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versão impressa ISSN 0254-9239

Lexis vol.42 no.2 Lima  2018

http://dx.doi.org/10.18800/lexis.201802.001 

ARTÍCULOS

 

Construcciones focalizadoras y oralidad*

 

Liliana Ruiz Velasco D.

Universidad Intercultural del Estado de Puebla.

 


RESUMEN

El trabajo se centra en tres construcciones focalizadoras: las "hendidas", aquellas del tipo Det+N+seR (e.g. la verdad es que...) y del tipo lo+adj+seR (e.g. lo bueno es que...). Dado que el estatus de estas construcciones en la dimensión oral-escrito es todavía ambiguo e incluso se ha propuesto una mayor afinidad con la escritura, se buscó la frecuencia con que eran empleadas en un corpus oral, así como las funciones que desempeñaban. Los datos recabados muestran que son más utilizadas en la telenovela, mientras que en géneros no ficticios, se asocian más a aquellos próximos a la inmediatez comunicativa (cf. Koch y Oesterreicher 1985). Sus funciones son englobadas en dos dimensiones: microtextual y macrotextual, siendo esta la de mayor peso al servir a la organización y demarcación de líneas temáticas en el discurso.

Palabras clave: construcciones focalizadoras, oralidad, géneros discursivos, español.

 


ABSTRACT

This paper addresses three Spanish focus constructions: clefts, the Det+N+ seR construction (e.g. la verdad es que...), and the lo+adj+seR construction (e.g. lo bueno es que...). Since their status in the oral-written dimension is still ambiguous and it has even been proposed some closeness with the written language, the research focused on their frequency in an oral corpus of Mexican Spanish, as well as their discourse functions. The data collected shows that these constructions are more frequent in the telenovela, while among non-fictional genres they are linked to those situated within the communicative immediacy space (v. Koch y Oesterreicher 1985). Their functions are grouped in two dimensions: micro- and macrotextual; the latter being the prevailing one since by using these constructions the speaker organizes and marks topical lines in discourse.

Keywords: focus constructions, orality, discourse genres, Spanish.

 


Las construcciones focalizadoras forman una familia de construcciones cuya principal característica es la marcación explícita (por medios sintácticos) de lo que el hablante considera la información focal y la presupuesta. Entre ellas se incluyen:

(1) a. La verdad es que no lo soporto.

     b. Lo bueno es que ya llegó.

     c. Lo que quiero es salir de vacaciones.

Tales construcciones presentan un constituyente focal (en nuestros ejemplos, el que aparece en posición poscopular) con el que se especifica la referencia de una expresión que si bien describe una entidad, es un cuanto débil como para permitirle al oyente su identificación (en nuestros ejemplos, el constituyente precopular, esto es, la verdad, lo bueno, lo que quiero) (Dik 1997; Fernández Leborans 1999; Schmid 1999, 2001; Sornicola 1994).

Numerosos estudios se han abocado a precisar las propiedades semánticas y sintácticas de estas construcciones frente a otras. Particularmente en torno a las llamadas hendidas (perífrasis de relativo o ecuacionales, en la tradición hispánica), se ha buscado distinguirlas de otras construcciones con seR, así como establecer diferencias al interior de esta familia de construcciones por la posición que ocupa el foco (Fernández Leborans 1999, 2001; Gutiérrez Ordóñez 1986; Martínez Puche 1984; Moreno Cabrera 1982, 1999). De ellas, se han detectado ciertas tendencias en cuanto al empleo de una u otra construcción a partir de rasgos semánticos, sintácticos y pragmáticos (tipo de constituyente focalizado, modalidad, etc.). En esta área, el trabajo de Sedano (1990, 2006) representa uno de los análisis más completos para el español. Desde el punto de vista de la socio-lingüística variacional en línea con la escuela de Labov, la familia de hendidas también ha sido estudiada. Así, Martín Butragueño (1997) encontró que en el español mexicano el empleo de estas construcciones no se correlacionaba con variables sociales, ya fuera edad, sexo o clase social.

En el plano discursivo se ha propuesto una mayor afinidad de las hendidas con la escritura o se ha dejado cierta indefinición respecto de la dimensión oral-escrita, considerándose, más bien, que pueden cumplir funciones diferentes (Fernández Leborans 2001; Martínez Puche 1984). No obstante, ya en la investigación basada en corpus, los datos de Biber y colaboradores, quienes utilizan un corpus del español integrado por distintos géneros discursivos, muestran cierta cercanía de las construcciones hendidas con la oralidad (Biber, Davies, Jones y Tracy-Ventura 2006: apéndice A). La cuestión sobre el estatus de estas construcciones en la dimensión oral-escrita es, pues, todavía ambigua y plantea una serie de interrogantes. De entrada, resulta problemático tomar la oralidad como una unidad que se opone en forma tajante a la escritura. Por otra parte, cabe preguntarse si de ser cercanas a la oralidad, ¿con qué funciones lo son y en qué tipo de oralidad?

El propósito del presente trabajo es abordar tales preguntas retomando el enfoque variacional. Para ello, se han tomado en consideración los tres tipos de construcciones focalizadoras indicadas arriba, esto es, yendo más allá de las hendidas, y se ha reunido un corpus en que se incluyen diversos géneros discursivos orales. El trabajo está organizado del modo siguiente: en la primera sección se presenta el concepto de oralidad adoptado, con base en la propuesta de un continuo hecha por Koch y Oesterreicher (1985, 2007), así como el corpus trabajado; en la siguiente sección, se pasa a la descripción de las construcciones bajo análisis; en la tercera se abordan sus funciones discursivas en dos niveles: macro y microtextual para mostrar algunos resultados de tipo cuantitativo; y, finalmente, se discuten los mismos en el marco de la variación en los géneros orales.

1. Géneros discursivos y oralidad

El estudio del plano discursivo, tomando realizaciones concretas de la competencia lingüística a partir de las cuales se pueden extraer generalizaciones funcionales sobre las estructuras de una lengua determinada, no deja de presentar diversos escollos. En concreto, con respecto a la dimensión oral-escrita, hablar de oralidad, sin más aclaración, remite de manera ambigua a una realización fónica de la lengua. La diversidad en los géneros que cumplen con el criterio de corresponder a una práctica oral ha originado una extensa discusión para englobarlos descriptivamente en una categoría (Biber 1986; Chafe 1985; Tannen 2007). Aquí resulta de utilidad la distinción planteada por Söll (1985) y luego elaborada por Koch y Oesterreicher (1985, 2007) entre medio y concepción.

Estos autores plantean que desde el punto de vista del medio se da una oposición binaria (medio fónico o gráfico),1 mientras que la concepción nos remite a las condiciones en que se da la comunicación originando diferencias graduales entre los discursos. A fin de distinguir estos dos niveles descriptivos, reservan los términos de oralidad y escrituralidad para los discursos producidos en condiciones de inmediatez o distancia comunicativas, respectivamente. Cada uno de estos polos, la inmediatez o distancia, es definible según las condiciones de los prototipos correspondientes a dos géneros: la conversación privada cara a cara y el texto jurídico-legal.

