Introducción
Las tierras de altura se agrupan en cordilleras o sierras que representan un total del 27% de la superficie terrestre (Gutiérrez, 2021). Donde la figura de dominio montañoso, de condiciones climáticas rigurosas, fuertes vientos y sustratos inestables (Cavieres, Valencia y Hernández, 2021) pueden cubrir desde una reducida proporción del territorio continental hasta abarcar la mitad de este (Gómez y Villalobos, 2020). Incluso, dentro de su imponente radio geográfico no solo pueden incorporarse numerosos asentamientos poblacionales, recursos naturales fuertemente negociables o de ser áreas geo-estratégicas en términos económicos y geopolíticos (Sánchez, 2013); sino que además, a diferencia de las tierras bajas, estas logran depositar una dinámica social especial de patrones religiosos, lingüísticos e ideológicos (Urban, 2020), donde gran parte de la biodiversidad, las relaciones sociales residentes, culturales y los modos de producción son definidos por el poder que irradian estas zonas (H. García, 2019) o del que se les haya atribuido en los años de su eminencia (Bolívar y Dueñas, 2013; Calvo, 2020; Vitry, 2020).
No obstante, la sola determinación de sus propiedades y beneficios no basta para delimitarla en el ahora. Pues, junto a lo anterior, las regiones de montaña se enfrentan a afilados retos decisivos como la implicancia negativa del impacto del calentamiento global, la profundización de una dinámica de globalización social (Haller y Branca, 2020; Escobar-Mamani, Branca y Haller, 2020), la reducción altitudinal de la línea de árboles, la ocurrencia de erosiones severas y el deslizamiento de tierra superficial (Sanjuán et al., 2018) o de procesos masivos de depredación, despojo, urbanización, turismo de masas e inmigración (Haller y Borsdorf, 2021) y otras presiones laterales que reconfiguran y provocan daños agudos a la débil demografía asentada y a los esquemas y ecosistemas frágiles de este tipo de topografía abrupta.
De hecho, atesorar las amenazas, prevenir, detener y revertir la degradación de los hábitats de altura forman parte de una de las respuestas más directas y patentadas por Naciones Unidas en el marco de la elaboración de nuevas y ambiciosas luchas irreversibles de restauración ecológica posterior a 2020 (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente [PNUMA], 2020). Pero, aunque se haya impulsado tales propósitos imponentes, es innegable que más allá de este desequilibrio regional de las principales elevaciones de montaña, también se encuentren pequeñas comunidades asediadas por un desfiladero de perturbaciones y problemas erigidos por el abandono (Palacio, 2021), la pobreza, la inseguridad alimentaria, de contar con bajos niveles educativos, de salud; o, en el peor de los casos, de la inexistencia total de los servicios básicos ofertados por el poder público.
Así, la territorialización de la política pública y la gobernanza de altura del Estado se ven acortadas y reducidas por su propia impresencia. Explicación que puede reducirse a dos razones de abierta discusión: la primera, claramente tiene que ver con elementos estructurales y la ejecución de dispositivos normativos, de gestión y del despliegue potente de recursos básicos que (Nercesian, Cassaglia y Morales, 2021), sin duda, pueden ser indicadores clave del tamaño y la capacidad del Estado en penetrar y dominar dichas regiones de habitantes de tierras altas.
De otro lado, la segunda razón deliberante, es nada menos que el lugar y la posición de peso que le corresponde (Sanz, 2009). Es decir, esta parte de la superficie terrestre fuera de imponer su rol predominante dentro de las sociedades modernas y tradicionales, también ha adquirido arquetipos abominables de ser una tierra mítica, peligrosa y de imposible acceso donde se ocultan demonios, paraísos o infiernos con legendarios reinos (Mercado, 2017) que lo hacen difícil de someterlo e integrarlos a la zona colonizada por el Estado (Rocher, 2014).
Todos estos ingredientes, sumado a la poderosa pendiente, altitud, las temperaturas extremas o de estar localizadas en periferias nacionales o porque constituyen el límite regional y nacional lo traducen con una fuerte debilidad en el que su población rural de montaña se ve desatendida y amenazada por torrentosos contratiempos que afectan los diferentes pisos bioclimáticos. Bajo esa premisa, la existencia de escuelas de altura y sierra no simplemente están enfrentados a las inclemencias del tiempo, la difícil geografía, las dificultades propias de espacios rurales de montaña o del movimiento de modernos retos pedagógicos y tecnológicos que cuestionan su tarea y el lugar que ocupan en el pensar y el sentir; sino que, además de estar casi fuera de los planes y las políticas educativas rurales (Arias, 2017), su aparatosa y brutal embestida tiene mega procesos sísmicos que van desde la globalización, el cambio climático, la incidencia de actividades mineras, la pobreza y la desigualdad de sus tierras (Canaza-Choque, Supo, Ruelas y Yabar, 2020; Canaza-Choque, 2019; 2021a).
