes de Perú, abarcaron una muestra total de 22.791 participantes, con predominio de personas de sexo femenino, de un rango de edad que corresponde a la adolescencia intermedia y que pertenecen a la educación secundaria. Asimismo, la totalidad de los artículos analizados corresponde a un diseño no experimental de corte transversal, siendo 8 de tipo correlacional y 2 descriptivos; además, todos reportaron evidencias de validez y confiabilidad de los instrumentos empleados, evaluando el tema de interés, principalmente, con el Cuestionario de Adicción a las Redes Sociales (ARS).
Por otro lado, los objetivos más frecuentes en las investigaciones revisadas, fueron los que buscaron determinar el grado de relación de la conducta adictiva a las redes sociales con diversas variables, los cuales permitieron concluir que las deficiencias en los atributos de una familia al momento afrontar situaciones problemáticas, así como los bajos niveles en el sistema de apoyo social percibido y el escaso desarrollo de recursos personológicos tanto cognitivos como socioemocionales, podrían estar relacionados con el aumento, en los adolescentes, del nivel de adicción a estas tecnologías.
Del mismo modo, a nivel general, los hallazgos encontrados sugieren que las conductas adictivas relacionadas con las redes sociales pueden llevar a postergar las actividades académicas de los estudiantes adolescentes, repercutiendo de forma negativa en su desempeño escolar; también, se pudo evidenciar que los participantes con un mayor nivel de adicción a las redes sociales exhiben una mayor predisposición para efectuar el cyberbullying, experimentar conflictos interpersonales, manifestar conductas agresivas e incorporar de forma inadecuada el uso de las tecnologías en su vida cotidiana.
No obstante, es importante añadir como conclusión que la utilización continua de dichas plataformas virtuales no necesariamente implica la alteración de las dimensiones del autoconcepto, como la autoimagen, ni la presencia de conductas sexuales de riesgo, puesto que este último factor depende básicamente de la edad con que los adolescentes inician su vida sexual, siendo un aspecto muy variable.
Asimismo, se han encontrado evidencias sobre las dificultades, que pueden presentar los adolescentes, para percibir conductas nocivas relacionadas con el uso de las referidas herramientas digitales, por lo que podría generarse una distorsión entre el mundo real y virtual. Tal situación se complica cuando no existe una adecuada supervisión parental, por lo que sería necesario establecer, en los centros educativos, programas formativos para el uso responsable de las nuevas tecnologías.
En otro orden de ideas, la mayoría de las investigaciones reportaron datos sobre la prevalencia de la adicción a las redes sociales en los adolescentes evaluados, siendo predominantes los niveles medios y altos en más del 50% de los participantes. Si bien no todos los estudios analizaron las diferencias, según el género, de aquellas adicciones; se identificó una variación poco significativa entre ambos sexos, con una ligera mayor tendencia en las adolescentes mujeres para desarrollar patrones de usos disfuncionales de las nuevas tecnologías.
A partir de lo señalado, es necesario subrayar que la pandemia por coronavirus ha acelerado el uso masivo de las tecnologías de comunicación en línea, principalmente entre niños y adolescentes, estando aún pendiente conocer la totalidad de los efectos psicosociales de las medidas de aislamiento social, adoptadas en respuesta a la emergencia sanitaria. Por ello, con base en los datos brindados por las investigaciones seleccionadas se destaca la necesidad de prevenir, evaluar e intervenir respecto de los posibles impactos negativos del confinamiento por COVID-19 en la salud mental de los adolescentes, desde múltiples niveles, como el individual, familiar, escolar y comunitario.
Por último, a pesar de las limitaciones de la presente revisión, se pudo comprender aspectos vinculados con el objetivo general trazado; en tal sentido, se recomienda continuar profundizando la investigación sobre esta temática a través de diseños más complejos y sofisticados; así como, valorar los usos prácticos de los hallazgos develados para el desarrollo de estrategias psicoeducativas que permitan abordar la problemática de la adicción a las redes sociales en adolescentes, considerando el contexto de la pandemia y postpandemia