Dichas condiciones incluyen el carácter público o privado de la comunicación, grado de conocimiento entre los interlocutores, planeación o espontaneidad en la producción del discurso, etc. A su vez, cada género (o tradición discursiva) se ubica en distintos puntos de ese continuo según su mayor cercanía con el polo de la inmediatez o la distancia comunicativas, independientemente del medio empleado.2 Si bien suele darse una mayor afinidad entre los textos de la inmediatez y el medio fónico, así como entre los textos de la distancia y el medio gráfico, no es una relación isomórfica.

Así, considerando únicamente el medio fónico, puede plantearse un continuo de mayor a menor inmediatez en la comunicación, como el siguiente (Koch y Oesterreicher 2007: 34):

La conversación familiar cara a cara corresponde, como género, al extremo de la comunicación inmediata, a partir del cual se da una gradación hacia la distancia comunicativa, representada en este caso por la conferencia científica. Al hablar de oralidad puede optarse por el género prototípico de la conversación u otro género en específico. La teoría de Koch y Oesterreicher (2007) arroja luz sobre el hecho de que dependiendo del género considerado habrá desviaciones con respecto al prototipo conversacional. Ello ha de tenerse en cuenta al trabajar con cualquier género realizado fónicamente, pues su concepción puede estar más cercana a la distancia, esto es, a la lengua escrita. Una metodología comúnmente utilizada en el estudio de la oralidad han sido los corpora de entrevistas sociolingüísticas, ya que resultan algo más fáciles de recabar si se desea obtener muestras de la producción lingüística de hablantes diversos, sometidos, en principio, a condiciones similares de comunicación. Ahora bien, dado que la oralidad presenta una variación interna, puede optarse por describir esta variación y tomar muestras de diferentes géneros discursivos ubicados en distintos puntos del espectro. Esta es la perspectiva asumida en el presente trabajo.

1.1. Corpus

Para esta investigación se ha reunido un corpus de español mexicano en el que se incluyen seis géneros discursivos y que consta de 143.800 palabras aproximadamente. Los géneros en cuestión son la conversación privada espontánea, la entrevista sociolingüística, la telenovela, el programa de radio con llamadas del público, la narración deportiva de futbol y el sermón religioso. Dado que en otras regiones se han documentado construcciones como la del ser focalizador (Sedano 1990, 2006) inexistentes en México, se consideró necesario trabajar con un corpus limitado al español mexicano. Así pues, para las grabaciones realizadas el criterio fue que los hablantes en cuestión fueran mexicanos; para las grabaciones tomadas del dominio discursivo de los medios de comunicación masiva, se consideró que la producción fuera mexicana, así como su transmisión. El corpus empleado en el presente estudio se ha ido recabando en distintas fases:

  1. Corpus de conversación espontánea (CE) y telenovela (TVN): en ambos casos se trata de un corpus para el que se tomaron episodios argumentativos o escenas en las que se daba un episodio argumentativo (cf. Ruiz Velasco 2012).

  2. Corpus de habla de Tijuana: proveniente de la Universidad Autónoma de Baja California. Incluye entrevistas sociolingüísticas y diálogos semidirigidos, algunos próximos a la conversación.

  3. Corpus de radio, narración deportiva y sermón: recabado de 2013 a 2015 y para el que colaboraron alumnos de la Universidad Autónoma de Baja California, sea en proveer, revisar o transcribir las grabaciones.3

El sistema de transcripción adoptado fue el del grupo Val.Es.Co (Briz 1998), con ligeras modificaciones (cf. Apéndice) a excepción de las muestras correspondientes al corpus de habla de Tijuana, en las cuales se ha seguido un criterio ortográfico y de las que para esta investigación se hizo una revisión y se ajustó la transcripción cuando era necesario. Los géneros discursivos que integran el corpus se han elegido por ser producidos y recibidos en condiciones diversas. Así, se incluyen géneros dialógicos y monológicos, de carácter privado o público, y con distintos grados de planeación y libertad temática (cf. tabla 1, en el que se compara sucintamente el perfil de cada tipo). En los géneros que se construyen en función de una comunicación masiva, se da un desdoblamiento entre la situación comunicativa de la producción discursiva y un nivel de recepción por parte de la audiencia.

En particular, los medios masivos generan formas de comunicación en las que se hace patente la existencia de distintos tipos de receptores y distintos grados de participación en un evento comunicativo: de los destinatarios, que pueden tomar el turno, a los escuchas, que conforman una audiencia meta para transmisoras y equipos de producción (Goffman 1979; Bell 1984; Hymes 1972). En este sentido, el género de la telenovela resulta peculiar al ser un texto de ficción.

En los intercambios representados busca imitarse mayormente la conversación espontánea, pero en el nivel extradiegético, la comunicación está prefijada en buena medida (cf. Ruiz Velasco 2012, 2016). Así, mientras en el programa de radio con llamadas alguien de la audiencia establece un diálogo con el locutor, en la telenovela el público tiene vedada una participación directa. Por otra parte, en su carácter de ficción, puede presentar elementos de la inmediatez, que no dejan de responder a una mímesis, según ciertos parámetros estilísticos (Ruiz Velasco 2012, 2016; Goetsch 1985; Oesterreicher 1996, 2013; López Serena 2007). De ahí el interés de incluir este género en la investigación, compararlo con géneros no ficticios y ver qué relación guarda con géneros más inmediatos o distantes.

En la tabla 1, se consigna una descripción somera de los géneros considerados; de la telenovela, se ha tomado en cuenta la dimensión extradiegética de comunicación entre equipo productor y televidente.

 

 

En el análisis realizado, se hizo una búsqueda en el corpus de las construcciones focalizadoras bajo estudio. En lo que concierne a la entrevista sociolingüística en particular, el corpus de habla de Tijuana, como ya se indicó, presenta un continuo: del diálogo que corresponde más prototípicamente a una entrevista a aquel más cercano a una conversación aunque con ciertas limitaciones que lo distinguen (e.g. una duración preestablecida). En lo que sigue, interesa dar una breve descripción de las construcciones focalizadoras en las que se centró el estudio, así como presentar los criterios empleados para seleccionar los casos.

2. Las construcciones focalizadoras

Como se apuntó al inicio, el trabajo se ha centrado en tres construcciones, ejemplificadas a continuación:

(2) a. Lo chistoso es que no le dé pena (cef-09).

     b. El chiste es saberlo envolver correctamente (cea-01).

     c. Lo que está bonito allí en Zacatecas es el centro (dtj-10m).