En efecto, esta es una escuela regida y gobernada por territorios imperfectos de amplios desniveles y de oportunidades perdidas y recortadas, donde la desnutrición infantil domina y se apodera de los hogares más débiles, en el que además de atender las diferentes labores del campo, busca mantener la regular asistencia escolar o los retos planteados por la dinámica de la enseñanza aprendizaje. Así, la lucha, es una cruzada permanente para niños y niñas de primera infancia, media y adolescentes en su destino de llegar al mejor espacio de todos: las campo-escuelas de altura.
En ese retrato, este estudio es un primer paso para neutralizar esta avalancha de problemas y riesgos, que, de igual modo, busca una manera inusual de empoderar a los pueblos de alta montaña y de expandir como nunca antes los pequeños núcleos rurales del saber de la sierra.
De este modo, el presente pretende engrosar la relación entre Escuela-Montaña (EM) a manera de forjar no solamente una renovada noción o línea real no encontrada en el repertorio de estudios de escuela y educación que permita responder a los actuales dilemas y desafíos de la época, sino que, a todo esto, permita encontrar desde territorios olvidados y frígidos algunos motores de acción contrahegemónicos fundidos y forjados desde el corazón de la montaña, uno que tenga el suficiente espíritu de asesinar al asesino, en otras palabras, de aniquilar a los enemigos y a las presiones del poder.
Materiales y métodos
En línea de estudios que plantean degollar al emperador o de provocar un atípico evento telúrico en las regiones del poder y del conquistador, este estudio desangra y deposita su alma y espíritu dentro de trabajos parametrados por la investigación documental, siguiendo actividades encaminadas a la indagación en importantes motores de búsqueda: Web of Science, Scopus, SciELO, y otros repositorios académicos finos e insuficientemente refinados (Canaza-Choque, 2021b). Empleando descriptores o filtros de búsqueda: «montología», «educación rural de montaña», «campo escuelas», «curriculum desde abajo» e incorporando a la vez, los operadores booleanos «AND» y «OR», la misma que ha instituido la siguiente ecuación: «escuela rural AND montaña», «poder hegemónico AND contrapoder» y «desafíos educativos en la sierra OR retos pedagógicos de alta montaña».
De esto, debe precisarse además que dicho rastreo, recolección y tratamiento de datos, artículos y documentos digitales con factor impacto tanto en su versión de idioma inglés o español se procesaron en el marco de pautas preestablecidas por la metodología PRISMA (elementos preferenciales para informar sobre revisiones sistemáticas y metaanálisis) (Díaz-Iso, Eizaguirre y García-Olalla, 2020; Page et al., 2021).
Igualmente, una vez adoptado el denominado modelo estándar IMRyD -Introducción, Métodos, Resultados y Discusión- para la organización y redacción del estudio, se interpuso dentro de la sección de resultados y discusión tres cortes o incisiones temáticas para una mejor exposición de consecuencias teóricas y de posibles aplicaciones prácticas en el terreno pedagógico.
El primero de todos, titulado en el aposento de los dioses busca en clave rastrear el derrotero de la educación en medio de grandes tormentas y ambiciosas pretensiones fijadas por un pequeño grupo de poderosos que terminan aplastando la idea de construir un currículum desde abajo. El segundo, lleva el encabezado capital de primeros pasos para romper el cristal, en aquí se reconoce una fila de procesos imperantes que impactan la educación, al tiempo de explicar la manera en que opera el imperio del rey, para posteriormente armar cinco provocadores pasos que quiebren a la pequeña minoría formada por miembros de la élite.
Finalmente, el tercero lleva la nómina de Azaroma: desafíos de altura y sierra, última puerta que abre la posibilidad de evocar un modelo de Escuela-Montaña como fuente no habida y contrahegemónica. Resaltando para este impulso el centro poblado de Azaroma del distrito de Ollachea, provincia de Carabaya en Puno (Figura 1). Jurisdicción que, desde la óptica de este estudio y de otras regiones de alta montaña, posee un gran inventario de elementos y estructuras que podrían erigirse frente al poder oficial o de dar espacio a la lucha contra el amo. Interpelando de esta manera, un primer desenlace de contrapoder pensado y sentido desde la grieta y la montaña.
Resultados y discusión
En el aposento de los dioses
En diferentes regiones de Latinoamérica y el Caribe, tres pueden ser los modificadores del destino de la educación. El primero de todos, es que las políticas de cambio, reforma y expansión del sistema educativo no solamente deben enfrentarse a superar los desiguales problemas estructurales de fondo o los límites actuales que los reprimen a diario (Granja, 2020; Holliday, 2020), sino que también, el diseño y la aplicación de la misma debe dar respuesta directa y potente a las transformaciones de importantes denominadores tecnológicos, políticos, sociales, económicos, culturales y ambientales, y demás desafíos estratégicos, que, en efecto, dan forma a turbulentos planes y programas en el vasto territorio de la educación (Cruz, 2022; Cordero, Jáuregui y Meza, 2021).
Junto a estos avatares, un segundo delineador puede estar fijado en responder de manera incansable al desencadenamiento integral de implacables amenazas y riesgos agresivos y detentadores que más allá de irrumpir el plano y pretender derribar los pilares del régimen pedagógico, obligan sin precedentes a replantear el estado de bienestar frente a dilemas y tensiones inagotables (Egido, 2022; De la Torre, 2021).
De esta forma, repensar e innovar el currículo escolar (Sales, Traver y Moliner, 2019; Marín, 2021; Egido, 2022) en todas sus direcciones y campos de cara a las fricciones del encauzamiento de incesantes y caóticos flujos migratorios (S. García, 2020), o de la concentración demográfica en gigantescos centros urbanos que rompen el modelo y los núcleos tradicionales de ciudad haciéndolos más inestables (Brenner y Schmid, 2016), además de la reproducción de espacios de peligro resonados por el impacto negativo de la pobreza, la desigualdad global (Cordera, 2017), el cambio climático (Flórez, 2012; Canaza-Choque, Escobar-Mamani y Huanca-Arohuanca, 2021) o de intempestivos efectos provocados por la guerra (Herrero, 2021), implican de modo estricto, inmensos retos estructurales donde reforzar el emblema de la educación (Ibarra y Leyton, 2022) será sin duda, el intachable itinerante para replantear la agenda, las decisiones y de cambiar la dirección de la política educativa.
Igualmente, el tercer moderador tiene, desde hace un tiempo un espacio ganado entre estas dos primeras premisas talladoras. Pues, aumentar la magnitud de reforma en referencia a solucionar el problema de la calidad en el sector educativo (Hernández y Esparza, 2022; Río, Martín y Ortega, 2022) pasan por duras tendencias de mercantilización, privatización (Wanschelbaum, 2022) y de idearios regulados por élites de poder que, mediante la implementación de una ruta de estándares de aprendizaje, evaluaciones punitivas y discriminatorias van dando forma a los contenidos curriculares, la formación de planes de estudio y el desempeño docente, donde las instituciones educativas, en términos internos, incorporan tecnologías de nueva gestión pública (Carrasco-Aguilar y López, 2022) como respuesta a la necesidad indiscutible de adaptarse a las exigencias del mercado laboral y de alimentar los deseos impuros de los poderosos.
Así, el aposento de aquellos organismos internacionales y supraestatales conservan entre sus descomunales informes la idea rectora de determinar décadas de desarrollo en base a resultados irrefutables. Impulsando una red de instituciones nacionales encargadas de articular y perfilar la política de educación, dando apertura a renovadas pruebas estandarizadas y diabólicas teorías pedagógicas que terminan aplastando los retos de la realidad local y la expresión de determinadas prácticas curriculares nacidas con la intención de no ser absorbidas por el sistema dominante o de revalorar la profundidad de sus tierras y el sentido de pueblo-escuela.
Primeros pasos para romper el cristal
Para cuando un reducido grupo de élite detenta y monopoliza el poder de tal manera que termina destronando hasta entonces, con aquellos que han sido los poderosos, no solo finaliza un período en decadencia, sino que hereda entre las pocas o dilatas riquezas un acumulado de fallas y desbalances con los cuales se tendrá que lidiar mientras se intente preestablecer el orden del supremo (Ai, 2006). Es aquí, sin duda alguna, donde se da por iniciado una nueva fase donde regular el desarreglo será un reto de inicio a fin, donde responder a eventos que intenten despojarlo del sitial ganado será para este renovado y reformado grupo de facto un ciclo lleno de decisiones que permitan expandir y penetrar su grado de influencia y grandeza como nunca antes en el territorio conquistado, incluso, en regiones poco percibidas y no colonizadas por el pasado régimen (Cárdenas, 2020).