Siguiendo el enfoque de Lambrecht ([1994] 1996, 2001), quien se ocupa en particular de las hendidas, cabe considerar que tales construcciones se especializan en marcar explícitamente, por medios sintácticos, la información focal (en nuestros ejemplos, la parte en cursivas), que cumple un rol impredecible dentro de la proposición, y la información pragmáticamente presupuesta, la cual es evocada formalmente por el enunciado y comprende, entre otras, una presuposición de conocimiento. A partir de una propuesta de Schmid (2001) para construcciones como la de (2b), esta presuposición puede representarse como sigue:

(3) a. Lo chistoso es X.

b. El chiste es X.

c. Lo que está bonito allí en Zacatecas es X.

La información representada por X será comunicada como focal. Las tres se caracterizan, pues, por un mismo esquema pragmático en cuanto a cómo estructuran la información. Asimismo, comparten cierta estructuración sintáctica y semántica al tratarse de oraciones identificativas de tipo especificativo (cf. Fernández Leborans 1999, 2001). En este sentido, conforman lo que en el marco de la gramática de construcciones (cf. Goldberg 1995, así como Fillmore, Kay y O’Connor 1988, Langacker 2009) se considera una "familia". Una consecuencia de ello, como se verá más delante, es que cumplan funciones discursivas equivalentes. Su similitud, al basarse en un esquema gramatical en común (SN.cop.{SN/SV/O}) con ciertas especificaciones (presencia obligatoria del artículo definido como determinante en el sujeto; uso de ser en la cópula), distingue este grupo de de otras construcciones con un rol pragmático semejante (i.e. la marcación explícita del foco). A su vez, cada una de ellas se distingue por la estructura sintáctica que comunica la presuposición: en (3a) lo + Adj + seR, en (3b) el/la + n + seR, en (3c) lo + que + o + seR. En ellas la expectativa de una identificación ulterior radica en que las frases presentan huecos en su semántica: en (3a) y (3c) por el neutro lo ("individuativo", para entidades no humanas, en la caracterización de Bosque y Moreno 1990); en (3b) por el sustantivo abstracto en cuestión ("encapsulante" o shell noun en la propuesta de Schmid 1998, 1999).

En el caso de las construcciones con lo, influye el hecho de que el español no cuente con sustantivos neutros, lo cual problematiza la descripción sintáctica en términos de constituyentes inmediatos. Algunos autores han optado por mantener lo en la categoría de artículo (Leonetti 1999) o pasarlo a la de pronombre (Bosque y Moreno 1990), con lo que podría conservarse un núcleo sintáctico nominal (Bosque 1990: 189-190). Sin embargo, entre los problemas para considerar que se trata de un pronombre está el hecho de que lo deba acompañar necesariamente otro sintagma, mientras que los pronombres pueden formar un sintagma sin modificador alguno, si bien en ello pueden intervenir sus características fónicas (Leonetti 1999); a su vez, la inexistencia de sustantivos neutros en español impide catalogar dichas construcciones entre aquellas que siguen un esquema de elipsis nominal. Desde una perspectiva construccional, según la cual las construcciones sintácticas poseen un grado variable de fijación idiomática, cabe considerar que en los dos casos que nos ocupan, el esquema [[lo] [SAdj]]/[que O]] produce de manera holística la siguiente interpretación gramatical:

  1. lo indica definitud,

  2. el sintagma en su conjunto denota una entidad no-humana X,

  3. el sintagma en su conjunto cumple con las funciones de un SN.4

En esta descripción que es tomado como una conjunción genérica5 que une determinante y oración. Ahora bien, al tratarse de una entidad X (cf. punto 2 arriba) estas frases conllevan una referencialización débil, de ahí que requieran una especificación como ocurre en las construcciones focalizadoras aquí tratadas.

En cuanto a la construcción con un sustantivo encapsulante (i.e. el chiste es...), esta encaja en un esquema más prototípico de un SN, pero es el sustantivo mismo el que presenta huecos en su semántica y, a menos que pueda ser desambiguado por el contexto, requiere de una especificación (Schmid 1998, 1999). Para ello no necesariamente ha de emplearse una construcción focalizadora, sino que dependiendo de sus necesidades comunicativas el hablante puede recurrir a una construcción como la subordinada apositiva (e.g. el hecho de que...). Según la clasificación de Schmid, los sustantivos abstractos que participan en estas construcciones se caracterizan por tener un significado modal (típicamente verdad), pero también factual, "lingüístico" (meta-comunicativo), mental o eventivo (e.g. cosa, problema, idea, intención, etcétera).6 Una peculiaridad de tales sustantivos es que, además de "encapsular" cierta información, ofrecen una interpretación o valoración de la misma (Raible 2001: 592, 600), característica que comparten con los enunciados del tipo lo + ADJ. Si participan en el esquema art.def.sg. + N + ser + X, se está focalizando la información con la que podrá identificarse el referente denotado por el SN (Schmid 2001). En suma, las tres construcciones bajo análisis, aun con sus respectivas peculiaridades, comparten características semánticas, sintácticas y pragmáticas, y forman —como decíamos— una familia de construcciones.

Para esta investigación se tomaron del corpus todos los casos en que se empleaban, siempre y cuando aparecieran en una oración declarativa y en oraciones no subordinadas a una principal.7 Al tratarse de observar oraciones copulativas que conllevan una focalización, se verificó que correspondieran a oraciones identificativas y no atributivas, descartando enunciados como Lo que hagas es bueno. Asimismo, para las hendidas fueron consideradas solo aquellas instancias en que el foco era de tipo nominal (frase nominal, oración sustantiva) o supraoracional y aparecía en cualquier posición (inicial, media o final), presentaban el neutro lo y no se trataba de la forma gramaticalizada, invariable, lo que pasa es que (sobre esta última, cf. Reig 2011).8 Si bien lo anterior limitó la cantidad de casos, tales criterios fueron definidos con miras a reducir la posible interferencia de otros rasgos y así estar en condiciones de establecer las funciones discursivas de estas construcciones.

3. Distribución y funciones discursivas

3.1. Dimensiones macrotextual y microtextual

Trabajos previos han señalado una serie de funciones discursivas para una u otra de estas construcciones: introducir o cerrar una discusión, señalar un contraste, conectar el discurso, emitir una respuesta no preferida, replicar o argumentar, tomar el turno (Brown y Yule [1983] 1993: 164; Sedano 1990; Schmid 2001; Fernández Leborans 2001; Moreno Cabrera 1999: § 65.6). En nuestro análisis se plantea una división en una dimensión macrotextual y otra microtextual, retomando una distinción manejada en diversos estudios sobre el discurso (Brown y Yule [1983] 1993). En la primera, importa la organización global del discurso; en la segunda, las relaciones que se establecen en un nivel local. El tomar estas dos dimensiones permite abarcar de manera más clara y ordenada lo que podría presentarse como fenómenos diversos.

En la dimensión macrotextual, la función de estas construcciones consiste en la demarcación de líneas temáticas, sea para iniciar una, retomar una que se ha abandonado (por alguna digresión, etc.) o cerrarla. Empleo el término línea temática a fin de distinguirlo claramente de otros conceptos utilizados en los trabajos relativos a la estructura de la información en los enunciados, como son los términos de tema o tópico (e.g. Chafe 1976; Firbas 1974; Lambrecht [1994] 1996). Algunos autores han optado por hablar de tópico discursivo (Dik 1997) para abarcar fragmentos de discurso más amplios. En estos casos el tópico es visto como referido a entidades, con un carácter más o menos discreto. Sin que podamos ahondar aquí en la cuestión, al hablar de línea temática se opta por tratar el contenido de un discurso como referente a un cluster de información, organizada típicamente en esquemas, marcos (frames) o guiones, como se ha manejado en la literatura psicolingüística (cf. los trabajos pioneros de Schank y Abelson 1977; Minsky 1977). En este nivel macrotextual dichas construcciones no solo se emplean en el inicio o cierre absolutos de un discurso, como han observado otros autores (Brown y Yule [1983] 1993: 164), sino que con ellas también se va manejando su organización interna, como puede apreciarse en los siguientes ejemplos:

(4)

C1: ... y va a haber movimiento de manos→ / para la selección mexicana↓ ahí está el Piojo Herrera↑ paradito↑ / en zona técnica / y le entrega→ el balón→ / a Miguel Ayún↓ / atrás se encuentra Héctor Moreno↑ adentro del área también ((Oribe)) Peralta→ prefiere con Guardado↓ es ((mala la de-)) la devolución↑ y lo que sí es que aquí en Brasil↑ / hay una invaSIÓN mexicana (nf-tvs02)

(5)

C1: ... presión de Dani Álvez en el Barcelona↑después ((del)) jugador se mete en el camino↑hay una infracción↑ que lo marca el árbitro central→((Sunet Zaki)) de Turquía↑37 años de edad el árbitro central→ justamente en pantallas→/ y va haber tiro libre→para la selección→ brasileña↓ esta es la repetición↓ SÍ llegó muy tarde Miguel Ayún / y eso era justamente lo que→ / marcaba el central↓ // hace prácticamente un año→ 363 días→ México y Brasil se enfrentaban justo en este estadio→ para la copa Confederaciones↑ (nf-tvs03)

En (4), el comentarista deportivo pasa de narrar lo que ocurre en la cancha de futbol a hablar del ambiente en el estadio (cf. parte subrayada). Dicho en términos más técnicos: dentro de lo que podría ser el marco cognitivo "partido de futbol", transita de un submarco relativo a la distribución espacial de los participantes y sus jugadas a otro relativo al ambiente del mismo. Ello lo hace mediante una de estas construcciones, con lo cual inicia —visto en términos discursivos— otra línea temática. Por su parte, en (5), el comentarista está describiendo una jugada en concreto y la construcción se emplea para cerrar esa línea temática antes de pasar a otra, con la que ofrece información contextual, de tipo enciclopédico (el encuentro previo en la copa Confederaciones). Así, tales construcciones permiten al hablante ir señalando desplazamientos temáticos, de ahí que digamos que cumplen una función demarcativa. Dichos desplazamientos se dan a partir de cambios en la referencialización, evocando marcos cognitivos distintos (o parcialmente distintos) aunque puedan estar relacionados entre sí dentro de cierto dominio discursivo (Oesterreicher 2011; Wilhelm 2001: 468), en este caso: los deportes.

Por su parte, en la dimensión microtextual, estas construcciones sirven a la cohesión y el contraste. En este nivel local, se trabaja con una noción restringida de cohesión, limitándose a una cohesión inmediata, es decir, entre un enunciado y el inmediatamente previo, y en concreto vía procedimientos de repetición: el re-uso de patrones y la repetición léxica (Halliday y Hasan 1976: § 6.2; Beaugrande y Dressler 1981: § 6).9 En cuanto al contraste, existe una larga discusión respecto de la relación que guarda con la estructura de la información: de posturas en las que se asocia a un tipo de foco en particular (para el español, cf. p. ej. Zubizarreta 1999) a aquellas en las que se niega una relación propiamente gramatical entre ambos fenómenos (Lambrecht [1994] 1996: 290-291) o bien el contraste es tratado como una categoría aparte que se superpone a las de tópico y foco, según el caso (Molnár 2006).

En este trabajo se considera que el contraste corresponde a una categoría aparte no completamente gramaticalizada en español y que puede manifestarse de manera más o menos explícita mediante ciertos adverbios u operadores (solo, ni siquiera, sino, etcétera).10 De nuevo, interesan aquí los casos más explícitos en relación con el discurso inmediato, para lo cual se retoma una propuesta de Dik (1997), quien planteaba distintos tipos de contraste dependiendo de los supuestos evocados en el discurso (330-335). Así, es posible corregir cierta información, reemplazando una por otra, expandiendo aquella considerada incompleta, restringiéndola, o seleccionando la que el hablante considera correcta (Drubig y Schaffar 2001: 1086). Ambos, la cohesión y el contraste, son englobados en una sola dimensión, pues en algunos casos puede resultar imposible distinguirlos (e.g. al decir Eso no es lo importante. Lo importante es que..., se da tanto una relación de cohesión, vía la repetición léxica, como de contraste, reemplazando cierta información previa por otra). Estas funciones en el nivel microtextual pueden observarse en los siguientes ejemplos:

(6)

L: el problema es ése↓ el problema es que es hacerlo todos los días porque te digo que ya habíamos platicado (cea-15)

(7)

B: esteee / pero sí o sea de repente así→ ((om)) a unas chavas no les gustaba mucho el sistema de John↓ y para mí el asunto de John↑ también es que bueno↓ también el cabrón se negaba a aprender español entonces pos ¿cómo crees que- ((que con)) puro inglés? pos tampoco↓ / (cea-33)

En (6) hay una relación cohesiva entre el enunciado el problema es que... (parte subrayada) y el precedente; en este caso se retoma parcialmente el patrón del enunciado anterior. En (7) se presenta un ejemplo de contraste: más allá del mantenimiento del referente (John, el cabrón), entre el enunciado subrayado y lo anterior se da un contraste correctivo en el que se expande cierta información, lo cual es señalado además en forma explícita mediante el adverbio (también). En tales casos más que focalizar cierta información tomando en cuenta el contexto global discursivo, se hace en relación con el contexto local más inmediato. Mientras en los ejemplos (4) y (5) se observa un cambio de líneas temáticas sin que medie una relación cohesiva o contrastiva con el enunciado inmediatamente previo, en (6) y (7) el hablante en cuestión emplea una construcción focalizadora señalando una relación estrecha entre un enunciado y otro, esto es, en el nivel microtextual hay una mayor trabazón o integración sintáctica (en términos de Narbona 1986; Raible 2001: 595-596).