De esta forma, todo esto puede propiciar el escenario perfecto para entallar planes y programas que impidan ser derribados, y de proponer ajustes estructurales evitando la interpelación civil o la aparición de cualquier fuerza enemiga que quiera destronar su reinado, además de intensificar la ejecución de políticas agresivas que admitan reforzar su propia capacidad, así como sofisticar las normas legales y engrandecer su administración intempestiva y descentralizada, desplegando consensos y renovados contratos con la población para así saciar la intranquilidad social de sus demandas. Lo anterior, por extraño que parezca es algo característico de este tipo de grupos que surgen como consecuencia de dignos procesos globalizadores (Prada, Avendaño y Hernández, 2022), capitalizadores (Castrejon, 2022) y de modelos definidos por el neoliberalismo (Canaza-Choque y Huanca-Arohuanca, 2020).
Frente a esto, despertamos la inquietud arriesgada de despedazar ese poder que impide cuestionar flamantes prácticas en todos los ámbitos y campos invadidos por este, en especial, en el recinto de la educación, aparte de pensar, reconocer las grietas y defectos del sistema que lo domina. En ese sentido, detrás de hondas reformas (Cuñat y Cuñat, 2022) que buscan el control de los planes de estudio en los diferentes sistemas educativos, la instauración de modelos curriculares normalizados, o de plantear pruebas masivas censales y evaluaciones que buscan medir y comparar competencias y destrezas entre naciones (Gentili, 2014), así como la disposición de un sin número de estándares e indicadores mínimos que permitan definir la educación del futuro (Forero y Castro, 2022), se encuentran pesadas y afiladas estrategias políticas elaboradas por ciertos clanes de poder altamente reconocidos, y al que, desde esta perspectiva de Escuela-Montaña se intenta profanar.
En ese influjo, se plantean cinco preliminares pasos un tanto agresivos y lineados en 1) reconocer e identificar los problemas y las amenazas que asechan la zona de impacto; 2) localizar al responsable o al culpable de esta avalancha de malestares; 3) conocer la manera en que funciona y cómo opera el poder de este enemigo; 4) destronar el imperio y su reinado desde pedagogías articuladas en despezar ese poder; y por último, 5) de asesinar al emperador o al asesino, de tal forma que le sea imposible su recuperación o re-invocación.
Así, este enclave de períodos determinados pueden, por un lado, matizar una realidad reaccionaria partidas desde la ira y el dolor de pequeños pueblos olvidados por el Estado (Martínez, González-Muzzio y Marchezini, 2022); y, por otro lado, la cadena de estadios tiene no solamente la oportunidad de reunir a los desposeídos para aglomerar sus sentidos y direccionarlos al núcleo de aquello que provoca la desdicha; sino que además, permita salir del banquete de miserias encauzados por la pobreza, la distancia, la desigualdad y los impactos de otros titánicos males y demoníacas incrustaciones que entorpezcan el empoderamiento de la escuela (Picaza, Bilbao y Idoiaga, 2019; Flores, Márquez, Calvo y Martagón, 2022).
Azaroma: desafíos de altura y sierra
Indudablemente, en menor o mayor medida, imponer una educación para todos y todas, al igual que sostener la presión del derecho a la educación (Sánchez Lora, 2022), de promover la inclusión por encima de cualquier diferencia (Cervantes, 2022), de reconocer el valor de la justicia y el diálogo intercultural (González, Brito y Gámez, 2022), de legitimar la igualdad y la equidad en la enseñanza, de orientar el aprendizaje hacia al bien común, de defender toda forma de vida sobre la tierra (Ezcurra y Gómez, 2021), y sobre todo, de dar esperanza en una región donde todo se quiebra es probablemente uno de los mayores y pesados desafíos para la educación; pero no más grande y ponderoso de la que surge en la escuela de alta montaña. Pues, para una región rural, alejada y montañosa, los desafíos pueden no ser los mismos.
En ese afán, con el propósito de presentar un caso peculiar sobre los frígidos terrenos y duros retos de altura, se encuentra Azaroma, comunidad perteneciente al distrito de Ollachea de la provincia de Carabaya al norte de la ciudad más cerca a Dios, Puno. Zona del nevado eterno localizado por encima de los 4000 metros sobre el nivel del mar (Fernández, 2021), rodeado por formidables macizos rocosos trenzados y unidos entre sí, donde sus habitantes de tierras gélidas nacen pegados a la madre tierra o Pachamama; y donde los denominados guardianes de la cordillera se acercan un poco más a los Apus y al reino de los cielos. Son pequeñas y asentadas comunidades de procedencia arcana donde sus saberes y poderes son practicados a cada uno de sus rituales y actividades de subsistencia, donde la crianza de camélidos da forma a distinguidos trajes únicos de fibra de alpaca.