3.2. Datos cuantitativos

En otros trabajos en que se compara la conversación espontánea (CE) con la telenovela (TVN) se ha reportado una preponderancia de la función macrotextual en el uso de estas tres construcciones en la CE (80% en promedio, cf. tabla 2). En la telenovela, por su parte, se da una proporción similar, excepto en las construcciones hendidas, en las que la distribución entre las funciones de demarcación y cohesivo-contrastivas mantiene una proporción menos acentuada (58 y 36%, respectivamente) (Ruiz Velasco 2016). En la tabla 2 se presenta la distribución de cada construcción y se incluye una columna para otras funciones (O) que no corresponden a las ya señaladas (demarcación de líneas temáticas y cohesión/ contraste), por ejemplo, al hacer explícita alguna implicatura de enunciados previos.

 

 

Ahora bien, si pasamos a la proporción de las tres construcciones focalizadoras (i.e. lo + adj..., el/la + n..., lo + que...) en los distintos géneros considerados en este trabajo, puede observarse que la telenovela sobrepasa con mucho al resto (cf. tabla 3). Mientras que en el género telenovelesco estas construcciones alcanzan una proporción de 1,8 por cada mil palabras, en los otros géneros llegan, cuando mucho, a cerca de la mitad (0,9 en el corpus de Tijuana, 0,7 en la conversación espontánea y 0,6 en la narración deportiva) o con proporciones bastante reducidas (0,2 en el programa de radio, 0,2 en el sermón religioso).

 

 

Lo anterior nos habla de que en la telenovela efectivamente se da un uso muy particular de estas construcciones y no se construye como un reflejo de la conversación. Por otra parte, de acuerdo con los datos de Sedano (1990: 78-81), las pseudohendidas se caracterizan por admitir más fácilmente el uso de limitativos (p. ej. lo único que...). Al realizar una búsqueda de tales casos en los distintos géneros, se observa de nueva cuenta que en la telenovela se da un patrón peculiar en el que los limitativos aparecen en un 56% de los enunciados con esta construcción (cf. tabla 4). En cambio, en los otros géneros, los porcentajes van de 0 a 21%.

 

 

Los datos recabados dan pie a una serie de preguntas sobre la relación de estas construcciones con la oralidad. Es necesario aclarar por qué aparecen más en ciertos géneros que en otros. De entrada, obviando momentáneamente el sitio particular que guardan en la telenovela, si uno quisiera atribuirlas a una mayor inmediatez comunicativa no sería del todo claro por qué aparecen más en la narración deportiva que en el programa de radio. La respuesta a ello parece radicar tanto en un factor idiolectal como en el manejo de líneas temáticas en el nivel macrotextual.

4. Géneros y organización discursiva

En su estudio sobre las hendidas en lengua inglesa, Prince (1978) observaba que no todos los contextos admitían una pseudohendida debido a la particular marcación de la información que presentan. Al discutir uno de sus ejemplos en los que el uso de una pseudohendida resultaría inadecuado, señala lo siguiente:

I would attribute the strangeness of the wh-cleft [en el ejemplo a discusión] to the genre or speech situation. While one is supposed to be actively concerned with the relevant thoughts of one’s coparticipants in normal conversation, this is not necessarily so in highly ritualized service encounters (see Merrit 1976). Thus a telephone operator may inform me that s/he thinks something, but s/he cannot cooperatively assume that the fact that s/he thinks something is already in my consciousness [las cursivas son mías] (Prince 1978: 892).

El ejemplo al que hace referencia es el siguiente:

(8)

A: Hello, Operator. I’m trying to dial BU7-1151. Could you please check it for me?

B: I think the exchange is overloaded. Hold on while I check it. *What I think is that the exchange is overloaded ... (Prince 1978: [28c])

El español coincide aquí con el inglés y en ese contexto una pseudohendida también resultaría inadecuada. La explicación de Prince, como puede verse en la cita, se apoya en el género discursivo del que se trata: una solicitud de servicios. Hay dos rasgos particulares en eventos comunicativos de ese tipo (Biber y Conrad 2009: 102-105): por un lado, el desconocimiento entre los interlocutores con roles bien definidos sin que se busque reducir la distancia social entre ambos; por otro, la rutinización a la que hace referencia Prince, en la que los interlocutores se atienen a un guion más o menos rígido. Al tratarse de un intercambio con un propósito transaccional bien definido, la gama de opciones para continuar el discurso es reducida y su desarrollo se halla preestablecido de forma considerable, esto es, el discurso se organiza en forma rutinaria. Ahora bien, las construcciones focalizadoras bajo estudio, según hemos visto, le permiten al hablante ir organizando su discurso, marcando cambios en las líneas temáticas. Su relación con la oralidad depende de a) la libertad temática del género en cuestión, b) la actividad que se realiza discursivamente, y c) los recursos de los que dispone el hablante para organizar u orientar el desarrollo del discurso. Abordemos cada uno de estos aspectos por separado.

4.1. Libertad temática

La telenovela, hemos dicho, presenta características particulares en el empleo de estas construcciones, con lo que se distingue marcadamente de los otros géneros: es la que presenta una mayor proporción de construcciones focalizadoras, de hendidas con funciones microtextuales y pseudohendidas con limitativos. Los datos aquí presentados refuerzan lo dicho al respecto en otros trabajos (Ruiz Velasco 2012, 2016): desde el punto de vista estético, tales rasgos contribuyen a que el género sea percibido como un discurso enfático; desde el punto de vista funcional, contribuyen a dejar claro al televidente cómo está organizado el discurso y cuál es la posición que presentan los personajes. La telenovela es, asimismo, un discurso preelaborado, en cuanto tal, estos rasgos revelan una planeación del discurso tanto en el cuidado de nexos cohesivos (funciones microtextuales) como en la compactación de la información (más construcciones por cantidad de palabras).12 En consecuencia, el discurso telenovelesco presenta huellas de una producción escrita y responde a condiciones particulares de recepción. Se trata de una oralidad escenificada, y ello la distingue marcadamente de otras tradiciones discursivas.13

Interesa ahora pasar a los otros géneros. Estas construcciones ocurren en una mayor proporción en discursos sujetos a dos condiciones en particular: la dialogicidad y libertad temática. Ello se observa en el corpus de Tijuana, así como en la conversación espontánea y la narración deportiva (ver tabla 3). Tanto en la entrevista sociolingüística como en la conversación, los hablantes tienen como tarea el coordinarse de algún modo para el desarrollo del intercambio. Los procedimientos mediante los cuales logran hacerlo han sido descritos desde distintas vertientes, como el sistema de toma de turno (Sacks, Schegloff y Jefferson 1974), rutinas y señales no lingüísticas (Atkinson y Heritage 1984; Clark y Wilkes-Gibbs 1986), marcadores discursivos (Martín Zorraquino y Portolés 1999; Portolés 2001), etcétera. En la conversación privada, las construcciones focalizadoras sirven de apoyo a esa coordinación al enviar una señal al interlocutor respecto a cómo está organizando su intervención el hablante en relación con el diálogo que sostienen.

Por su parte, en la entrevista el entrevistado puede —como en la conversación— emplear una de estas construcciones para iniciar una línea temática; no obstante, se da un patrón en el que utiliza alguna de estas construcciones hacia el final de su intervención, dándole una señal al entrevistador para emitir la siguiente pregunta (Ruiz Velasco 2016). A su vez, en la narración deportiva de futbol sirve, por un lado, a la coordinación con los otros comentaristas quienes alternan con el narrador principal en momentos en que la acción del partido disminuye; por otro, le permiten al comentarista ir señalando cambios en un discurso que se construye con escasa planeación y en el que se busca evitar pausas prolongadas. Así, marcar de manera explícita la información focal envía al oyente una instrucción pragmática para prestar mayor atención y darse cuenta de que el emisor está produciendo un cambio en la organización temática del discurso, sea iniciando o retomando una línea temática no prevista por el interlocutor o cerrando una.

En contraste, decíamos, la proporción es mucho menor en los otros géneros. En el sermón religioso, el discurso se construye de manera monologal y el tema está fijado de antemano, de manera que el hablante planea su discurso con anticipación y no se ve llevado a negociar con la audiencia, lo cual explica, en parte, que estas construcciones se empleen en forma más esporádica. A ello hay que añadir la utilización de otras estrategias de verbalización (e.g. citar pasajes bíblicos, plantear preguntas retóricas). En cuanto al programa de radio con llamadas del público, si bien es un género dialogal y no está completamente planeado, intervienen otros rasgos. En el contexto radial se da, por un lado, una asimetría entre los interlocutores, en la que el locutor establece el tema a discutir y guía el desarrollo del intercambio; para ello, recurre al uso de preguntas.

Por otro lado, a diferencia de la entrevista sociolingüística, no hay la intención de dejar hablar al destinatario lo más posible y se busca controlar el tiempo aire (Ruiz Velasco 2013). Un ejemplo de este tipo de interacción se presenta en (9):

(9)

D: Locutor(a) del programa; C: Claudia, radioescucha

D: Claudia↓ ¿y-y-y actualmente por qué los matrimonios o los noviazgos ya no tienen ese compromiso→ como lo tenían nuestros abuelos→los eeeh bisabuelos→¿qué- ¿qué sucede? ahora al primer pleito ya se quieren ir a casa de mamá o se quieren divorciar

C: es cierto↓ yo creo que→ lo que pasa ahorita en la sociedad es que no haaay los valores→ no son inculcados los valores queee tuvimo-o sea que tuvieron a lo mejor nuestros padres o nuestros abuelos y ahorita todo lo vemos muy light entonces→ no existe como que una verdadera (( )) de lo que es el compromiso

D: pero- pero si nuestros padres→ nos educan→ bien /

C: [pero]

D: [¿a qué] se debe? ¿a- a- a la falta- ¿a- a lo- a lo que ven en Internet→ ¿a la- al- a lllos a[migos→]

C: [((yo c-))]

D: ((con)) unas malas influencias (Ra-div)

El locutor(a), como puede verse, domina el intercambio vía el uso de preguntas múltiples para elicitar una respuesta en cierta dirección y evita ceder el turno hasta considerar que ha terminado de formular la pregunta. Mientras en una entrevista sociolingüística se aprecia lo que Linell y colaboradores (Linell 1990; Linell y Luckmann 1991) han llamado una dominancia cuantitativa (i.e. por cantidad de palabras emitidas), en el programa de radio se observa una dominancia temática (i.e. por quién determina las líneas temáticas relevantes en el intercambio).14 Este tipo de dominancia es típica de géneros discursivos dialogados en un contexto institucional (Linell 1990: 163-168). Así, pues, en estos géneros hay un diálogo, pero la asimetría contextual autoriza al locutor del programa a emplear otras estrategias y el interlocutor-radioescucha se ve limitado para autoregular y organizar su discurso.

4.2. Tipo de actividad

Entre las funciones discursivas adjudicadas a una u otra de estas construcciones se ha señalado su empleo en el discurso de réplica (Fernández Leborans 2001), el discurso argumentativo (Brown y Yule [1983] 1993: 164), la toma de turno y las respuestas no proferidas (Schmid 2001), esto es, según la escuela de análisis conversacional, cuando un hablante emite una respuesta que contraría la expectativa del interlocutor (e.g. el rechazo o el desacuerdo) (Atkinson y Heritage 1984). Tales usos se explican a partir del manejo de líneas temáticas según el tipo de actividad discursiva en el que participan los hablantes, sea argumentar u otra.15 Cuando se trata de una argumentación, los hablantes pueden abordar una misma questio o acción problemática desde distintos puntos de vista (práctico, estético, ético, etcétera). Los cambios de una perspectiva a otra son marcados mediante estas construcciones, ya que constituyen distintas líneas temáticas dentro del discurso, las cuales son iniciadas o cerradas (Ruiz Velasco 2012). Estos usos argumentativos explican también cierta percepción de un contraste en aquellos casos en que el hablante emite un contraargumento: la oposición entre un enunciado y lo anterior puede deberse a una implicatura, por ejemplo:

(10)

E: ¡mmm!, ¡mmm! casi nada ¿no?, porque cuando llegamos ya habían vendido todo

M: (TOSE) puras mentiras

E: ¿mm?

M: no habían vendido nada

E: ¿no? pos ¿no dijeron pues? [cuando lleg-]

M: [lo que querían] era correrme de ahí

E: ay (cmj-mx08)

En el fragmento hay, primero, un contraste sustitutivo de "ya habían vendido todo" (E, línea 1) a "no habían vendido nada" (M, línea 4). Cuando aparece la construcción "lo que querían era correrme de ahí", el hablante emite un argumento contrario a lo dicho por E con anterioridad. Esta oposición se da vía implicatura y ya no en forma directa como en los primeros turnos; con ella inicia, también, otra línea temática. Otro tipo de actividad en el que se emplean estas construcciones es la enumeración, señalando el paso de un elemento en una lista a otro. Un ejemplo particularmente claro es el siguiente, en el que el hablante ha estado mencionando diferencias entre su lugar de origen y Tijuana, y pasa aquí a otro elemento usando una construcción focalizadora:

(11)

J: ¡ah! bueno pues resulta que hay muchas cosas diferentes ¿qué otra cosa hay de diferente? ¡uff! lo que se usa de moda son los huaraches (etj-cj03)

Ahora bien, tanto en la entrevista como en la conversación los interlocutores están emitiendo opiniones y argumentando su punto de vista; sin embargo, lo mismo ocurre en géneros como el sermón y el programa de radio con llamadas del público. Es necesario, entonces, considerar el empleo de otros recursos para señalar este tipo de cambios en la organización discursiva (cf. supra), así como la influencia que puede tener el idiolecto.