No obstante, en un lugar que pareciera estar lleno de magia y de orígenes que perdurarían por siempre, las escuelas y las comunidades aledañas se encuentran condenados por la pobreza extrema, en el que las oportunidades son reducidas, y en algunos casos terminan desapareciendo toda vez que se sube la pendiente de la montaña o se esté lejos de círculos donde todavía haya una mínima actividad económica. En estos parajes estrepitosos, de precarias o nulas carreteras, los recursos del Estado parecen nunca llegar, la falta de servicios de agua y desagüe, conectividad y la dificultad de poder acceder a internet o televisión e inclusive, el infortunio de adquirir a lo mucho una radio hacen de esta región detenida y olvidada por el tiempo (Radio Altura, 2020), donde las niñas en etapa escolar terminan siendo madres prematuramente e impidiendo de que los adolescentes de lugares más profundos e inhóspitos crezcan con perspectivas de futuro (Fernández, 2021).
En efecto, esta es la tierra de los azachos (Figura 2), donde las escuelas desde su profundo olvido guardan lazos inquebrantables con el entorno, aguardando así sea años la llegada de niños y niñas rurales al lugar que los vio nacer, crecer y aprender en medio del hambre, de esperar y no tener profesor que pueda enseñarlos, sin materiales didácticos para enfrentarse a la liga de grandes concursos escolares. Una escuela de niños de altura sitiada por fuertes tormentas y truenos, nevadas extremas e intensas lluvias que no solo terminan afectando los pequeños ganados de comunidad o la escasa flora de la montaña, sino que, además, quiebran las promesas incumplidas y los débiles esfuerzos por diferentes gobiernos de turno y desmantelan los sueños truncados de una escuela que, aunque todo haya cambiado, entera y eternamente aguardará a sus hijos de montaña, campo y nevada hasta el fin de la tierra.
Es Azaroma, en la actualidad un lugar de clima hostil donde se va instaurando procesos de avance lento de distritalización atravesados por los desdenes de la globalización, el devoramiento minero y de imponentes fuerzas como el calentamiento global o de un territorio copado de ancianos y hogares derribados que van quedando atrás y de jóvenes que migran cada vez más a las grandes ciudades de la capital tentados por la modernidad y la fe de encontrar en territorios ajenos un lugar para ellos.
Desde aquí, como evidencia irrefutable de una fría realidad en tensión, sería pertinente despertar un modelo de Escuela-Montaña destinado a destruir la vitrina de los inmortales. La misma, que tenga la propiedad de reconocer los fallos y defectos del sistema con la furia de inducir e ir más allá de su radio de acción pedagógica agrupando sentimientos y emociones afectadas desde largas cordilleras continentales como los Alpes, los Himalayas y los Andes.
Conclusiones
En el fin máximo de proponer nuevas formas de expresión que busquen una entrada tanto teórica como práctica desde la escuela para romper los privilegios y la barrera del no. Este breve estudio hace parte de un primer paso para entrelazar y matizar una relación no pensada entre Escuela-Montaña, a raíz de que mientras se va subiendo los pisos altitudinales, el frío y el cansancio va destruyendo toda esperanza, y entre el clima gélido, la formación de ríos abrumadores, nevados y montañas escarpadas dan insospechadamente la existencia de escuelas inimaginadas e inimaginables.
Precisamente ahí, en ese lugar de glaciares sudamericanos dictados a desaparecer con el tiempo, los pobladores de altura no solo carecen de múltiples atenciones, sino que además de estar en la intemperie, no aparecen en los registros diarios y los planes principales concertados por el Estado y los poderosos. Pero, indistintamente de que se encuentren en desventaja y desprovistos de garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad para niños, niñas y adolescentes rurales de altura afectados por zonas empobrecidas. Los pequeños pueblos de la sierra y hogares difuminados no rezagan en aparecer y reunirse cuando las clases dan su inicio. Justo aquí, debieran crearse lugares decoloniales o dar figura a un currículo de base, popular y realizada desde la frontera y la montaña, uno que pueda investir de poder el desempeño de los maestros rurales y la comunidad, así como plantear estrategias didácticas que promuevan y muevan el aposento de los dioses.
Así, a una sola sinergia, un solo corazón y una dirección fija e inquebrantable, incitar una subversión inesperada y despertada en las cercanías de la cumbre con un desafío definitivo de desanclar eternas taras y de crear un factor clave pedagógico que impida ser pisados por el poder, será, desde ahora, un camino imborrable y en permanente construcción; para así, hacer descender a la escuela desde los cielos en su búsqueda de derrotar el dominio del amo o de los poderosos.