4.3. El idiolecto

En el uso de estas construcciones hay que tomar en cuenta también el factor estilístico, esto es, los recursos lingüísticos de que dispone un hablante en particular y constituyen su idiolecto. En la producción del discurso empleará unos u otros con mayor frecuencia, sin descartar el mayor o menor dominio que tenga de un género comunicativo específico y sus formas de verbalización. Así, en el corpus de conversación espontánea se observa una preferencia de algunos hablantes por una u otra de estas construcciones (e.g. la construcción con un sustantivo encapsulante o una hendida). En el corpus de Tijuana es particularmente notorio en dos de los intercambios: uno de ellos corresponde a una entrevista y el otro a una conversación. En ellos se da que uno de los hablantes emplea con mucha frecuencia una construcción hendida, si bien también lo hace su interlocutor (lo cual puede explicarse por lo que Giles y colaboradores han llamado acoplamiento (Giles, Coupland y Coupland 1991). Sin duda, este mismo factor estilístico puede influir en el empleo mayor o menor de estas construcciones en otros discursos del corpus. No obstante, en la narración deportiva y programa de radio son distintos hablantes quienes utilizan estas construcciones, mientras que en la telenovela se trata de un discurso elaborado por un equipo de producción. En cuanto al sermón, puede ser un factor aunque cabe considerar que intervenga una fijación en las estrategias de verbalización del género.16

5. Conclusiones

De lo que hemos venido señalando, se desprende que la relación entre las construcciones focalizadoras y la oralidad es, sin duda, compleja. Aparte del idiolecto propio del hablante en cuestión, interviene qué tanta libertad temática y tiempo de planeación posee para organizar su discurso. Recuérdese que dos características de la inmediatez comunicativa son el tener una amplia libertad temática y un escaso tiempo de planeación. En esas condiciones se produce el discurso y estas construcciones permiten ir señalando cambios en las líneas temáticas. Para algunas actividades como la argumentación o la enumeración, resulta ventajoso recurrir a una de estas construcciones y llamar la atención del destinatario sobre el hecho de que hay un cambio. No es indispensable que lo haga, pero ello le ahorra esfuerzo de procesamiento, a semejanza de lo que ocurre con los marcadores discursivos. Ello, decíamos, ocurre en géneros ubicados en el polo de la inmediatez comunicativa, como se ve en el corpus conversacional y el de Tijuana, o bien, en géneros que buscan imitar esa inmediatez, como la telenovela.

En otros géneros hay el recurso a otras estrategias de verbalización (e.g. preguntas informativas, de tipo elicitador, o retóricas). El empleo de estas construcciones puede verse de manera más clara como atravesando los tres niveles del lenguaje planteados por Coseriu: universal, histórico e individual (cf. p. ej. 1981, así como Oesterreicher 1988). En el nivel universal, relativo a factores antropológicos y cognitivos, en el uso de estas construcciones influyen cuestiones pragmáticas de procesamiento y ciertas condiciones comunicativas de la oralidad concepcional (dialogicidad y libertad temática); en el nivel histórico, se relaciona con ciertas tradiciones discursivas y las estrategias de verbalización adoptadas históricamente para cada una de ellas; finalmente, en el nivel del discurso individual, de realización lingüística, se vincula con el idiolecto y el desarrollo ontogenético de estrategias de verbalización.

Respecto a su relación con la inmediatez, se ha considerado que las hendidas en particular son indicativas de una mayor elaboración discursiva, al presentar cierta integración sintáctica (e.g. Martínez Puche 1984). Contrariamente, la agregación se ha considerado un rasgo de la inmediatez. No obstante, es necesario tomar en cuenta que se da una gradación en cuanto a qué tan integradas se hallan tales construcciones:

  1. La integración, según la función sintáctica, puede resultar complicada en discursos espontáneos, por ejemplo, al decir: yo eso es lo- con lo que me quedaría en cuestión personal con mi infancia (etj-jl11).

  2. El uso de pronombres demostrativos con una referencia catafórica, como una estrategia retórica, puede dar una organización más agregativa (cf. Raible 2001), sea vía la yuxtaposición de enunciados, como en (6) el problema es ése, el problema es que es hacerlo todos los días (cea-15), o mediante una marca vaga de subordinación como que, por ejemplo: no, es que eso es precisamente lo que está pasando, que ahorita exactamente ahorita es cuando mi familia más me necesita (tvn-d06).

  3. La omisión de la cópula o de la conjunción que como un procedimiento agregativo, el cual parece ser frecuente en géneros como la narración deportiva, daría una mayor expresividad al discurso espontáneo, por ejemplo: el problema es: no pueden educar al árbitro (nf-tvaz).

Algunas preguntas para la investigación futura serían:

Dado que como hemos indicado estas construcciones se emplean en el nivel macrotextual, y en un discurso más planeado —como lo es la telenovela— son utilizadas en buena medida para funciones microtextuales, habría que verificar si en géneros más próximos a la escrituralidad o distancia comunicativa, con una escasa libertad temática, cumplen más bien funciones microtextuales y en qué proporción. Los datos aquí presentados apuntan a un uso menos frecuente en ese tipo de discursos (i.e. el sermón religioso), sin embargo, habría que corroborarlo en otros géneros.

La menor integración sintáctica entra en lo que se ha considerado una mayor flexibilidad en la construcción del discurso inmediato, en el cual se manifiesta más directamente la dimensión semántico-informativa (Narbona 1986). Habría pues que verificar los alcances de la subordinación en la oralidad y el empleo de otras construcciones con funciones demarcativas, como aquellas con un demostrativo (cf. el inciso b arriba).

Finalmente, Sedano (2006) reportaba que las pseudohendidas en el español de Caracas tendían a emplearse con verbos estativos antes que dinámicos. Ello puede estar relacionado con las distintas dimensiones en que se emplean. Cabría considerar como hipótesis que el uso de verbos o predicados con un significado estático se relaciona con el manejo de líneas temáticas, esto es, con la dimensión macrotextual, mientras que predicados más dinámicos se relacionan con las funciones microtextuales, ancladas en el contexto local del enunciado.

 

Apéndice

Sistema de transcripción (tomado de Briz 1998: 13-17, con ligeras modificaciones)

 

 

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* Versiones previas de este trabajo fueron presentadas en el XIII Encuentro internacional de lingüística del noroeste (2014) y el 20. Deutscher Hispanistentag (2015). Agradezco los comentarios recibidos y la discusión en esos foros, así como los comentarios de dos revisores anónimos.

1 Para una revisión del tema considerando las posibilidades discursivas que permiten las nuevas tecnologías, considerar la introducción de la obra de Brumme (2012).

2 Estos autores emplean el término tradición discursiva. Por esta se entiende "la cristalización convencional de determinados valores paramétricos de las [...] condiciones comunicativas y exigencias de verbalización más o menos establecidas, así como de saberes temáticos y de contenido determinados socialmente" [La traducción es mía] (Oesterreicher 1997: 70). También se ha considerado que las tradiciones discursivas incluyen "clases de textos, géneros, estilos, genéros retóricos, formas de conversación, actos de habla, etc." [la traducción es mía] (Koch 1997: 45). A mi entender, los estilos o los actos de habla no podrían ubicarse en el continuo oral-escrito, sí en cambio los géneros, término en el que quedan englobados los géneros literarios, fílmicos, retóricos, televisivos y en general lo que se dio en llamar ‘clases de textos’. En esta línea apunta el concepto de género planteado por Luckmann (2009).

3 En la primera fase el corpus fue recabado en el marco de los estudios de maestría y doctorado para cuya realización se contó con el apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, de México, y el Deutscher Akademischer Austausch Dienst (número de becario 163315), a quienes agradezco el apoyo recibido. Asimismo, agradezco a Rosío Molina Landeros, quien está a cargo del proyecto del corpus de habla de Tijuana, el haberme facilitado parte del mismo para la presente investigación. Finalmente, la extensión posterior del corpus se reunió en el marco del proyecto presentado al Programa para el Mejoramiento del Profesorado (Promep), de México, en 2013, al cual se agradece el apoyo brindado, así como a Nadyeli Orozco Nava, por su colaboración para reunir el corpus del ámbito religioso (grabación y transcripción), y Alma Ruiz Bernal, Oliverio Julián, Edith Venegas y Sofía Razo, quienes colaboraron en tareas diversas para recabar parte del corpus de los ámbitos radial y televisivo. Las fuentes primarias para el corpus radial y televisivo corresponden a Todo por amor (2000), transmisiones de Televisa y TV-Azteca del partido México-Brasil en la Copa Mundial de Futbol (2014), Podcast de Olallo Rubio (2010), Diva show (2011) y Ya párate (2012).

4 El sintagma sería pues exocéntrico, una idea ya manejada por Lambrecht (2001), entre otros, para las pseudohendidas en inglés. En general, considero que la categoría de SN se explica mejor en términos de prototipos y los efectos que producen, como parte del proceso cognitivo de categorización (cf. Rosch y Mervis 1975). Así, el prototipo correspondería al SN con un sustantivo como núcleo, mientras que en la periferia de la categoría se hallarían los casos en que el sintagma cumple con las funciones respectivas pero carece de un núcleo sustantivo. Un caso intermedio serían los casos en que se da una elipsis, en particular con artículos que poseen una marca de género y número (e.g. el que anda en moto es mi tío). Para la distinción entre construcciones prototípicas y no prototípicas, como las exocéntricas, cf. Langacker (2009: 10-28).

5 Sigo en esto último la propuesta de José Luis Iturrioz manifestada en diversos foros (cf. Iturrioz 2011).

6 Schmid se ocupa de tales sustantivos en la lengua inglesa. Es de esperar, no obstante, que haya diferencias con respecto al español dado que esa lengua carece de una construcción propia para el primer tipo: lo + Adj + seR.

7 Para fines del trabajo, se mantuvieron aquellos enunciados en que aparecían precedidos por un marcador discursivo o de tipo extraoracional (entre los que se incluyó el caso de es que), y se dejaron fuera casos en que aparecían en una subordinada (incluyendo cuando iban precedidos por una cláusula condicional si... o predicados de opinión como yo creo que..., si bien este tipo de predicados, de hecho, no parecen afectar la función discursiva de las construcciones). Para los casos dudosos en cuanto a su estatus, se tomó en cuenta el audio.

8 Dentro del proyecto general en el que se enmarca esta investigación se ha contemplado analizar los casos en que hay una marca de género y número, pero aquí nos circunscribimos al neutro tanto por la poca frecuencia de aquellos como por cumplir otras funciones dada su mayor referencialidad.

9 En los estudios sobre cohesión suele emplearse una definición más amplia en la que se incluyen aspectos como el uso de pronombres o de proformas y sustantivos genéricos. Sin embargo, los pronombres pueden emplearse a lo largo de todo un texto y los sustantivos genéricos (e.g. cosa) forman parte de una de las construcciones de las que aquí nos ocupamos, al entrar en lo que —siguiendo la propuesta de Schmid— hemos tratado como sustantivos encapsulantes. En consecuencia, se ha optado por una definición más restringida que nos permita abordar el nivel microtextual.

10 Se ha dejado la cuestión prosódica a un lado al centrarnos más en la función discursiva de construcciones sintácticas y considerar que en el realce entonativo intervienen otros factores, p. ej. el acento de activación o uno de tipo anticipativo (Lambrecht [1994] 1996; Schmid 2001).

11 En la tabla, se omiten los géneros del sermón religioso y programa de radio con llamadas del público al no encontrarse ningún caso con esta construcción.

12 Los datos aquí presentados refuerzan lo señalado en reportes previos (Ruiz Velasco 2012, 2016), aunque centrados en la comparación entre la conversación privada espontánea y la telenovela.

13 Cabe recordar que los textos dramáticos fueron (y son, todavía por algunos) tomados como fuente para estudiar la oralidad, de ahí la importancia de hacer no solo una distinción teórica entre la oralidad espontánea, propia de la inmediatez, y la mímesis de la oralidad, sino también verificarlo empíricamente y mostrar en qué aspectos es que difieren. Las características que presentan en el manejo de las construcciones focalizadoras son, de acuerdo con este estudio, uno de esos rasgos diferenciadores.

14 Linell y colaboradores emplean el término de dominancia semántica; sin embargo, nos parece más adecuado hablar de una dominancia temática al tratarse de una dimensión discursiva. Este tipo es definido como sigue: "In talking about semantic dominance, one would characterize a person as dominant if he or she determined the topics sustained in a discourse, and imposed interpretive perspectives on things talked about" (Linell y Luckmann 1991: 9), y se distingue de otros tres tipos: cuantitativa, interaccional y estratégica.

15 Tomo el término tipo de actividad de Levinson (1979), quien lo plantea grosso modo como un equivalente al de evento comunicativo, usado en la etnografía de la comunicación. Adviértase, sin embargo, qué tipo de actividad se emplea aquí en un sentido más restringido, relativo a la actividad realizada en lo que puede considerarse un episodio (en el discurso oral).

16 El corpus con el que aquí se trabaja corresponde a tan solo un sermón, por lo que no puede descartarse el factor idiolectal. Sin embargo, se revisaron otros en los que se daba el mismo patrón: un empleo escaso de estas construcciones (las transcripciones de estos últimos fueron finalmente descartadas al tratarse de hablantes no mexicanos).

 

Recepción: 03/05/2017

Aceptación: 23/08/2018

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